Epílogo

1.5K 242 80
                                    

Abigail

Las hojas de los árboles caen y el viento frío me hace estremecer. El invierno está a la vuelta de la esquina y había llegado el momento de despedirnos del otoño.

Las pisadas resonaban en el asfalto, hay un silencio interrumpido por el sonido del viento y las hojas al moverse.

Subimos lentamente la colina a ese lugar en el que no había estado en años. Hay hojas secas en el suelo que me traen recuerdos de mi niñez, cuando jugaba y corría sobre ellas con Lana.

Mis pies detienen su caminar hasta llegar al exacto lugar que vinimos a ver.

—Hola, mamá y papá.

Mi voz suena ronca ante todas las emociones que siento y Edward a mi lado toma mi mano, apretándola en señal de fortaleza.

Frente a nosotros se encuentran impolutos las tumbas de mis padres.

Visualizo a ambas y mi corazón se oprime de dolor al ver a la de mi madre.

Pasaron tres meses desde que descubrí que mamá había traicionado a mi papá. Al principio la odie y me sentí muy dolida, pero al pasar los meses comprendí que no podría juzgarla. No entendía los motivos de su traición, pero no viviría con odio en mi corazón.

Al final la perdoné, aunque haya cometido muchos errores seguía siendo mi madre.

—Sé que hace mucho tiempo que no venía, y por ello quiero pedirles perdón. Perdónenme por no venir a visitarlos antes pero no tenía fuerzas para afrontar la realidad.

»—Mamá —hablo mirando la tumba donde yacen sus restos—, sé que cometiste muchos errores, pero sigo amándote por ser mi madre y eso no va a cambiar.

»—Papá —centré mi atención en la otra tumba—, te extraño... mucho.

Edward se acercó más a mi y me abrazó por la espalda, no puedo estar más agradecida de que esté a mi lado en este momento.

—Lana despertó hace tres meses y no puedo estar más feliz. Desde entonces no me separo ni un segundo de su lado, tenemos que recuperar el tiempo perdido —rio—, son muchas cosas las que tengo que contarles, pero no me daría tiempo.

»—También les cuento que conocí a un hombre increíble.

—Ese soy yo. —salta Edward.

—No, hablaba del vecino —bromeo y él me pone mala cara—. Claro que hablaba de ti, cangurito.

—Más te vale. —amenaza burlón y me besa la mejilla.

—Es medio idiota, pero es un buen hombre —les aclaro a mis padres.

—¿Sabes por qué quería venir contigo? A parte de acompañarte, por supuesto. —exclama Edward.

—¿Por qué?

—Porque quería venir y presentarme ante mis suegros como un caballero —explica y luego fija la mirada en las tumbas de mis padres—. Suegra, suegro. Quería presentarme ante ustedes y demostrarles mis intenciones para con su hija.

»—Mis intenciones son las mejores, quiero hacerla feliz y algún día verla caminar de blanco en mi dirección.

Las palabras de Edward me hicieron soltar unas lágrimas, las cuales no esperó ni un segundo antes de dedicase a besarlas y limpiarlas de mi rostro.

—Así que espero tener su bendición—terminó de hablar con mis padres.

—Me encantaría seguir hablando con ustedes, pero me tengo que ir —les anuncio a mis padres—. Volveré pronto.

—¿Nos vamos? —cuestionó Edward.

Asentí y tomé su mano para volver por el mismo camino.

•✦───────────•✧

 
Bajamos del coche riendo ante las bromas de Edward.

Sí, leyeron bien. En estos tres meses Edward y yo hemos estado combatiendo contra nuestros traumas y casi lo hemos superado. Edward ya puede ver la sangre sin desmayarse y yo ya puedo subir a un coche, pero solo si él conduce.

—Espera. —Edward detiene mi andar hacia el interior de la galería de arte.

—¿Qué pasa?

—Te tengo una sorpresa, pero tienes que cerrar los ojos.

Emocionada ante la idea de una sorpresa asiento con una sonrisa. Edward de coloca atrás de mi y coloca ambas manos en mis ojos y guía mi camino.

Supongo que la sorpresa se debe a que hoy es mi cumpleaños, pero no tengo ni idea de que podría ser.

—¿No me vas a volver loco preguntando sobre que trata tu sorpresa? —me pregunta y yo niego.

—No ¿Pero si quieres te pregunto?

—¡No!

Ambos reímos, risa que se interrumpe cuando detenemos nuestro caminar. Intento adivinar si hay personas al rededor, pero no se escucha nada, todo está en total silencio.

—¿Lista para ver tu sorpresa? —su voz suena nerviosa, lo que me lleva a cuestionarme de que trata la sorpresa.

—¡Sí!

Un segundo después sus manos son retiradas de mi rostro y la imagen frente a mi me hace llorar.

—E... Edward. —mis palabras se entrecortan por la emoción.

—¿Te gusta?

Sin darle respuesta me giro tirándome encima de él con lágrimas en los ojos, pero con una amplia sonrisa.

—Me encantó.

—Feliz cumpleaños, gatita.

Lo suelto y vuelvo a fijar la vista en el cuadro. Estamos en el mismo lugar donde hablé con él por primera vez o más bien peleamos por primera vez.

Y "Luces y sombras" se encuentra ahí, en el mismo lugar que estaba hace 6 meses.

—¿Cómo lo conseguiste? —le pregunto, pero es otra persona quien responde.

—Tu novio es muy persuasivo. —dice la voz de Kevin.

Miro a todos en el alrededor, están mis amigos, mi familia y a esas personas que son queridas para mi.

—Gracias. —le agradezco a Edward.

—Mi gatita no es nadie sin su "Luces y sombras"

—Tienes razón —miro su rostro—, yo no soy nadie sin mi luces y sombras.

Pero yo no hablo de la pintura, sino de él. Él es mi luz y mi sombra. Y no podría vivir si no está a mi lado.

Porque juntos formamos un Gris mágico. Ese que se vería hermoso en un lienzo con destellos y penumbras.

Porque eso somos, una obra de arte sin autor y aún sin terminar pero que a pesar de los años seguirá plasmada en un lienzo.

Hasta que esos fragmentos en blanco se pinten de un gris sin igual, convirtiéndonos en una obra de arte con Luces y sombras que evolucionan a un Gris con destellos y penumbras.

Fin.


Luces y sombras ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora