Capítulo 12

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Abigail

En la mejilla, un maldito beso en la mejilla.

De ser humanamente posible estaría echando chispas.

Me levanto de la cama huyendo de él y disimulando, aunque en mi cara está plasmada la decepción, porque yo quería que ese beso fuera en los labios.

—No me mires así. —me dice cuando nuestras miradas se topan.

—¿Así como?

—Como si me quisieras matar.

—Ya veo que mi mirada refleja mis deseos.

—¡Oye!, recuerda que estoy en un hospital.

—Y tu recuerda que los amigos se pelean entre sí.

Hace una mueca y me imagino que pensó en mi golpeándolo, no sería tan malvada sabiendo como se encuentra.

—Que sádica. —masculla en tono jocoso.

—Y eso que no me has visto con un látigo.

En que momento de esta conversación pasamos a bromear como si fuéramos amigos de toda la vida.

—¿Chicos? —la voz de Aisha me recuerda donde nos encontramos.

Me separo de la cama de Edward ante la atenta mirada de todos.

—¿Qué pasa? —les pregunta Edward.

—Nada, solo comentábamos el futuro beso. —responde Dennis.

—¿Futuro beso? —Edward los mira extrañados.

—Sí, según Aisha está probado que después de un beso en la mejilla viene uno en los labios.

—¿Probado por quién? —le pregunta a Aisha.

—Por los libros de romance. —responde la susodicha con una sonrisa.

—Ya me estaba asustando. —les comento burlona.

—¿De qué? ¿De qué nuestro próximo beso sea en los labios?

—No puedes asustarte de algo que no va a ocurrir.

—Ya lo veremos.

La puerta se abre interrumpiendo nuestra amena conversación, dando paso al doctor.

—Hola Edward, veo que estás bien acompañado, pero lamentablemente solo puede tener un acompañante, sus amigos pueden esperar afuera.

Los a chicos comienzan a salir y yo iba a seguirlos cuando el doctor me llama.

—Sra. Woods, necesito que tomes asiento para lo que le vamos a decir.

Ah, cierto, que ahora soy la esposa de Edward.  

Me siento en una silla que está al lado de la cama e ignoro la mirada divertida que me lanza Edward.

—Edward, ya salieron los resultados de los análisis —al doctor decir eso un silencio llena la habitación y su rostro serio no inspiraba nada bueno.

—¿Qué salió doctor?

—Bueno, controlamos el neumotórax, así que no tendrás problemas futuros en este aspecto. Las costillas lastimadas y los golpes sanarán poco a poco, pero eso no es lo que me preocupa.

La seriedad que está marcada en su rostro nos hace compartir una mirada.

»—Cuando te desmayaste tu cabeza colisionó con el suelo provocando una leve inflamación, pero por muy leve que sea es un motivo de gran preocupación.

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