Ella colocó su confianza en la persona incorrecta, provocando que una serie de malos sucesos ocurrieran.
Mientras cumplía su deber, pasó de ser parte de la lista de los mejores héroes del país a perderlo todo en cuestión de segundos, incluyendo su...
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—Lamento molestar, pero olvidaste esto... - extendió los papeles con una sonrisa
La de menor estatura seguía en su trance, al parecer todavía le afectaba un poco la increíble similitud que había de ese chico con el de su antiguo amor.
Emma al ver cómo su amiga no contestaba, decidió darle un codazo para que está reaccionara.
—Oh sí, gracias— respondió tartamudeando un poco para después tomar velozmente los papeles
—No es nada...— sonrió y después se fue
Soltó varias respiraciones para controlar su acelerado corazón, posteriormente siguió su camino a la oficina. El dúo que la acompañaba al instante se extrañó por el comportamiento de su amiga al hablar con el chico que le regreso los papeles que olvidó en la cafetería, sin embargo al preguntarle sobre esto, ella negó toda rara actitud y solo menciono que no había porque preocuparse.
Al llegar al edificio, continuaron con su respectivo trabajo. Todo iba normal hasta que entre el papeleo que justamente olvidó en la cafetería, una pequeña nota salió de estos y cayó al suelo junto a su pie derecho. Se inclinó para recogerlo y al instante notó lo que estaba escrito en esto, por lo que de nuevo se puso nerviosa, además del claro tono rojizo que empezó a adornar sus mejillas.
—T/N.... ¿Estás bien?
—Ah, ¿qué?— respondió confundida —Oh, William... Si, si estoy bien, ¿por qué?— preguntó ahora ella escondiendo la hoja con el número
—Es que estas roja— se acercó y tomó su rostro entre sus manos —¿No estas enferma?
—No, no, no, para nada...— volteó a otro lado —Estoy bien, gracias por preocuparte
—Si necesitas algo puedes decirme ¿okey?— soltó su agarre delicadamente
—Lo se, gracias— sonrió
El varón le dedicó una última sonrisa y se retiró, a lo que la contraria rápidamente soltó el aire que estaba conteniendo en sus pulmones con un suspiro un poco fuerte.
—¿Qué te dijo William?— preguntó Emma al pasar a su lado
—Oh, pues... Solo me preguntó si estaba bien, es todo
—¿Y para eso es necesario agarrar tu rostro?— Damián levantó una ceja
El sonrojo regresó cubriendo todo su rostro, ¿Qué demonios sucedía? ella no era de las personas que se ponían así porque le pasaran un número telefónico o porque le agarren el rostro de esa forma. Tal vez la falta de convivencia con hombres de forma romántica en todos esos años le comenzaba a afectar.
