Parte ocho

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ANNELISSE había regresado al hotel una vez más. Cuando entró por la puerta, se sorprendió al ver que todo estaba recogido. Alguien había recolectado todas sus pertenencias y sus maleta estaba listas junto a la puerta. Frunció el ceño confusa, observando con recelo toda la habitación.

—Hola? —Preguntó en alto, esperando una respuesta.

Segundos más tarde, vió aparecer a alguien a quien no esperaba en absoluto por la puerta del dormitorio. Con una amplia sonrisa, se acercó a Annelisse.

—¿Me has echado de menos? —Sonrió de lado tras detenerse frente a ella.

—Albert, ¿Qué haces aquí? —Preguntó ella.

—¿De verdad creías que iba a permitir que te fueras sin mí? —Alzó una ceja—. He hablado con el Ministro y me he trasladado aquí.

—¿Qué? —Dijo casi sin voz.

—No voy a permitir que te quedes en un hotel cochambroso. Tengo un apartamento aquí en Londres, vamos.

Sin darle tiempo, Albert se dirigió hacia las maletas a la vez que tomaba de la mano a Annelisse y desparecían de allí en un abrir y cerrar de ojos. Reaparecieron a los pocos segundos dentro del apartamento de Albert, el cuál había mencionado.

Annelisse soltó un suspiro pesado. Albert era increíble y totalmente opuesto a Draco. Mientras Draco había conseguido enamorarse poco a poco de las actitudes Muggles, Albert continuamente usaba la magia para prácticamente todo. En cierto modo le gustaba la forma de ser de él; a Annelisse. Él era suelto, sin miedo, seguro de sí mismo y con carisma.

—Deberías haberme avisado —Dijo ella tras examinar rápidamente el lugar con la mirada y volviéndola hacia él.

—Sabía que tratarías de discutir conmigo y evitar que viniera, así que me salté ese paso. Ups —Rodó los ojos divertido, provocando una pequeña sonrisa en Annelisse.

—Eres increíble, Galbott —Dijo sacudiendo la cabeza.

—Bueno, hago lo que puedo —Ladeó su cabeza, mirándola—. Y bien, ¿Vas a contarme qué tal ha ido?

A lo que ella resopló.

—No lo sé. Supongo que mal, pero bueno, creo que me lo tengo merecido —Respondió. Albert recientemente se había enterado de lo que le sucedió a Annelisse, era el único por el momento que sabía por lo que ella había pasado todos estos años. El cuál acabó enamorándose de ella—. Te conozco y sé que no sólo has venido por trabajo, Al —Lo miró algo desafiante.

—Bueno, Ann. Sabes de sobra por qué he venido —A lo que ella rodó los ojos intentando no sonreír—. Sé por qué has venido tú y no me importa, te lo dije la ultima vez. Entiendo tu situación pero entiende tú la mía, que voy a luchar por ti hasta el final.

—Albert... —Exhaló—. Ya hemos hablado sobre ésto.

—Por eso mismo —Dijo tomando el rostro de Annelisse entre sus manos, quedando a pocos centímetros de ella y clavando sus ojos en los suyos—. Porque sé que has venido para descubrir qué va a pasar pero yo también debo hacerlo. Y aunque sé que es prácticamente imposible, sé que sientes algo por mí también.

Annelisse sabía que él tenía razón, al fin y al cabo si había regresado, era por descubrir si podía recuperar a Draco e intentarlo, aunque eso ya le parecía algo inalcanzable.

—No digas nada, tan sólo acéptalo —Suspiró—. Debo aunque sea intentarlo.

—Haces difícil odiarte —Se burló ella y sonrió levemente de lado. Él hizo lo mismo y sin dudarlo, Albert la besó tiernamente en los labios—¿De verdad vas a quedarte? —Susurró ella tras separar sus labios.

Cinco horas con draco malfoy, pt.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora