Danza de hielo y espinas.

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Esa noche me encontraba en la taberna, como no podía ser raro. Ya llevaba varias copas encima, cuando me levanté a ir al baño...me di cuenta que ya caminaba mal, me mordí el interior del labio y casi no me dolía, así que una o dos más y pararía por esa noche del viernes.

Mañana sábado es más que probable que despierte tarde, con un pequeño dolor de cabeza y sin ganas de hacer nada. Al final, da lo mismo, es mi descanso.

Compartía mesa junto con Rosaría, ambos brindamos y charlamos de varias cosas que pasaban en nuestras vidas, lo que era especialmente típico. Lo hacíamos mientras jugábamos ajedrez, lo que es raro si se toma en cuenta que jugar ajedrez estando borracho no es precisamente una buena idea.

Solemos ser muy parejos en cuanto las veces que ganamos, aunque la teoría marca que yo debía ganar siempre, no por nada soy el estratega de los caballeros. En fin, mientras ella pensaba su siguiente jugada, yo la miraba como siempre, teniendo una media sonrisa.

Veía lo hermosa que era, su cabello, sus ojos de muerta viviente, al igual que las uñas que porta. No sé por qué, pero su personalidad me enloquece, ese cinismo con el que habla, lo cruel que puede ser con sus palabras...me gusta.

Será una monja, pero no me importa, yo no pedí amarla de esta manera, ¿y qué más da? Si realmente es bueno ya que amar no tiene nada de raro. Otra cosa que le miraba eran los labios, ella suele tomarse mucho su tiempo a la hora de jugar, y lo hace mientras bebe, como si al hacerlo se concentrara más.

Al final de todo, terminé ganándole, por lo que ella me levantó el dedo medio como es su costumbre, chitó la boca y se puso a fumar. Seguimos hablando...aunque poco a poco el humo del cigarro comenzó a llegarme, lo que me era un tanto incómodo.

Fingí una tos, una que era especialmente exagerada.

-Vamos, no seas lloró. No soy la única en toda la ciudad que fuma.

-Es particularmente extraño que una monja fume, Rosaria.

-Pero es posible.

-¿Cómo el amor entre monjas?

-La hermana Jigliana tiene una hija y esposo, es raro, pero también es posible. ¿Por qué preguntas? -Me preguntó, apurando otra copa, la que se terminó al contado.

-Por nada en especial...ahora que estoy borracho, me parece que hubiera vivido un caudal de siglos por viejos caminos, desde lo de Stromterror, no ha pasado nada más...nada más.

-Suena que estás aburrido. Te entiendo, en la iglesia son lecciones de canto, misa. Esa chica Idol me trae dolores de cabeza.

-Es la hermana menor de la Maestra Intendente.

-Oh... -Casi pareció que Rosaria se puso más blanca de lo que ya era, por lo que yo solté una buena risotada, apurando mi copa para terminármela. -Otra más, Charles.

-Claro. ¿Cuántas llevas ya?

-Unas ocho, más o menos.

A los pocos segundos, rellenó mi tarro, aunque Rosaria me enchinó los ojos. -¿Sólo 8? Ja, novato.

-¿Qué hay de usted, hermana? ¿Cuántas lleva?

-Nueve.

-Gran diferencia.

En pocas palabras, esa noche hicimos una competencia no declarada de quién bebía más, y mala suerte mía que perdí. Eso no me la esperaba.

Era curioso, se nos podía ver uno recargado sobre el otro mientras reíamos y nos balanceábamos. Pocas veces me he puesto así, y esa era una de aquellas. Ella se burlaba por ganarme...siendo nada más por una que llevaba de ventaja.

Drabbles sobre Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora