𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟯

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Alexandra llegó primera al Aula de Transformaciones, la mayoría estaba terminando el desayuno o hablando en los pasillos hasta el ruido de la campana

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Alexandra llegó primera al Aula de Transformaciones, la mayoría estaba terminando el desayuno o hablando en los pasillos hasta el ruido de la campana.

Se sentó en su escritorio y apoyó sus codos sobre la madera para luego reposar su barbilla en sus manos.

Se sentía desganada.

No sabía el por qué, pero por algún motivo se sentía sola y triste.

Tenía un novio y una mejor amiga. ¿No se supone que eso debía ser suficiente?

Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y dirigió su vista a sus manos.

Extrañaba su hogar.

Ver películas con su abuela, comer la fabulosa comida que ella hacía, leer en su habitación y no sacarse el pijama en todo el día.

Todos decían que Hogwarts era su hogar, que era donde se sentían a salvo y acompañados.

¿Por qué ella no sentía eso?

El resto de sus compañeros entró al Aula, detrás de ellos McGonagall se dirigió a su escritorio sacando de su bolso una pila de pergaminos.

–Bien. Corregí los trabajos de ayer, y déjenme decirles que todos estuvieron magníficos, a excepción de un par.

Alexandra suspiró y miró la mesa, sabiendo que probablemente hablaba de ella.

El pergamino se apoyó en su mesa y vio una gran “I” en el extremo superior. Insatisfactorio. Bueno, podría ser peor.

–Algunos alumnos obtuvieron malas notas, por lo que hablaré con ellos cuando dé por finalizada la clase.

Alexandra dirigió sus manos a su rostro y lo tapó. No quería tarea extra o ayuda, se sentiría muy estúpida.

Transformaciones no era una materia tan complicada, o eso creía ella. La mayoría de los estudiantes aprobaban o sobresalían.

¿Por qué a ella se le hacía tan difícil?

–White.

Levantó su mirada y notó que el salón se encontraba vacío, a excepción de McGonagall y James Potter.

–Lo siento.

Rápidamente se paró y guardó sus cosas para salir del lugar, pero la voz de la profesora la frenó.

–Necesitamos hablar sobre sus notas.

Se giró y caminó nerviosa hasta el escritorio de Minerva, la profesora le ofreció una sonrisa tranquilizadora al notar la preocupación de la chica.

–Tranquila. No es nada malo. Pero estaba pensando que tal vez necesites ayuda extra.

Alexandra maldijo en su interior y ahí entendió el por qué de la presencia de Potter.

QUEROFOBIA; James Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora