35. Y un día despertó

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Hande no podía dejar de llorar, la noticia que venía esperando hace meses por fin había llegado. Gamze y Caner no entendían que estaba pasando.

—¿Miy, qué sucede? ¿Qué pasó? —preguntó Gamze.

—¿Ocurrió algo malo? —preguntó Caner.

—No, no pasó nada malo. —respondió ella entre lágrimas.

—¿Y quién era, quién llamó?

—Eran de la clínica, dijeron que.. —hizo una pausa. —dijeron que Kerem se despertó.

—¿Qué? —dijo Caner sorprendido.

—Cómo qué se despertó, ¿Es en serio? —preguntó Gamze.

—Sí, se despertó. Está despierto. —decía ella con una sonrisa mezclada con lágrimas. —Tenemos que ir a la clínica.

—Pero claro, obvio vamos.

—Hay que avisarle a los chicos y a Çiğdem, y a papá, a Melis también. —decía ella con desesperación.

—Tranquila, respira. Tranquila. Vayamos al auto, y en el camino los llamamos. ¿Sí? —le dijo Gamze. —Vamos en nuestro auto, Caner maneja que está mucho más tranquilo que tú.

—Okei.

Hande se levantó del sofá aún con su hija en brazos, quien se encontraba dormida. Buscó lo más indispensable para llevar y listo. Por otro lado Gamze alzó a Mavi en brazos diciéndole que iban a ir a ver al tío Keke. Salieron todos de la casa y se subieron al auto; Caner al volante, Hande con Maia en el asiento de atrás y Gamze con Mavi en el asiento del acompañante.

Ya arriba del auto, Hande buscó su celular en su cartera y le dió al nombre de Cigdem para llamarla y avisarle. Luego de sonar dos veces atendió.

—Hola Çiğdem. —saludó Hande nerviosa.

—Hola mi niña, —saludó ella al otro lado de la línea. —¿Qué ha pasado? —preguntó.

—Han llamado de la clínica, Kerem se despertó. —respondió.

—¿Qué, en serio? —dijo emocionada. —Ay Allah, gracias.

—Si, estamos yendo para allí.

—Perfecto. Nos encontramos allá. —dijo.

—¿Tú puedes avisarle a Melis? Por favor. —preguntó Hande.

—Sí, claro. Tranquila yo le aviso.

—Gracias ma. Adiós.

—Adiós.

La comunicación terminó. Continuaron el camino directamente hacia la clínica, tardaron en llegar unas cuarenta y cinco minutos más o menos. El reloj ya marcaba casi las ocho de la noche por lo que el sol ya estaba oculto y la brisa del viento había aumentado.

Llegaron a la puerta de la clínica. Caner estacionó la camioneta cerca de allí y bajaron de la misma caminando hacia dentro. En recepción preguntaron hacia dónde debían ir ya que no sabían si lo habían cambiado de habitación o no; la chica que los atendió les indicó por donde debían caminar y ellos luego de agradecer hicieron su trabajo.

Subieron por el ascensor hasta el piso que les habían indicado y cuando llegaron caminaron por el pasillo encontrándose al final con Çiğdem y Pamir que ya habían llegado.

—Hola chicos. —saludó ella.

—Hola ma. —Hande la rodeó con uno de sus brazos, ya que tenía a Maia a upa. —¿Cómo estás? ¿Les han dicho algo?

NUESTRO REFUGIO | HANKERWhere stories live. Discover now