La Boda

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Sábado 14 de abril | día 1

La boda.

Maldita sea, me voy a volver loca.
¡Bodas! Decían, ¡son hermosas! Decían, ¡lo mejor que te puede pasar! Me prometieron todo lo que no está pasando.

Llevo por lo menos 3 horas sentada en esta jodida silla. Mi espalda y trasero duelen, y ni hablar la mi cabeza.
Definitivamente jamás me volveré a casar.
Soy modelo, estoy acostumbrada a los estilistas, peinados locos, vestidos sueltos, apretados y descomunales. Me veo hermosa con este maquillaje pero el dolor de cabeza por culpa de aquel enorme moño que colgaron en mí, me está matando.

La mujer que se encargó de mi peinado hizo un buen trabajo haciendo lo posible porque sea indestructible por el movimiento, viento, peso y ya que estamos, por la tercera guerra mundial.

Los ganchos se clavan uno por uno en mi cabeza como agujas. La habitación está llena de profesionales en todos lo ámbitos, vestuario, peinado, calzado, maquillaje, y pasan uno tras otro sobre mi como si de una pasarela se tratase.

Jisoo, Brisa y Irene dan vueltas por el lugar, ajustando vestidos y dirigiendo a todo mundo con sus trabajos. Me dan un vuelta para preguntarme por cómo me siento y yo solo asiento con una pequeña sonrisa. Yo puedo tener siempre la misma cara de molestia o fastidio, pero ellas parecen gallinas sin cabeza.
Esta mañana no sabía qué era lo que me esperaba.

-_ Oh, Nini, te vez hermosa.

-_ creo que necesitaré aflojar un poco el peinado - metí mis dedos entre el cabello y sobé mi cuero cabelludo - si sigo así no llegaré a la medianoche.

-_ tranquila, la estilista dijo que se quitara el broche del medio cuando te ponga la tiara - dio un amordida a sandwich - ese solo esta para detenerlo mientras tanto.

Otra cosa temporal en mi vida.

-_ tenemos que estar ahí a las 5 - siguió - hay que apresurarnos.

Así fue, después de otra media hora estuve lista junto a Jisoo y Irene, mis damas. Me ayudaron a caminar y pasar por las puertas hasta la limo que esperaba fuera de mi departamento.
La tela que terminaba el vestido tenía que ser levantada para no mancharse con cualquier cosa, mientras una de mis manos toma el ramo y la otra el velo.

Por un momento me sentí como la princesa de los cuentos que mi madre me leía antes de dormir.
llendo hasta el lugar donde me uniré con mi amada. Lástima que no es mi amada.
Olvidé por un instante que esto no es real. Se sintió bien.

Los neumáticos dejaron de moverse junto a la imagen de la ventana. Llegamos. Una gran casa llena de decoraciones blancas por fuera, las luces, la gente, los olores, las sensaciones. Es mi día, ya no importa si es o no falso, es mi día.
Mi estómago burbujea de emoción, puedo volverme a sentir.. ¿Hermosa?, ¿completa?, yo ya soy hermosa, ya estoy completa, tengo mi empresa y trabajo de lo que me gusta.
Siempre me siento perfecta pero ahora lo estoy.

Entramos en la casa para dirigirnos hasta donde Lisa y otros hombres reposan. La emoción me inundó de la nada, como un tsunami golpeándome desde los pies hasta la cabeza, mis manos comenzaron a temblar y quedé petrificada por unos instantes.

Lisa lleva un esmoquin blanco con detalles negros, el cabello en un chongo mas sencillo que el mío, para su suerte, y maquillaje tradicional, labios rojos, sombras doradas y rubor el las mejillas, para mi suerte se ve hermosa. No mas que yo, pero es deslumbrante.
Me espera al lado del hombre con los papeles y en cuanto posó mi trasero en el asiento me sonríen mutuamente.

Dios, mis dedos tiemblan. Todo está decorado de blanco y dorado, dándole un toque elegante. Mis pupilas vuelan por toda la habitación, la burbujas de mi estómago se apoderan de todo mi cuerpo cuando encontró los ojos de Lisa.
Todo está lleno de brillitos, incluso los ojos de mi prometida, quien desde que entré no me a quitado un ojo de encima. Me gusta la atención, pero esta es la atención que siempre esperé de mi futuro marido.

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