Parte cuatro

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19 de Abril, 2005.



AQUELLA MAÑANA, Draco se levantó y por primera vez en cinco años, no siguió en absoluto su rutina. Incluso aún, teniendo algo de resaca debido a la noche anterior, la cual él y Mittie se emborracharon. Madrugó y fue a darse una ducha mientras una vez más de tantas, volvía a pensar en Annelisse.

Repasaba mentalmente su rostro, el momento en que la vio, lo distinta que estaba y a la vez lo hermosa que seguía siendo. Todo lo que sintió al verla. Draco sabía en su fuero más interno que Annelisse nunca se había ido del todo de su corazón a pesar de sentir algo por Daphne. Y volverla a ver revivía un montón de sensaciones  y sentimientos que creía haber  encerrado bajo llave. Cuando terminó de ducharse, se enrolló una toalla al cuerpo, se dirigió al armario de su cuarto y se vistió. Necesitaba salir, a donde sea que fuese, para pensar.

Annelisse, esa mañana tras pasar la noche en vela, arrepentida de su decisión y en un arrebato, decidió hacer las maletas. Creía que había sido un completo error volver, por mucho que ahora, al parecer, pudiera hacerlo sin haber muerto en el intento. 

Tenía sus maletas listas una vez más. Sentada en el borde de la cama de su habitación de hotel, observó su mano con tristeza. Con la otra, acarició su muñeca, repasando las líneas de aquella atroz cicatriz que aquél voto inquebrantable dejó en su piel. Revivió todo el dolor una vez más, cómo su corazón se rompió y dejó incluso cicatrices emocionales aquella horrible noche.

Volvió a sentirse la peor persona del mundo de nuevo, impotente a la vez. Ella jamás habría hecho algo así, no le quedó alternativa. Forzada a jurar algo en contra de su voluntad, a tener que dejar atrás todo lo que amaba y dejar vacíos que nunca podrían llenarse sin ella aunque no lo supiera.

El ruido de la puerta la sacó abruptamente de sus pensamientos. Por un segundo dudó en si abrir, ya que no esperaba a nadie. De hecho, nadie sabía que estaba en aquél hotel salvo su familia, con quienes había estado hasta ayer desde que volvió a Londres.

Se levantó al ver que el ruido era persistente. Pensó que quizá su madre tenía algo importante que hablar con ella y había venido a verla pero lo que se encontró tras abrir la puerta fue algo totalmente distinto.

—Mittie —Jadeó con gran sorpresa y tragó saliva con preocupación—. ¿Qué haces aquí?¿Cómo has...?

—Ya no puedes ocultarte más. Fui a ver a tu madre y tras mucho pelear con ella, me dijo dónde estabas —Mittie iba a entrar pero Annelisse la detuvo.

—Mittie, no —Respiró hondo, haciendo una pequeña pausa—. Me voy. Me voy de Inglaterra hoy mismo.

—¿Qué? No, Annelisse, ni se te ocurra —La amenazó—. ¿Vas a volver a desaparecer? —Alzó su voz.

Annelisse frustrada, se dio la vuelta entrando en la habitación de hotel y Mittie la siguió, cerrando la puerta tras ella.

—Ni se te ocurra darme la espalda, Annelisse —Demandó enfadada—. ¿Después de desaparecer durante cinco malditos años sin explicación, vienes y, sin más, vuelves a irte?

—No tiene sentido que me quede —Respondió sin ganas, arrastrando la tristeza en sus palabras.

—¡¿Entonces por qué diablos has vuelto?! Por qué narices has regresado si ibas a irte de nuevo.

—Tenía que hacerlo, ¿Vale? —Alzó también su voz—. Me enteré de la muerte de su padre y tenía que venir. ¡No podía no hacerlo! —En cierto modo, eso era verdad y era todo lo que podía contarle.

Cinco horas con draco malfoy, pt.2Where stories live. Discover now