uno

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5 años antes.

Harry sostenía a su pequeña bebé de cinco meses, le estaba cantando una suave canción de cuna para que duerma. Era de noche y los truenos la habían despertado. La bebé cerraba de a poco sus ojitos azules, como los de su mamá. Cuando ella se duerme, el alfa la deja en la cuna y sale de la habitación para ir a la cocina.

Él solo tiene dieciocho años y tiene una hija. El alfa y omega, aún que este no lleve una marca en su cuello, viven en un pequeño departamento. No pueden darse muchos lujos, pero Harry trata de darle todo a Louis y a Abby, su bonita bebé.

Entrá a la cocina y ve a Louis, quién está haciendo unos sándwiches. Lo abraza por la cadera y lo apega a su cuerpo, dejando un beso en su cuello y luego en su cabeza.

—La bebé ya se durmió. —informa Harry.

—Gracias por hacerla dormir. —se da la vuelta y pasa sus brazitos por el cuello de Harry. Sus ojos azules ven con amor al contrario. Deja un beso en los labios del rizado—. Necesitamos pañales para Abby.

—Yo iré a comprar.

—No, yo iré. tú estás muy cansado.

—¿Seguro? puedo ir yo. No quiero que nada te pase.

—No me pasará nada, amor, no te preocupes. —le dió otro beso y se alejó de los cálidos brazos del alfa.

Tomó algo de dinero, su abrigo y se despidió de Harry, lanzando un beso por el aire, diciéndole que cuide a Abby y que lo ama.

Él sonríe. Su pequeña familia es hermosa.

Harry simplemente debió negar. No debió dejar que Louis saliera de noche, y más con lluvia.

Cuando recibió esa llamada sintió su mundo caerse a pedazos. Esas dos palabras simplemente rompieron su corazón.

Su pequeña familia era aún más pequeña. Sólo quedaban su hija y él, sin Louis.

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