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Una guerra de mil contra nueve.

La Sakura de aquella dimensión ató un papel a la pata del halcón que el chico a su lado le había proporcionado. Este reposaba en el antebrazo de su dueño, tras recibir un par de órdenes, se elevó por los cielos.

—¿Si sabe dónde está nuestra base?

—Por supuesto que sabe— enfatizó el Sasuke, —Mi halcón es más brillante que cualquiera de tus amigos.

—O sea que nos espiabas.

La chica se cruzó de brazos. Sasuke permanecía escéptico.

—No de la forma que insinuas.

—¿Yo estoy insinuando algo?

Entrecerró los ojos.

—Como sea— Sasuke le devolvió la mirada a su hermano. Este se encontraba a unos pocos pasos. —No veo como es qué vamos a necesitar refuerzos.

—¡Orochimaru tiene un ejército!— dijo indignada.

—Y nosotros tenemos a mi hermano. Y a dos yo.

Sarada quien hasta ahora venía escuchando las peleas de esos dos, chasqueó un punto para Sasuke.

—Debe ser suficiente.

Sus padres habían evaluado la situación de todas las formas posibles. Conversaron con Itachi. Armaron un plan. Ambos le recalcaron que tanto ella como sus compañeros debían quedarse atrás porque estaban en una condición crítica. No lo sentían tanto porque su madre constantemente infundia su chakra en ellos, pero aún así...

—Kakashi sensei dice que después de salvar a papá nos iremos de inmediato— mencionó Boruto a su lado.

Ella ladeó la cabeza.

—¿Cómo te sientes?

—Aterrado. Me dijo que mi mamá va a tirar todos mis videojuegos cuando llegue. Pura maldad.

Sarada le dió una risa seca.

—Posiblemente mi madre me encadene a mi cama. No más entrenar. Correré el riesgo de que otros me superen.

—¿Y tú, Mitsuki?— ese era Boruto. —Jamás en mi vida veré a tu padre igual.

A esto le siguió un escalofrío. Por parte de ambos.

Mitsuki sólo se encogió de hombros.

—El dirá que es parte de mi faceta adolescentes rebelde.

—¿Cuántas facetas piensas tener, hombre?

—No fue mi faceta— dijo escéptico. —Fue la de ustedes.

—La de Sarada.

—Bien que me seguiste— recriminó.

—Ya, ya— Boruto los abrazó a ambos. —No hay que pelear.

Sus padres les hicieron un ademán para emprender su camino a Konoha, o a esa tétrica versión de Konoha.  Sarada caminaba de forma lenta. Ella había escuchado por partes la estrategia: Itachi y su papá se harían cargo de la defensa ofensiva, su madre y Sasuke buscarían a Naruto, Kakashi buscaría a su versión de ese mundo y Sakura se quedaría con ellos para protegerlos.

A la chica rosa no pareció mucho su función dentro del equipo, pero no podía imponerse. Claramente, la cadena de mando ya estaba establecida.

Se acercó a ella, quién caminaba con paso recto y firme, su cabeza fija en un objetivo. Para ella verla y ver a su mamá era observar a dos personas totalmente diferentes, por lo que estar cerca no le parecía incómodo. La chica volteó de forma instintiva. Sus reflejos eran abrumadores.

Un viaje en el tiempoWhere stories live. Discover now