Parte tres

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Saturn — Sleeping At Last.



Draco no fue capaz de articular palabra alguna. No podía creer lo que tenía frente a sus ojos. Pensó incluso que se trataba de un sueño ; una de tantas pesadillas que tenía con ella cuando no conseguía vencer al sueño. Sus ojos examinaron a la chica que tenía frente a él, que ahora era toda un mujer, incapaz de poder reaccionar. Su corazón iba tan deprisa que podía sentir cómo intentaba abrirse paso a través de su pecho mientras que su mente intentaba comprender lo que sus ojos veían.

La chica le miraba con una tímida sonrisa, casi invisible, insegura sobre qué decir o hacer. Al fin y al cabo, habían pasado cinco años desde la última vez que se vieron. Ella había imaginado en su cabeza un millón de veces este momento pero a la hora de la verdad, todo fue distinto.

—Yo... leí lo de tu padre en el Profeta —Su rostro se arrugó mientras daba pasos inciertos hacia Draco.

Se le aceleró el corazón todavía más, pensando que en cualquier momento le estallaría. Sin entender lo que estaba sucediendo, las palabras luchaban de nuevo por salir de sus labios; algo imposible. Miraba atónito a la mujer que tenía frente a él.

—Lo siento mucho —Añadió ella.

El ceño fruncido de Annelisse miraba a Draco con preocupación y temor. Lo observó detenidamente, analizando cada facción suya. Lo vio distinto. Comprendió su mirada rota, el dolor en esta. Había envejecido y estaba algo desaliñado, pero pensó que seguía igual de atractivo que siempre, a su modo. Vio a un Draco muy distinto al que recordaba y había imaginado en su mente todo este tiempo.

La mente traicionera de Draco pensó lo mismo. Contempló a la mujer que había visto en sus sueños frente a él y era distinta. Vio a una Annelisse mucho más mayor. En su esencia  igual, pero creía que estaba más hermosa que en sus sueños.

—Cuando me enteré, tuve que venir... —Habló así como terminó de acercarse, quedando frente a él—. No imagino por lo que debes estar pasando —La comisura de sus labios se torció.

Draco tuvo que tomar aire, respirar hondo al sentirla tan cerca. El aire parecía haber abandonado sus pulmones. Después de todos estos años, estaba frente a él. Había soñado con este momento desde que ella desapareció de su vida sin aviso, sin dejar una sola carta, una sola dirección, una sola señal de vida. A veces se decía a sí mismo que ella había muerto. Prefirió creer eso en vez de pensar que un día Annelisse dejó de quererle y le abandonó.

—Di algo, por favor —Musitó con angustia tras unos segundos.

Draco no sabía qué hacer ante tal situación y la mente le traicionó, o eso pensó él. Todas las noches en vela, llorándola, echándola de menos sin saber absolutamente nada de ella. Todas esas canciones escuchadas que parecían hechas para ellos dos, todos esos recuerdos y los que no pudieron crear; todo aquello pasó a gran velocidad por la mente de Draco, provocando que la ira manejara la situación.

—No tienes ningún derecho a estar aquí —Agachó la cabeza. Ni siquiera Draco entendió por qué lo había dicho, pero lo hizo. La rabia de todos estos años salió a flote, el coraje que Annelisse provocó en él, el vacío que dejó. Estaba enfadado y aunque quisiera haberla abrazado, no pudo evitarlo—. Por favor, vete... ¡Ya!

Annelisse se estremeció y tragó saliva, dolida por aquellas palabras. Aunque entendía perfectamente que Draco le hubiera hablado así. Al fin y al cabo, ella se fue sin dejar una sola pista sobre su paradero, desapareciendo por completo. Seguía  mirando a Draco, aunque éste mantenía su cabeza agachada, evitando mirarla. No era capaz de mirar a esos ojos otra vez.

Cinco horas con draco malfoy, pt.2Where stories live. Discover now