CAPÍTULO 4

465 35 52
                                    

MARCOS

—Me asustas —responde Marcos medio en broma medio en serio.

—Prométenos que no te enfadarás —habla Álvaro, que por primera vez en todo el rato se digna a mirar a los ojos a Marcos.

—Lo prometo —contesta poniendo los ojos en blanco.

—¿De verdad?

—A ver, no puedo prometerlo, pero dudo mucho que sea algo tan malo para que me enfade.

La expresión de Álvaro cambia, ahora tiene un semblante serio y apretando su mandíbula, cómo si no supiera que hacer o qué decir y se pusiera en modo defensa.

—¡Joder! —exclama Lucas haciendo que toda la atención de Marcos caiga sobre él.

—¿¡Me podéis contar lo que está pasando y dejaros de estupideces ya!? —grita Marcos un poco cansado por la situación.

El joven cierra los ojos intentando calmarse para poder preguntarlo otra vez de forma menos agresiva.

—¿Me podéis contar por favor lo que está pasando? Me estáis asustando.

—No —vuelve a hablar Álvaro.

—Álvaro... Tío... Se lo tenemos que decir...

—¡Que te calles, Lucas! ¿Quieres mandar a la mierda una amistad de hace años solo por una puta broma? No, ¿verdad? Pues entonces te callas —le responde Álvaro. Sus ojos parecen escupir rabia e ira.

—Álvaro, tranquilízate —responde Marcos con tono suave para calmar a su amigo, pero no lo consigue.

—¡Qué me dejes! —grita mientras empuja a Marcos para alejarlo de él. Álvaro, con toda la rabia, se levanta del banco y empieza a andar de un lado para otro.

—¿Se puede saber que te pasa?

—¿Te quieres callar o te callo yo la boca? —grita amenazando a Marcos. Este último se queda sin palabras para poder reaccionar.

—¡No te pases con él, no te ha hecho nada! —le responde Lucas yendo hacia él.

—¡No des ni un solo paso más! —espeta Álvaro.

—¡Se acabó! Si no se lo dices tú, lo haré yo mismo.

En ese momento, Álvaro coge del cuello de la camisa a Lucas, enfrentándolo.

—Ni se te ocurra abrir la boca.

—Yo me voy de aquí, adiós —dice Marcos cogiendo su skate y plantándolo en el suelo.

El joven sale lo más rápido que puede de allí, aunque escucha gritos con su nombre diciéndole que pare, no lo hace. No reconoce a sus amigos. Nunca han estado tan cabreados, sobre todo Álvaro. Y mucho menos se habían puesto una mano encima a no ser que fuera de broma. Todo parece muy surrealista para que la mente de Marcos pueda lograr interiorizar todo. Entre lo que pasa en su casa con el viaje y lo que acaba de pasar con sus amigos, Marcos no sabe qué hacer, aunque tiene muy claro que no va a ir a su casa.

Se desvía de su camino y va al lugar donde siempre se dirige cada vez que quiere despejarse: al mirador que hay cerca de donde vive. Es un mirador precioso donde se ve toda la ciudad de Barcelona o al menos gran parte. Aunque suele haber turistas, a Marcos no le importa, siempre se pone en un sitio donde apenas hay gente y descansa su mente mirando las preciosas vistas de la ciudad.

Cuando llega, se va a un lugar apartado de todas las demás personas y se sienta. Busca su teléfono para poder ponerse música en los cascos, pero cuando se la pone ve que ha recibido un mensaje.

AMOR E INTERROGANTES [DISPONIBLE EN AMAZON]Where stories live. Discover now