Esa mirada y aquella foto...

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Pov Arizona

Haber vuelto a sentir a Callie de la manera en que lo hice fue increíble, ella disfrutó cada parte de mí como siempre solía hacerlo y eso me hizo confiar un poco más en que todo va a estar bien.

Mis inseguridades vuelven a pasar a un segundo plano en este momento, se que ella no quiso decir lo que dijo y tengo que tratar de creerme que soy una persona que vale la pena, como cualquier otra en este mundo.

Me hizo sentir deseada, amada y necesitada, ella sabe como hacer para tocarme y erizar mi piel al instante.

- Empece a sentir pequeños besos en mi abdomen y restregué mis ojos para despertar de a poco. -

- Holiss! -Dijo ella con una sonrisa que parecía querer salir corriendo de su boca, su pelo estaba desordenado y su remera dejaba ver sus hermosos pechos por debajo. -

- Hola bonita! -Me acerque a su boca y junte nuestros labios sintiendo el sabor a café en su boca. - Tomaste café? -adujé sonriendo y aún saboreando mis labios. -

- Si, me atrapaste, tengo el desayuno abajo, ¿Vamos? -La amo, que quieren que haga. -

- Si...para, Call? Ya es otro día? -Dije totalmente desconcertada, porque nos habíamos acostado a las 7 de la tarde. -

- Ella comenzó a reír y me acarició la mejilla con suavidad. - Si amor, dormimos un montón, el sexo nos agotó totalmente. -

- Call pero ayer no cenaste, tenias que hacerlo. -Mi mirada ya no era de felicidad y mi sonrisa desapareció. -

- Tranquila amor, ya llame a la doctora y le dije, me dijo que desayunara muy bien y que el almuerzo fuera intenso, está todo bien. -Respiré aliviada y ella me abrazó. -

- Bueno entonces vamos por ese desayuno, tengo tanta energía que podría correr un maratón. -Dije entre risas y ella soltó una carcajada. -

- Creo que esta noche te voy a dejar cansada de nuevo. -Me guiño el ojo y cuando me iba levantando sentí su mano golpear con suavidad mi glúteo. -

Cepille mis dientes, peine un poco mi pelo y me lave la cara para bajar con mi mujer a desayunar.

Su boca tenía algunas miguitas de la tostada que tenía en una de sus manos reposando y en la otra su café a medio tomar.

Me quede en la escalera unos minutos mirándola, perdiéndome en esa morena que suele dejar el café por la mitad y viene en busca de mi para que yo continúe lo que no quiere terminar.

Igual creo que ya no es porque no puede, sino que es costumbre terminar compartiendo el café negro porque solas no lo terminamos.

Como lo veía venir, cuando volví a mirarla ya venía hacia mí masticando su tostada y con su sonrisa intacta.

- Me ayudas con el café? -Dijo poniendo su mayor cara de tierna pareciendo una nena chiquitita. -

- Justo estaba pensando en que ibas a venir a decirme eso. -Baje los últimos dos escalones que restaban y le di un beso cortito. - Obvio que quiero. -Le saque la taza de las manos y le di un gran sorbo al delicioso café. -

- ¿Por qué siempre te sale increíble? Esto me enoja. -Fingí un puchero que salió mal porque ella comenzó a reír. -

- No lo sé, quizá porque lo hago pensando en que la otra mitad es para vos. -No voy a negar que mi corazón se estrujó al escuchar eso. -

- Te amo. -Solte sin más tirándome a sus brazos. -

- Yo más chiquita mía.

Terminamos de desayunar en el sillón mirando las noticias, viendo como las cosas empezaban a ser un poco mejor, sobre todo acá en Nueva Zelanda, no habían casi casos e iban a comenzar a quitar restricciones, quizá hasta volveríamos al trabajo.

"Reloj de arena"Where stories live. Discover now