Capítulo 2. Padre

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Alex

Me desperté cuando la primera patada aterrizó con precisión en mis costillas, lanzándome a lo que suponía eran metros de distancia de mi lugar inicial. Al principio estaba muy desorientado pero no podía dejar que eso me impidiera levantarme, tardé unos segundos en ver dónde estaba, pero solo hizo falta una pequeña mirada a mi alrededor para ver que me encontraba en el centro del pueblo que este último tiempo había sido mi hogar.

Poco a poco los recuerdos vinieron a mi mente, las arañas, la matriarca Black y sobre todo Jade, cuando su recuerdo pasó por mi mente mi mano tocó instintivamente mi cuello, donde ahora también lucía su marca, ese gesto hizo que el silencio que caracterizaba al pueblo fuera roto por un gruñido casi animal. Rápidamente salí de mi ensoñación para centrarme en mi agresor, aleje la mano de mi cuello y lo observé por unos instantes. 

Era uno de los hombres más imponentes que jamás había visto, aunque yo era un par de centímetros más alto y un alfa poderoso, no podía siquiera compararme a ese aura de grandeza que le rodeaba. Estaba desnudo de cintura para arriba, sus piernas estaban cubiertas de unos pantalones negro, un cinturón de cuero cargado de armas lo sujetaba, pero lo que más llamaba la atención eran los gruesos y negros trazos que cubrían gran parte de su piel. No podía asegurar que fueran tatuajes, parecían más bien pinceladas que adornaban un cuerpo extremadamente fuerte y bien compensado. 

No me hacía falta más que mirarlo para saber que era un lobo, y que era un Alfa, que además debía ser muy fuerte, porque jamás en todos mis años de existencia había sentido la necesidad de arrodillarme ante nadie, tenía un aura de poder vagamente familiar, y aunque mi lobo quisiera agachar las orejas y ponerse de rodillas yo subí aún más la cabeza solo para mostrar que no tenía miedo -¿Quien eres y porque me atacas?- pregunté sin rodeos.

El hombre me miró de arriba abajo dos, y hasta tres veces, no sabía muy bien si me estaba evaluando o juzgando, pero para él no parecía una amenaza. Me estaba cansando, no estaba acostumbrado a que la gente no responda a mis preguntas, a día de hoy solamente Tyler y la bruja habían osado desafiarme de esta manera, uno sabiendo que no habría represalias en su contra, y la otra porque esa era su naturaleza. 

Cuando di el primer paso para acercarme al hombre, decidido a aguantarle la mirada, pude ver  una mano que se movía más rápido de lo que ningún ojo humano podría registrar, un movimiento perfectamente coordinado. El hecho de no ser humano me salvó, porque la daga que me lanzo atravesó mi hombro y no mi corazón, que entendía que era el lugar al que apuntaba. 

El impacto fue tan fuerte que me desequilibró y me hizo acabar en el suelo, apenas tardé un segundo en incorporarme, pero cuando lo hice el hombre ya estaba enfrente de mí. Era imposible, se movía más rápido que cualquier lobo que hubiera visto, y podía asegurar que era mucho más letal. En el siguiente parpadeo agarró el cuchillo que tenía incrustado en mi hombro y lo sacó, antes de que a mí me diera tiempo siquiera a reaccionar, ¿Quién era este tío? Me preguntaba, y justo cuando me preparaba para atacarle habló.

-Eres lento, y eres débil- escupió al suelo antes de continuar, pero en ningún momento dejé de mirarle -¿Eres lo mejor que queda de mi raza? Eres una vergüenza para lo que fuimos, para lo que construimos - y se cayó, podía ver cómo temblaba de ira pero no iba a dejar que nadie me insultara así, por eso me transforme.

Le ataque en mi forma de lobo, era el Alfa más fuerte que quedaba en este mundo, aunque si lo pensaba bien, aparte de Raquel ya no quedaba ningún otro. Iba directo a su cuello, y seguro que con la yugular arrancada no era tan valiente, pero ni siquiera puedo acercarme, de un puñetazo había conseguido tumbar a mi lobo en pleno salto y volver a transformarme en un hombre. 

El sacrificioWhere stories live. Discover now