Benjamín
-¿Nos vamos, cariño?
Una ráfaga de viento heló mis manos que temblaban levemente. Sopese las palabras de mi esposa y con un poco de nostalgia respondí que sí. Ana me ayuda a poner de pie, suspiro profundamente antes de empezar a caminar.
Antes de alejarme observo una vez más esa pequeña lápida con el nombre de mi madre grabado. Al lado están las tumbas de mis abuelos Ian y Phoebe Tanner. Ana se agacha y termina de acomodar las flores que hemos traído. Creí que regresar a Detroit sería mas complejo y comprendí que no es así. Perdonar y dejar ir todo lo que me daño en el pasado fue la causa principal para que esto fuera más fácil aunque no deja de ser triste.
- Adiós, mamá.-bese una rosa blanca y la deje encima de la lápida.- A donde quiera que vaya siempre irás en mi corazón.
Seguí el camino que hay entre las tumbas, Ana va a mi lado guardando silencio mientras busca la otra tumba que venimos a visitar. Sonrió al encontrarla, aún no he leído el nombre grabado en ella, pero sé que esa es. Encima de la lápida hay un pequeño Audi de juguete en color gris.
-¿Esa es?-pregunta Anastasia señalándola.
-Sí, nena.
Sin prisa avanzamos hasta situarnos frente a ella. Las flores no faltan en la tumba y hacemos un poco de espacio para poner las que trajimos.
Harrison Benjamín Miller
(Bubu)
Amado padre y abuelo.
3 de marzo de 1935- 25 de junio de 1989Cierro mis ojos un momento y trato de mantener mis emociones al margen, sin embargo no puedo evitar derramar un par de lágrimas por el hombre que se encuentra aquí enterrado. He escuchado tantas historias de él y de ese amor incondicional que profesó por mi desde que nací. Mi ausencia marco una huella muy profunda en su corazón y no poder encontrarme fue su mayor dolor.
Anastasia pasa lentamente su mano por mi espalda de manera reconfortante. Mis lágrimas siguen saliendo y no hago nada para impedirlo. Su muerte me duele en gran medida a pesar de los escasos recuerdos que conservo de él por eso las fotos que Nathan nos tomo juntos las guardo como una de mis posesiones más preciadas.
Al tranquilizarme un poco tomo asiento en una de esas bancas de concreto que están en el cementerio.
-¿Quién crees que lo dejo aquí?-Ana toma el pequeño auto y lo ve detenidamente.
-Podría jurar que Nathan lo dejo.
Ella lo vuelve a dejar en su lugar, toma asiento a mi lado y recuesta su cabeza en mi hombro.
-¿Has hablado con Paul acerca de Nathan?
-No, nena, la última vez que hable con él no tuve la oportunidad.
-Él lo querría.-musitó viendo la lápida.
Por supuesto que él lo querría. No me imagino el dolor que sintió en su lecho de muerte sabiendo que uno de sus hijos desapareció junto al que él considero su nieto. Han pasado muchos años desde ese terrible incidente y Paul no ha podido perdonar a su único hermano.
-Sí, nena, es lo que él querría.
Después de media hora decidimos irnos. En el estacionamiento Phillips, Marcus y Crawfor nos esperan. Con ayuda de Crawfor entre al auto y Ana subió tras de mi.
-¿Al hotel, señor?-preguntó Philips.
-Antes haremos una pequeña parada.
Philips comprendió mis palabras y asintió poniendo en marcha el auto. Zeus iba muy tranquilo durante el camino y yo veía una a una las calles. En el pasado le tuve tanto odió y miedo a esta ciudad, que no es más que cualquier otra. Me tomo años volver, pero al fin cumplí mi promesa y regrese.
