Capítulo 11.

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Me acerque lentamente, vi como se acercaban algunas chicas, se reían por lo bajo, creo que ya tenía una idea de lo que iba a pasar.

—Pasa–ofreció Anna con una sonrisa.

—Pasa tu primero–dijo ella amablemente.

—Gracias.

Iba a abrir la puerta, corrió hacia ella, la empuje, abri la puerta rápidamente, me cayo un balde de agua encima, sentí un horrible dolor en la cabeza, escuché como todos se asustaron, me quite el balde de la cabeza.

—Diego yo...–la chica estaba nerviosa.

—Tú ibas a hacerle una broma a Anna ¿verdad?

—Si pero es que...solo era una broma...inofensiva.

—¡Deja a Anna en paz! Ella no te ha hecho nada ¿Por que no mejor te vas a molestar a otro lado?

—¡Oye no le hables así!–interrumpió Henry.

Solo lo vi molesto ¿en serio se iba a poner de su lado? Creí que era menos idiota, lance el balde al suelo.

—Seguramente tú también la ayudaste a hacer esto–respondí.

Henry y la chica se quedaron callados, me di la vuelta, empecé a caminar hacia la enfermería, me había dolido mucho, pero era preferible soportar este dolor a que Anna estuviera lastimada, sentí que alguien me tomó del brazo, me di la vuelta, se trataba de Anna, me veía preocupada.

—¿Que haces aquí?–le pregunte.

—Ten–dijo mientras me daba su suéter.

Al verla sonreí, a pesar del dolor que tenía, lo tomé, lo vi detenidamente, era pequeño para mí.

—¿Un suéter de chica? Por si no lo sabes unicornio soy un chico.

—Pero es negro, nadie se dará cuenta, además si te quedas con esa chaqueta morirás–explicó preocupada.

—No moriré–reí–tranquila me quitare mi chaqueta, no soy tan estupido como para dejarmela puesta.

—¿Como sabias que me harían una broma?

—Las escuche hablar de que harían una gran broma y cuando vi que te dejarían pasar primero me di cuenta de que la broma era para ti.

—Te agradezco que hayas hecho eso por mi–dijo con una sonrisa.

Me quite mi chaqueta, me puse su suéter, me quedaba pequeño, ella tenía una gran sonrisa.

—¡Te ves adorable!–exclamó mientras alegremente.

—Me veo estupido–respondí mientras me lo quitaba.

Sonó la campana, ella hizo una mueca, ojalá estuviera en la misma sección que ella, así no la molestarian esas chicas.

—Claro que no–sonrió–ya me voy a clases, te veo luego.

—Suerte con los idiotas.

Se rio, se fue corriendo a su salón, me quedé viendo su suéter, sonreí como un tonto, se lo devolvería luego, me dirigí a la enfermería, necesitaba una pastilla.

****

A pesar de mi dolor de cabeza me hicieron quedarme a la hora de salida, ya que la maestra creyó que lo invente, al entrar al salon vi a Sally aburrida, me senté a su lado, ella me lo molesta.

—Lamento que te castigaran por mi culpa y por molestarte con las fotos, de hecho ya las borre–me disculpe–fui un poco cretino.

—También es mi culpa, no debí inventar ese rumor, pero es que tu no me agradas, quería molestarte de alguna manera–confesó apenada.

—No hay problema.

—Puedo saber...¿Por qué te molesto tanto que inventara eso?

—No me molesto–me reí–pero a Anna la incómodo un poco, por las chicas que la miraban feo...

—Oh si, tus admiradoras.

—Si, ella es mi primera amiga, así que no quiero que se sienta incomoda a mi lado.

—Eso es muy lindo de tu parte.

—Gracias por aclarar todo.

—¿Amigos?

—Seguro.

—¡Hagan silencio! ¡Están en detención!–regaño la maestra.

Ambos nos observamos y tratamos de contener la risa, la maestra nos veía molesta.

¿Cómo hago que me ames? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora