Capítulo XIV (Dios en el infierno)

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Galería: Alec

Diana: 

Pasaron unas horas desde que abandonamos el castillo, Alec me dejó traerme algo de ropa y mi peluche favorito. Cada tanto abrazaba a David cuando armábamos la pequeña mochila que llevaba nuestras cosas, él no paraba de mirar preocupado a todos lados en busca de mamá y papá. 

Quizá la razón por la cual no volví a llorar es que ni siquiera tengo fuerzas, me duelen los ojos y por más de que Azul me haya dado medicinas, no me calma el dolor. 

Ahora estábamos dentro de un automóvil, rumbo a un lugar que nadie conocía excepto Alec. Yo estaba sentada en el asiento trasero, mientras que David miraba perdido por la ventana al lado del conductor. 

—Creo que ahora sí podré hablar, estaremos a salvo si permanecemos fuera del rango del castillo y del bosque —Alec acabó con el silencio mientras conducía —Cuando sus padres me contactaron, estaba en una reunión en Roma junto a algunos nobles... Créanme que vine lo más rápido posible. 

No había hablado nada hasta ahora, creo que estaba igual de impactado que todos. Yo no dije nada, ¿Qué se supone que debía contestar? Un silencio incómodo quedó después de su comentario, creo que ni David ni yo teníamos muchas ganas de hablar. 

Me tomé unos segundos para ver cómo Alec estaba vestido, llevaba un suéter de cuello alto y un saco gris oscuro. ¡Era claro que es un hombre muy elegante y lindo! 

—Vamos... Pueden hablar conmigo de lo que sea, Caroline, Stephen y Azul van en el automóvil detrás de nosotros y dudo que nos puedan escuchar —continuó y nos miró. —Ah... Está bien. 

—¡Te pregunté algo hace dos horas y aún no me respondiste! —chilló David y sacó sus colmillos —¡Dime qué pasó con mamá y papá! 

—¡A eso estoy llegando! Comprendo que te sientes nervioso y preocupado... Esa es la razón por la cual no me defenderé por tu forma de hablarme —su rostro se tornó serio —Al parecer sus padres me contactaron mediante un vampiro con el poder de conexión mental, es la única manera en la que pudieron hacerlo. 

—¿Conexión mental? —Fruncí el ceño y él asintió. 

—Es muy especial entre los nobles y le permite al vampiro poder conectarse con alguien con tan solo tener una imagen o que alguien entre a su mente para poder comunicarse... —suspiró pesadamente. 

—¿Qué más sabes? —David apretó los puños —¿Cuándo vamos a poder ver a mamá y a papá otra vez? 

—Por lo que vi y Caroline me contó, Juliann y Alma deben estar dentro del escudo mágico del Reino Armoris —explicó —Los brujos deben asegurarse de que ninguno de los vampiros pueda usar su poder porque sino sería un desastre... Y más aún con Juliann que encendería todo fuego. 

—¿Y por qué pudieron contactarse si no pueden usar sus poderes? —pregunté y él soltó una leve risa. 

—Buena pregunta, alguien debió hacer una jugada allí que ni yo sé cómo, o quizás aprovecharon algún intervalo donde el escudo mágico aún no estaba listo —se encogió de hombros —Lo importante es que están a salvo bajo mi cuidado... Y respondiendo a la última pregunta de David, no sé cuándo podremos sacar a los vampiros de ese lugar. 

—Que mierda... —susurró David y sus ojos se oscurecieron. 

—¡Qué palabra tan maleducada para un niño de doce años! —Alec levantó sus cejas sorprendido. 

—Papá dice que esa palabra es para cualquier situación que nos genere rabia —bufó —¿Y a dónde vamos? 

—Iremos a el bosque de la frontera, es el que más alejado del caos está y allí Amelie nos espera —respondió. 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora