CAPÍTULO 2: Travesuras

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Han pasado dos años desde que nos mudamos a la nueva casa y tengo que decir que fue la mejor decisión que tomaron mis padres en toda su vida.

Papá sigue viajando mucho por su trabajo y mamá no ha mejorado demasiado de manera que, cuando veo que voy a ser el objetivo de su enfado, desaparezco para ir a casa de los Parker y allí todos mis problemas se esfuman.

El señor Parker, o Charles, como prefiere que le llame, es el padre que me gustaría tener. Siempre me trata bien, como a todos sus hijos y me deja ir a las obras con los mellizos, que ya sé que no son animales, sino dos niños que nacen a la vez. Charlie, Dave y Andy siempre están con nosotros y ayudan a Charles para que no nos quedemos solos.

—Vamos Liam, no seas cobarde, lo único que hay que hacer es entrar en el almacén y pintar de rosa todos los balones de baloncesto— Nicky tiene la brillante idea de vengarse de los niños del equipo de baloncesto por burlarse de ella diciendo que parece un chico y a mí me parece una idea divertida, pero Liam teme que nos castiguen.

—Nos van a castigar otra vez y papá se enfadará. Ya está enfadado con el parte de ayer de Andy— dice Liam preocupado.

—Pues lo hacemos nosotros. Tú quédate vigilando fuera y avisa si viene alguien— soluciono sus dudas y planeamos nuestra venganza.

Al terminar las clases, antes de ir a nuestro entrenamiento de béisbol, los tres nos escondemos para llegar al almacén del material del equipo de baloncesto. Liam se queda fuera vigilando y Nicky trepa por la pared, ayudándose de un árbol hasta alcanzar la ventana abierta. Entra con facilidad y se asoma para ayudarme tirando de mí hacia dentro. Los dos nos caemos sobre una colchoneta y empezamos a reír hasta que escuchamos a Liam hablar casi a gritos con el entrenador de baloncesto intentando distraerlo.

—Tenemos que salir de aquí— digo a Nicky preocupado por si nos descubren.

—¿Por dónde quieres salir?— pregunta sin dejar de reír en voz baja—empieza a pintar. Liam lo distraerá el tiempo suficiente para que nos dé tiempo.

No puedo negarme porque Nicky ha empezado ya a pintar como una loca y me uno a ella mientras seguimos escuchando a Liam plantearle al entrenador incluso unirse al equipo y el pobre hombre se lo está creyendo. Los Parker son unos grandes deportistas y destacarían en cualquier deporte, pero la pasión de Liam es el béisbol y dice que será profesional.

—¡Listo! Vamos a subir para que Liam deje que entre. Tendremos unos segundos para saltar fuera mientras entra—Nicky sube rápidamente a la ventana y tira de mi mano para ayudarme.

Me parece impresionante cómo es capaz de trepar, escalar y correr mejor que nadie. A veces, incluso a Liam y a mí nos cuesta seguirla y Andy siempre intenta evitar una competición con ella.

Estamos los dos acurrucados en la ventana hasta que Liam nos ve y entiende que es el momento de dejar que el entrenador pase al almacén.

En cuanto el entrenador desaparece por la puerta, Nicky salta al suelo como si fuera un escalón y no un salto desde una altura de dos metros.

—Jason, salta. Te va a ver—susurra Nicky haciendo gestos con las manos para que salte.

Está demasiado alto y me da miedo. Creo que voy a hacerme daño, pero no tengo más remedio que saltar así que, me tiro al vacío sin mirar abajo. Me hago daño en los pies y solo consigo salir corriendo antes de que salga el entrenador gritando enfadado gracias a que Liam y Nicky me dan la mano y tiran de mí.

Nadie nos ha visto y no pueden asegurar que hemos sido nosotros, pero aun así, somos los únicos acusados y al día siguiente estamos en el despacho del director defendiéndonos.

—Yo no pude ser, estaba fuera hablando con usted—dice Liam con mucha lógica.

—¡Me estabas distrayendo! Dijiste que estabas pensando unirte al equipo y es mentira—era difícil saber si el entrenador estaba enfadado por los balones rosas o por no contar con Liam para el equipo.

—Lo estaba pensando, pero mi padre me ha dicho que elija un solo deporte y prefiero el béisbol—Liam se defiende poniendo la cara de niño bueno que hace que todos los adultos caigan a sus pies.

—¿Y vosotros dos? ¿Cuál es vuestra coartada?—pregunta el director señalándonos a Nicky y a mí. Yo me quedo mudo, pero ella siempre tiene una respuesta.

—¿Coartada? ¿Por qué tendríamos que tener una coartada?—pregunta Nicky también con cara de ángel—no estábamos allí, estábamos jugando por ahí.

—¿Tenéis algún testigo?—preguntó el director animado por el entrenador.

—Si no hay ningún testigo que nos viese en el almacén, ¿por qué necesitamos que alguien diga que no estábamos allí?— los dos adultos miran a Nicky con los ojos muy abiertos antes de cruzar miradas entre ellos.

—Sabes que podemos llamar a vuestros padres y, si es verdad que habéis sido vosotros, os expulsaré un par de días—amenaza el director. Un castigo en el colegio no me da miedo, pero que llamen a mi padre sí. Necesitamos salir de esta.

—¿Por qué creen que fuimos nosotros? ¿Qué motivo podíamos tener para pintar los balones de rosa?—digo buscando dar la vuelta a la acusación. Si piensan que tenemos un motivo, tendrán que reconocer que los chicos del equipo acosan a Nicky.

—Para vengaros de los chicos del equipo, claro—el entrenador reacciona justo como esperaba, perdiendo los papeles para salirse con la suya.

—¿Por qué querríamos vengarnos del equipo de baloncesto?—pregunta Liam entendiendo mi estrategia. Nicky empieza su actuación de víctima y agacha la cabeza mirándose los pies como si fuera a empezar a llorar. Los dos adultos se quedan en silencio mirándonos—debe saber algo para pensar que queremos vengarnos de ellos, ¿no?—insiste Liam.

—Y si hay algo por lo que quisiéramos vengarnos y ustedes no han hecho nada al respecto....—empiezo a decir.

—Quizá sí que debería llamar a nuestro padre para explicárselo—Liam termina mi frase y así conseguimos que, para no tener que hablar con el señor Parker y explicarle que todo el equipo de baloncesto acosa a su hija con el beneplácito del colegio, salimos del despacho libres y sin cargos.

Los chicos del equipo de baloncesto dejaron a Nicky tranquila por una temporada pues Charlie, Dave y Andy fueron a hablar con ellos cuando se enteraron de lo ocurrido, pero no dijeron nada a su padre de la travesura que fue divertida, pues el equipo tuvo que jugar sus siguientes partidos con balones rosas soportando las burlas de todos los equipos rivales.

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