—¡Emma Tomlinson Styles! —grita desde su lugar debajo de un manzano en el borde del patio trasero.
Viene cabalgando por el viñedo, su cabello rubio brillando bajo el sol mientras acaricia a Dolly en el cuello.
—Buena chica.
—No la hagas correr demasiado fuerte. —le regaña. —No es tan joven como solía ser.
—Ella está bien. —Emma desmonta y camina hacia él.
—¿Dónde está Sam? —reanuda, tarareando una de sus canciones favoritas de su nuevo álbum. Es un lanzamiento indie, una mezcla de música más instrumental donde su voz está al frente y al centro en lugar de mezclarse con sonidos de sintetizador pop. Le encanta.
—Está alcanzándome. —se sienta a su lado y deja que Dolly patee un poco. —Me encanta esa, ¿es la de papá Hazz?
—Papá salvándome la vida, sí.
—¿Del loco maquillador? —Emma pregunta.
—¿Quién te dijo sobre eso?
Ella se encoge de hombros. —El tío Winston cuenta las mejores historias.
—Bueno, la canción trata sobre eso, pero más sobre cómo me salvó con su amor. Cómo me quería por mí y no porque tuviera dinero o fama.
—¿Podemos saltarnos las cosas cursis? —ella arquea una ceja.
—Por las cosas cursis es la única razón por la que estás aquí, ¿sabes?
—Iugh, papá Lou.
—De todos modos, tal vez deberías ir a buscar a Sam. Es demasiado joven para que lo dejes atrás.
—Debería haber pensado en eso antes de arrojarme barro del arroyo. —señala una salpicadura en su camisa. Louis intenta no reírse cuando nota que tiene otra mancha de barro debajo de la mandíbula.
—Ustedes dos tienen que dejar de pelear todo el tiempo para cuidar a su hermana pequeña. —frota su vientre hinchado.
—Le enseñaré a pelear, no te preocupes. —ella se recuesta, su cuerpo de doce años extrañamente largo. Ella salió igual a Harry.
—Oye, no tan cerca de... ¡ay! —Sam aparece y golpea una rama de un manzano mientras su caballo lo lleva justo debajo de ella—. ¡Tú lo hiciste a propósito!
Emma y Louis se ríen cuando él salta y le da al caballo una mirada herida. Tiene nueve años y es tierra y peligro envuelto en más tierra.
—¿Tienes cajas de jugo? —pregunta mientras se tira al suelo a sus pies.
—Allí. —señala Louis hacia la pequeña hilera roja que Harry trajo para él.
—Genial. —agarra dos de la nevera.
Emma le tiende la mano a uno.
Observa cómo saca las pajitas de ambos y se las pone, luego comienza a pasarle una antes de llevarse ambas pajitas a la boca y beberlas.
—¡Sam! —Emma le da un puñetazo en el muslo. Arroja jugo por todas partes.
—¿Pero por qué?
—Chicos, denle un descanso a papi Lou. —la voz profunda de Harry atraviesa todo, y siente sus manos sobre las de Louis, ayudándolo a ponerse de pie.
—Déjalos pelear. Quizás sólo uno sobreviva.
Harry sonríe. —Así de malo, ¿eh?
Frota su espalda baja. —Están bien. Sólo estoy adolorido.
—Lo siento, papá Lou. —ambos dicen mientras Emma agarra una caja de jugo fresco.
Harry lleva a Louis a la casa, en el interior fresco es tan agradable para su piel.
—¿Mejor?
—Mucho mejor. —bosteza.
—Vamos. —lo toma entre sus brazos.
Louis está demasiado cansado para protestar mientras Harry lo lleva a su habitación y lo acuesta en la cama.
—Ella estará aquí pronto.
—No puedo esperar para conocerla. —le quita los zapatos y se frota los pies y los ojos de Louis se cierran.
—Espero que sea como tú. —le dice Louis. —Y atrevida como Emma y leal como Sam.
—Tal vez finalmente consigamos una que pueda cantar como tú. —responde Harry con ironía.
Resopla sólo de pensar en cómo fueron las lecciones de música con Emma y Sam. En una palabra: desastre.
—Tal vez sea así. —bosteza de nuevo. —Si ella canta como tú, tendré que exigir un reembolso a la cigüeña.
—Eres malo. —ríe y se mete en la cama a su lado, acurrucándose contra él mientras se queda dormido.
—Te amo mucho.
—Yo también me amo.
Louis se ríe y se queda dormido, soñando con su familia, su futuro y el amor de ambos que lo construyó todo.
