Los olvidados.

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Era un día de la recién llegada primavera, por lo mismo es que un paseo mañanero era ideal, sirviendo de distracción para continuar con las investigaciones. Hacía ya un tiempo que Mona se había mudado a Mondstandt, por lo que deseaba conocer más del lugar donde vivía, más precisamente de sus campos, los que, según se cuenta, tienen un aroma especial debido a la bendición del Dios anemo.

Sin embargo, lo que parecía ser un paseo tranquilo, prontamente se convertiría en una pesadilla, eso debido a que, muy a lo lejos, Mona observó a un muchacho colgado de un árbol, lo que causo que la sangre se le bajara a los pies.

No parecía moverse, pero dejarlo ahí le parecía tan mal en tantos aspectos. Inmediatamente pensó qué es lo que había llevado a ese joven a últimar con su vida, lo que era una decisión difícil, sin duda.

Rápidamente, y ciertamente haciendo casi imposibles, Mona liberó del cuello al pobre chico, habiendo un sombrero tirado, que seguramente sería de él. Su rostro, grisáceo y sin vida era la clara evidencia de una muerte anunciada.

-Por los siete, qué horrible...

Curiosamente, y siendo un detalle del que se dio cuenta posteriormente, es que el cuello no parecía tener herida alguna, pues en muchos casos la soga rompe los vasos sanguíneos del cuello y sus alrededores. Al tratar de examinar la herida, la piel del chico era de una textura...curiosa.

Frío como la noche, pero se sentía tan carente de vida, más allá de que se tocara un cadáver, esa piel ni siquiera podría considerarse humana, era algo raro, pues ese tacto de mejilla era muy distinto a cualquier otro rostro humano.

Ese ser que se había colgado no era humano, parecía uno. Revisando más a detalle, inclusive las manos, que Mona tomó para tratar de indagar más, no se sentían humanas.

Harta de preguntas, Mona usó sus poderes para construir una caja de madera, metiendo el cuerpo de ese muchacho junto con su sombrero en el mismo, investigaría más del origen de este extraño ser.

Una vez llegada a su laboratorio, lo que fue un camino de lo más tortuoso, finalmente Mona pudo abrir de nuevo la caja, sacando con total dificultad el cuerpo dentro del mismo. Sentía casi como si fuera parte de un crimen. Tras ponerlo en la mesa, le quitó parte de la ropa para ver más su cuerpo.

No era piel lo suyo, era una especie de "imitación". Se notaba que era resultado de magia, aparte de que en el pecho, justamente en la zona del corazón había una circunferencia, como si aquella parte del cuerpo se pudiera retirar. A su vez, eso se asemejaba a una cicatriz.

Buscando en un libro de alquimia que Albedo le había obsequiado hace tiempo, Mona supo que aquel joven sería resultado de algún experimento, pero se le había hecho de lo más cruel, ¿cómo era posible que su creador lo hubiera asesinado después de, quizá, robarle el corazón?

El único órgano que un autómata necesita para vivir es el corazón, y si no lo tiene, podría existir, pero sería un experimento de lo más descabellado, ¿qué es lo que podría hacer un ser así?

-¿Qué es lo que trataba de probar este demente?

Levantando al muchacho, lo colocó de pie, pues lo que necesitaba era electricidad para echarlo a andar nuevamente, pues ya había arreglado sus sistemas vitales y reparado parte de lo que se había dañado tras el suicidio. Revivir a un muerto podría ser un experimento demasiado egoísta y altanero, ¿quién era Mona para revivir a quien decidió acabar por sí mismo con su vida? O aparentemente eso es lo que había pasado. La curiosidad la mataba.

Con el propio engaño electro del muchacho usaría la potencia para regresarle la vida.

-Bien...si puedes escucharme, espero que estés listo. Por favor, no mueras...por favor...no te mueras. –Activando el engaño, el mismo se quedó apagado por un par de segundos, causando un destello morado, así como darle una descarga bastante fuerte al joven.

Drabbles sobre Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora