Capítulo XXVI (La nueva vida)

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¡Atención: Capítulo con escenas sexuales, leer bajo su propio riesgo!

P.O.V Diana: 

Así como los días pasan, los meses también y los años no se quedan cortos. Mi vida cambió por completo luego de regresar con mamá y papá, o más bien, se reorganizó. 

Mis padres insistieron en llevarme a un nutricionista, y debo decir que no fue tarea fácil, porque me rehusé decenas de veces, hasta que me hartaron y dije "Sí" para que no me molesten más. 

La cuestión es que mi cuerpo comenzó a cambiar... Y creo que para bien. 

No puedo decir que tenía el mejor cuerpo del mundo, pero mi cuerpo ahora tenía un poco más de forma.

Junto a eso, mi estilo continuó siendo el mismo; mi vestidor tenía toda la ropa de color negro, solo que ahora me permití empezar a llevar prendas un poco más ajustadas.

También empezamos a entrenarnos mucho más y seguir intentando en dominar el tercer poder de mi hermano y yo. Parecía imposible, porque no se manifestaba cuando nosotros queríamos ni tampoco tenía un detonante que consiga un punto medio. Me refiero a que si ambos nos uníamos, se generaba caos y desorden. 

Con respecto al castillo, vivimos en él desde hace un año y varios meses, ya que el ala fue reacondicionada y ahora el resto del castillo está en construcción también. 

Me emocionaba ver cómo quedaría reparado, pues era un reto reconstruir todo a medida y a gran escala. Poco a poco, los vampiros se iban mudando al castillo otra vez, y en el hotel solo quedaban algunos que querían exclusivamente sus habitaciones. 

Luego, hablando de qué pasa con mi hermano y yo, notaron que nuestro ADN se comportaba muy diferente al del resto de vampiros, logrando que estos cambios en nuestro aspecto y mentalidad se desarrollen de una forma atípica. 

Ah, y luego, Amelie nos acompañó durante unos meses y luego se fue a Japón para continuar con su trabajo... Cosa que Alec hizo apenas dos días antes de mudarnos al castillo, y realmente me desconcertó un poco que se vaya tan pronto.

/FLASHBACK/

—¡Oye! —grité corriendo hacia Alec, quien llevaba unas valijas hacia la entrada. 

—¡Ragazza! —él sonrió al verme y me detuve frente a él. 

—¿Te irás? —pregunté desanimada y él asintió. 

—Sí, mi tarea con ustedes acabó... Mi trabajo está en Italia, Diana —dejó las valijas en el suelo —No puedo quedarme aquí más tiempo. 

—Pero estuviste en Rusia y tu trabajo continuó normalmente... —murmuré apenada —¿Por qué no puedes hacer lo mismo aquí? 

—¿Estás obligándome a quedarme? —él soltó una carcajada —En Rusia vivía con ustedes, pero viajaba cada semana a Italia y al resto de Europa cada semana... 

—¡Bueno! Estamos en Europa, ¡Puedes venir cada semana! —lo miré suplicante. 

—No tengo inversiones en este país, ni tampoco muchos socios —agarró sus valijas de nuevo —No me voy para siempre... Ya sabes que los días festivos trato de estar aquí. 

—No es lo mismo... —insistí, pero luego entendí que era en vano hacerlo. 

—Ya vendré a visitarlos, y ustedes están más que invitados a visitarme a mí cuando deseen —caminó hacia el automóvil y dejó las valijas. 

Me acerqué a él y lo abracé, su perfume y aroma me exaltaron, como si tuviera un plato delicioso de comida frente a mis ojos. 

Mi mente repitió "Concéntrate" decenas de veces hasta que ese impulso se detuvo. 

Eternos: Mi vampiro favorito IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora