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"No es buena idea husmear en el pasado, Sarada."

A Sarada le había parecido una magnífica idea ir directo al distrito Uchiha en cuanto Sakura le soltó el dato. Había salido disparada evitando ser vista por sus dos compañeros y se había enrumbado directo a su destino... Hasta que se dio cuenta de que no sabía a dónde iba con exactitud.

—Distrito Uchiha— murmuró, procurando ignorar el dolor de sus heridas aún abiertas. Unas gotas de sangre cayeron a su alrededor desprendidas de sus manos, pero lo ignoró. Era ahora o nunca.

Se encaminó por las calles de la vieja Konoha tratando de trazar una ruta mental. En vano, no conocía nada de esa época, no había nada familiar.

—Niña, ¿Estás bien?— una anciana transeunte lucía preocupada por su aspecto. Ella se percató apenas, le sonrió con falsedad y le hizo una reverencia.

—Estoy bien muchas gracias— la anciana parecía no muy convencida. —Busco el distrito Uchiha, ¿puede decirme cómo llegar?

—¿Para qué querría una muchachita ir a un sitio tan sombrío?

Su sonrisa vaciló, pero la mantuvo.

—Soy una ninja, no debe preocuparse— intentó parecer dulce, —es una tarea de la academia.

—Oh bueno, si es para una tarea... Dos callejones más abajo de este, cruzas a la izquierda, en la esquina de la Villa casi a las afueras. No estás muy lejos.

Sarada asistió satisfecha.

—Gracias.

Tras otra reverencia apresurada se encaminó hacia el mencionado distrito, su corazón bombeando a mil y retumbando en sus oídos. No sabía qué iba a encontrar, ni siquiera podía decir qué esperaba algo.

¿Respuestas? ¿Exactamente a qué...?

Hizo una lista mental de qué era lo que quería saber. Su madre solía decirle que "ordenara" sus pensamientos, aludiendo a qué era más fácil terminar una tarea si sabía por donde empezarla.

Saber de sus abuelos, esa era su prioridad.

Sakura había dicho qué el asesino de su clan era el hermano de su padre. No había reparado en cuan comprometedor sonaba eso hasta ahora, puesto qué de ser así significaba que ella había tenido un tío. Simplemente no lo creyó a la primera, Sarada pensó, era un error. ¿Su padre realmente le había ocultado eso también?

No sabía que creer.

Conforme avanzaba su cabeza comenzaba a doler. Por la pelea de hace rato quizás. La ansiedad la iba ahogando en cada paso que daba, cuando el camino se hizo más sombrío y su respiración se volvía mas pesada. Como una soga en su cuello, las dudas en su cabeza le dificultaban procesar aire, concentrarse. Sentía las venas palpitar. El camino transitado de la Villa se hizo solitario y poco a poco la grava y el ladrillo fueron sustituidos por piedras lisas de lajas de un color gris enmohecido. La fachada de las casas cambio; había algo sofisticado en la construcción de esa zona, que poco a poco tomaba forma distinta a las demás áreas de Konoha.

Se detuvo cuando vio una entrada embalada por cintas de restricción. Un arco envejecido con el único símbolo que podía indicarle que estaba en el lugar correcto: El abanico Uchiha.

Tocó de forma inconsciente el emblema de su espalda.

Con cautela activó su sharingan y sus ojos ardieron. No lo había usado desde el bosque de la muerte. Recibió la descarga de dolor en sus orbes con una renovada satisfacción, algo dentro de ella había empezado a arder, adrenalina mezclada con incertidumbre. Ella era una Uchiha. Éste había sido su lugar de origen.

Un viaje en el tiempoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ