La cena

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CAPÍTULO DOS

LA CENA 

Antes de ingresar a su oficina se desvío directo a la pequeña cocina para preparar un exquisito café, con dos cucharadas de azúcar. 

—Buenos días. —dijo mientras caminaba por los pasillos de la oficina, saludando con educación a los pocos empleados que iban llegando a sus puestos.  

Entró a la oficina y se dedicó a leer todos los documentos pendientes que tenía ordenadamente en el escritorio. Un golpe lo distrajo de aquellos papeles que estaba leyendo y firmando. 

—Hola, Nico —Javier lo saludó asomándose por la puerta antes de entrar. Es uno de sus mejores amigos de toda la infancia, y se convirtió en su socio de algunos proyectos —. Llegaste una hora antes, aún no llegan todos. 

—Hola —respondió a secas, y cerró el folder para ponerlo al lado de otros documentos —. Siéntate, no quería estar en mi casa. 

—No te ves muy bien. 

Todo era gracias a la tormenta que no le permitió tener un sueño enriquecedor. 

—Tuve problemas con Alejandro. 

—Entiendo, las familias no son fáciles, pero amigo, debemos salir a divertirnos hoy es viernes —lanzó una mirada de complicidad. Javier es de las personas que le gustan salir casi todos los fines de semana a fiestas. Y perderse en el alcohol. 

—Conozco esa mirada Javier, y no quiero salir hoy, estoy cansado solo quiero dormir. —comentó, con cansancio.

—¿Por qué no? Te ayudará a distraerte un rato.

—Tengo una cena en unas horas con mi padre, estaré ocupado. —cambió de documentos y los comenzó a leer. 

—Y en la noche podemos ir al bar o reunirnos con Francis y los demás.

—No lo sé —frunció los labios y negó con la cabeza.

—Si te animas estaremos esperándote en el boliche de siempre, ya que planeamos terminar en el bar del centro. Si decides venir estaremos en alguno de esos lugares. Escríbeme y te enviaré la dirección. 

Javier no insiste más con aquella idea para divertirse, y lograr así despejar su mente de todos aquellos problemas que lo tienen atormentado.

La puerta de su oficina se abrió de pronto y sin tacto, está hizo un ruido fuerte atrayendo la atención de todos los presentes. 

—¿Me quieres explicar, por qué casi golpeas a tu hermano?

Una voz ronca en tono molesto los interrumpió. Y lo hizo elevar la mirada con dirección aquel hombre muy enojado, no le importó que Javier estuviera presente. No era ninguna sorpresa para él que esto sucediera. Le dirigió una mirada rápida a su amigo para pedirle con una señal de mentón que los dejara solos, para tener más privacidad, él obedeció y salió.

—¿Entonces, fuiste tú quién no le enseñó a tocar las puertas? —preguntó con ironía al ver qué Javier cerraba la puerta —. ¿Recuerdas que tienes otro hijo? O porque de repente comenzó a nacer esa preocupación en ti por él.

Por siempre mi amor y mi corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora