REDENCIÓN

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¡Últimos capítulos!

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La mansión Malfoy siempre se había caracterizado por ser de las más antiguas y elegantes del mundo mágico, pero Narcisa se había esmerado en que pareciera un cuento de hadas.

Desde la entrada ya era un deleite para los invitados, todos los frondosos árboles se encontraban iluminados con pequeños destellos dorados.

Apenas vislumbrabas el enrejado y corría una inmaculada alfombra roja, que los guiaba a la entrada principal de la mansión, el recorrido continuaba por la estancia principal en dónde se podían ver acomodados los cuadros pertenecientes a la familia Malfoy de un lado y Black del otro.

Siguiendo el recorrido se encontraba el vestíbulo dando paso al salón de baile y este a la terraza.

Había un arco de flores naturales de color blanco adornando en donde Hermione y Draco pronunciarían sus votos matrimoniales.

Pasadas las seis de la tarde la mansión se encontraba abarrotada de gente.

Los vestidos elegantes y los smoking caros pululaban por doquier, mientras los elfos se desvivían por atender a los invitados.

Un par de golpes en la puerta hicieron que el corazón le saltara a Hermione.

-Adelante – suspiró dando un último vistazo al espejo –

-Estás preciosa querida – asintió Narcisa – el vestido quedó impresionante, sí que superó expectativas

-¿Verdad que sí? – dio un par de vueltas con una gran sonrisa en su rostro –

El encaje blanco comenzaba abrazando los hombros a la altura de la clavícula, una malla de color piel con brillos se extendía en un triángulo invertido por el centro justo antes de llegar al ombligo, la tela del corsé abrazaba su cintura delicadamente con un toque floral ligero, casi imperceptible, que enredaba hermosos diamantes color verde esmeralda y rojo escarlata, para después la falda blanca tornasol caer grácilmente por sus caderas hasta llegar al suelo encima de varias capas de tul.

-Es su mejor trabajo por mucho – aceptó – querida, ya casi tienes que bajar, pero hay alguien que desea verte – señala la puerta dejando ver al señor Arthur Weasley –

Con un asentimiento por parte de la castaña, Narcisa le hizo pasar al cuarto y salió dejándolos a solas.

-Hermione querida, estás preciosa – le dijo sinceramente –

-Usted también se ve muy bien señor Weasley – le dijo cordialmente –

-Oh vamos, no hace falta que me mientas, yo sé que me veo terrible, en primera una disculpa por no haber estado cuando entregaron la invitación, bajé demasiado tarde – sonríe nervioso – sé que muchas cosas pasaron y que no debería pedirte esto pero me gustaría mucho entregarte a Draco

Los ojos de la castaña se levantaron con sorpresa, porque había pensado muchas cosas, menos que le pidiera eso

-Arthur...

-Sé que no tengo derecho pero – levanta los hombros – tu siempre has sido, y siempre serás como una hija para mí

Sin poder aguantar más, caminó hacia él abrazándolo.

Su calidez le reconfortaba enormemente en el corazón, sintiendo como si un peso se quitara de encima.

-Te quiero mucho Hermione – murmuró consolándola – eso no lo olvides nunca, Molly también te quiere

-Y yo a ustedes señor Weasley... sé que son los únicos padres que me quedan ya – sollozaba –

-Y no nos vas a perder – la tomó de los hombros – Ronald hizo las cosas muy mal hija, pésimas – quitó torpemente las lágrimas de su rostro – pero lo está pagando con creces – caminó con ella hasta sentarse en la orilla de la cama – debes olvidar Hermione

-Me cuesta mucho señor Weasley – acepta el pañuelo que le tiende – quise morir tantas veces... – se le apaga la voz –

-Pero no te fuiste – le toma la mano – luchaste incansablemente y ahora estás aquí – le señala la habitación – sé que Draco no es tu primera opción de felicidad, pero si vieras lo mucho que él ha cambiado – acaricia su mejilla – dale la oportunidad de hacerte feliz querida

-Lo hace – se sincera – me hace muy feliz... yo, yo estoy enamorada de él

-Entonces perdona – sonríe dando un par de palmaditas en su mano – quítate todo ese rencor y odio que cargas, suéltalo y así podrás disfrutar plenamente de ese amor que sientes

-Es que no puedo

-No quieres – le toma de la barbilla obligándola a que le mire a los ojos – hay una frase muy famosa del rey allá en el mundo muggle – cierra los ojos acordándose – Quizás el sufrimiento y el amor tienen una capacidad de redención

-Que los hombres han olvidado, o al menos, descuidado – finaliza Hermione – de Martin Luther King – asiente –

-La liberación sólo la vas a alcanzar si redimes, no escojas sufrir mi niña – acaricia su mejilla –

-No lo haré – responde sincera –

-¡CON UN DEMONIO NO! 

ALONE WITH YOUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora