Capítulo I: El legado de los Fleming.

19 3 0
                                    

En el vibrante corazón de San Francisco, California, nació "AYS Company", una fundación creada por Katy Morgan y Archibald Fleming con la noble intención de ayudar a los más necesitados mediante la distribución de vestimenta de alta costura

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

En el vibrante corazón de San Francisco, California, nació "AYS Company", una fundación creada por Katy Morgan y Archibald Fleming con la noble intención de ayudar a los más necesitados mediante la distribución de vestimenta de alta costura. Sin embargo, el abrumador apoyo que recibieron pronto transformó esta fundación en una próspera empresa, con ingresos anuales que superaban los dieciséis millones de dólares.

 Sin embargo, el abrumador apoyo que recibieron pronto transformó esta fundación en una próspera empresa, con ingresos anuales que superaban los dieciséis millones de dólares

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

Trágicamente, el destino daría un giro inesperado cuando los fundadores perdieron la vida en un terrible accidente de tránsito. Con su partida, su único hijo, Elay Fleming, se convirtió en el único heredero de la empresa y, de repente, en el nuevo líder del proyecto que sus padres habían iniciado. Pero detrás de la fachada de generosidad y caridad, se ocultaban los verdaderos intereses de la familia Fleming ante la sociedad.

El día del velorio de los padres de Elay, las mafias menores de la ciudad enviaron a sus respectivos aliados, los hijos de los mafiosos más peligrosos, con la intención de entablar relaciones con el joven heredero. Uno de los primeros en llegar fue Austin Bramson, hijo de una poderosa familia involucrada en la venta ilegal de armas al exterior. A pesar de su apariencia ruda, Austin se acercó a Elay con gestos de gentileza y comprensión.

—Lamento tu pérdida —dijo Austin, tendiendo la mano al joven Elay.

Sin embargo, Elay optó por abrazarlo, buscando consuelo en ese gesto de camaradería. La escena conmovió a los presentes y capturó la atención de los periodistas, que no tardaron en inmortalizar el momento en la portada de los periódicos.

—Gracias por venir —susurró Elay en el oído de Austin, expresando su gratitud por el apoyo recibido.

—No hay nada que agradecer. Sabes que cuentas con el apoyo de mi familia —respondió Austin, devolviéndole el abrazo con calidez.

Poco después, llegaron los mejores amigos de Elay, Douglas Booth y André Klitzke, cada uno con su propia influencia y posición en la sociedad. André, un modelo profesional, y Douglas, el hijo del embajador estadounidense en Gran Bretaña, compartían un profundo lazo de amistad con Elay.

—Lamento tanto esto, hermano —pronunció André, al borde de las lágrimas, abrazando a Elay con fuerza.

—Cuentas conmigo para lo que sea —añadió Douglas, uniéndose al abrazo con determinación.

NighteenOù les histoires vivent. Découvrez maintenant