☆ Capítulo VI ☆

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JUGUEMOS A LAS ESCONDIDAS

16 de Junio, 1940.

Los días seguían pasando y, sin realmente esperarlo, Roselyn comenzaba a ganarse el cariño de los Pevensie. Pues, de alguna manera, resultaba inevitable.

Era... magnética. Testaruda, perspicaz, perseverante, astuta para meterse en pequeños problemas o liberarse de ellos. Era dulce e igual de pícara y atrevida, cosa que divertía a Peter y compartía con Lucy.

Pero más bien parecía una lucecita en un cuarto oscuro, un destello, como un rayito de esperanza. Aún cuando sentía que se desmoronaba por dentro, ella seguía irradiando brillo y esplendor.

Esa noche, Lucy fue a dormir con ella. La tormenta no cesaba desde la tarde y cada tanto resonaban los truenos y relámpagos, asustándola y quitándole el sueño. Pero al acomodarse en la cama, Roselyn empezó a cantarle una canción que recordaba bien, tal y como lo hacía Charlotte cuando ella no podía dormir.

Lavender's blue, dilly dilly
Lavender's green
When I am king, dilly dilly
You shall be queen

Who told you so, dilly dilly
Who told you so?
'Twas my own heart, dilly dilly
That told me so

Call up your men, dilly dilly
Set them to work
Some to the plough, dilly dilly
Some to the fork

Some to make hay, dilly dilly
Some to cut corn
While you and I, dilly dilly
Keep ourselves warm

Lavender's green, dilly dilly
Lavender's blue
If you love me, dilly dilly
I will love you

Let the birds sing, dilly dilly
And the lambs play
We shall be safe, dilly dilly
Out of harm's way

I love to dance, dilly dilly
I love to sing
When I am queen, dilly dilly
You'll be my king

Who told me so, dilly dilly?
Who told me so?
I told myself, dilly dilly
I told me so

Lucy se removió entre las sábanas, abrazándola y pegándose a ella en busca de calor y compañía. Y a Roselyn se le encogió el corazón de ternura al ver como la niña posaba la cabeza sobre su pecho. Sus pequeños cabellos cobrizos le tapaban el rostro y tuvo el cuidado de peinarlos suavemente con los dedos, intentando no interrumpir su sueño.

—Duerme bien, pequeña Pevensie.

Se veía tan serena, tranquila...

Le dio un poco de envidia, pues sabía que el desvelo la mantendría casi en vela.

Sin embargo, contemplar el descanso de Lucy en medio de la vigilia, asegurándose de ahuyentar sus sustos y temores en medio de la tormenta, era una especie de consuelo para su propia conciencia.

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17 de Junio, 1940.

Peter solía tener el sueño pesado y profundo, ansiado por cualquiera que sufriera de insomnio. Pero, por más extraño que resultara, fue el primero en levantarse por la mañana. Y quizá, por alguna u otra causa, podría echarle la culpa a la incesante lluvia que arrasó con los días soleados del verano.

Rose | peter pevensie | (EN PROC. DE EDICIÓN)Where stories live. Discover now