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Inglaterra
Puerto

Alicia y Beatrice abrazaban a sus esposos incapaces de soltarlos aún cuando varios miembros de la guardia real solicitaban su presencia abordo del barco.

—No te vayas por favor.—suplicó Beatrice conteniendo las lágrimas. Su esposo había mantenido en secreto su partida hasta hace unas horas por lo que no le había dado tiempo de asimilarlo.

—Volveré pronto te lo prometo.—Henry tomó su mano y depositó un beso en ella.—Hasta entonces Allan se hará cargo de todo.

El conde miró a su amigo, que se encontraba junto a Lady Caterina, dándole ánimos en silencio. Ambos se habían despedido la noche anterior entre risas y anécdotas que vivieron en Eton.

—Él volverá hermana.—prometió Cate tomándola de los hombros para apartarla de su esposo. Beatrice se zafó de su agarre y lo rodeó por el cuello. Se miraron por varios segundos antes de unir sus labios con los suyos. La dama se tomó su tiempo para saborear su boca, registrar su aroma y grabar su tacto a fuego en su piel.

Cuando se separaron fue el turno de Lady Crisol.

—No seré tan efusiva como mi querida nuera, pero mas te vale regresar para navidad.

—Sí, mamá.—la abrazó y se unió a Rivintong para abordar el barco. Alicia y Jonathan también habían tenido su momento, aunque en lugar de consolarse mutuamente se vieron envueltos en una de sus clásicas discusiones porque su esposa insistía en acompañarlo. El duque consciente de que jamás ganaría una discusión con ella, la tomó por la cintura y la acalló a besos.

—Volverán, tened fé.—insistió Lady Ruthland llamando la atención de sus hermanas, quienes seguían a sus esposos con la mirada hasta perderlos entre la multitud de caballeros.

—¡No es justo, Cate!—las gemelas se aferraron a ambos lados de su cuerpo en busca de consuelo.

—Ciertamente no lo es, pero saldremos adelante.—masculló Lucy y se unió al abrazo mirando de reojo como Bleiston se despedía de su compañera a varios metros de ellos. Ambos eran muy conscientes de la presencia del otro, pero preferían evitarse.

—Te extrañaré.—confesó Crystal tratando de mantener las formas y no lanzarse sobre él para que no se fuera.

—Yo también.

El caballero la rodeó con sus brazos al ver que la mujer no se movía.

—Cuida de nuestra gente en mi ausencia.—susurró en su oído muy despacio, tomándose su tiempo para acariciar su cabello y la curvatura de su espalda antes de soltarla.—y tú...—miró a David.—...cuidala a ella. Te la encargó.

—Sí señor.

El joven asintió y se despidió con un apretón de manos, al igual que Bastián. Su primo se mantenía alejado de los demás atento a las acciones de Grinford, aunque sin ser demasiado evidente para que nadie lo notará, en especial Elise.

—No te olvides de escribir.—Crystal amarró una cinta a su mano como era su costumbre y besó su mejilla por varios segundos.—Y lo más importante regresa con vida.

—Así será.

Damien trató de llegar al barco y unirse al resto de tripulantes, pero su consciencia no lo dejó avanzar. Estando a medio camino se detuvo y regresó sobre sus pasos mirando de reojo a su hermano. Se acercó a Allan con cautela y al ver que él no le pedía que se alejará, lo abrazó.

Bleiston fue criado como hijo único y así pretendía continuar, pero poner a Eliana y a Allan en su vida era quizás la única cosa buena que sus padres biológicos habían hecho por él. Y quería que el duque lo supiera.

Buscando Tu PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora