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Susan sonrió divertida al ver que había logrado escaparse del duque de Rivintong. Lord Jonathan Lancaster era un caballero amable, pero no muy buen conversador, sus respuestas tan escuetas y directas provocaban muchos silencios incómodos.

Era como estar hablando con una versión más reservada de sí misma. La joven recorrió el jardín alejándose de los nobles y sus preguntas impertinentes. Todo el mundo quería saber sobre su boda y su prometido para después regar el chisme.

A lo lejos divisó una pequeña cabaña y decidió acercarse. No era una persona muy curiosa, pero tenía que admitir que la vida del antiguo Marqués de Leighton le llamaba la atención.

—Lady Susan.—su pequeña hazaña fue interrumpida por la presencia de la duquesa de Rivintong. La mujer se encontraba a unos metros de la puerta con una expresión de terror en el rostro.

—¿Se encuentra bien, milady?

—Sí, lo estoy.—con delicadeza la tomó del codo y la alejó del lugar llevándola a las inmediaciones de la fiesta.

—No será que el bebé...—Susan se preocupó. Ella no sabía nada sobre partos humanos, solo de caballos.

—Aún tengo tiempo, tranquila.

—¿Por qué está aquí?

—Solo quise conocer un poco más la residencia dónde el marqués de Leighton vivió una buena parte de su vida.

—¿Y qué le pareció?

—La residencia tiene un estilo clásico y el jardín es bastante amplio, pero esa cabaña...

—Es un lugar en desuso, querida y está repleto de polvo.

—Oh.—la joven no pudo ocultar su decepción ante tan vacío hallazgo, pero pronto se le ocurrió una mejor idea para pasar el tiempo.—En las últimas semanas he oído muchas cosas buenas de usted, milady.

Susan la halagó consciente de lo mucho que le gustaba a la duquesa acaparar toda la atención. Si quería que su relación mejorará tenía que demostrarse más predispuesta a encajar en su mundo. Un mundo donde Alicia Lancaster, era la reina.

—¿Cómo cuales?

—Sé que le gustan los negocios y...—bajo un poco la voz aún cuando se encontraban bastante lejos del resto.—...las apuestas.

—¿Y eso qué?—Alicia se puso a la defensiva pensando que obtendría una sarta de amonestaciones, pero las siguientes palabras de Susan Crawing la dejaron atónita.

—¿Nunca ha pensado en apostar en las carreras de caballos?

—Pues no.

—Es más rentable de lo que parece, milady. En la última carrera Lord Normandy se llevó 20 mil libras.

—Cuentame más...

Ambas empezaron a hablar de las mejores monturas del año y sin quererlo Alicia se encontró riendo y disfrutando de la conversación. Había pensado que Lady Susan era una dama estirada y un poco antipática, pero estaba equivocada.

—Anthony no asiste mucho a la Royal Ascot.

—Lo sé.

—¿Y eso no le molesta?

—Sé que no disfruta mucho de las carreras, pero le gustan los caballos y estoy segura que nunca me impediría asistir a Ascot si ese fuera mi deseo.

Alicia se quedó sin una buena réplica, así que decidió preguntar.

—¿Por qué Anthony?

—No comprendo.—Susan frunció el ceño.

Buscando Tu PerdónWhere stories live. Discover now