CAPÍTULO 49

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MARCOS

Se van hacia Marsella y empiezan a visitar monumentos emblemáticos de allí.

—¡¿Esto es la catedral de Marsella?! —exclama Valeria en frente del monumento.

—No, es la catedral de Bielorrusia —bromea Marcos riéndose de su amiga. 

Valeria se hace la indignada y pega en el hombro al chico.

—Venga hazme una foto —dice dándole su móvil—. Pero que salga guapa, eh —le alza las cejas.

—Pero si siempre sales guapa —frunce el ceño.

Valeria no puede evitar sonrojarse e intenta hacer las fotos lo más rápido posible para no tener la mirada tan directa de Marcos mientras intenta no ponerse roja. 

—Vale, yo creo que so suficientes, gracias —le dice la chica, y le propina una sonrisa mientras coge su teléfono—. Venga va, ahora tu y yo. 

Los dos se hacen cuatro fotos, dos sonriendo, una haciendo el tonto y en la última salen dándose un beso.

—¿Eso es...? 

—Sí, ¡corre! —dice cogiendo a su amiga de la mano y escabulléndose al sitio con techo más cercano. 

Y es que se ha puesto a llover bastante, de la nada, y ambos han acabado empapados y riéndose a más no poder.

—Tienes que prácticar más eso de correr. Vas algo... lenta.

—¡¿Lenta?! —se vuelve a hacer la indignada y se cuza de brazos—. ¿Sabes lo que tendrías que mejorar tú?

—Sorpréndeme.

—Cómo besar. Besas muy... 

—Sí, sí, lo que tu digas —corta a su amiga y le da un beso largo en los labios—. ¿Mejor? —pregunta con una sonrisa. 

—Mhm, sí —le devuelve la sonrisa y vuelven a juntar sus labios. 

La mañana se resume en risas, fotos y situaciones que hacen que el viaje sea inolvidable. Ambos se lo han pasado muy bien, el único contratiempo es que están muy cansados y sudados. Aunque se niegan a irse a la cama, ya que quieren pasar las últimas horas de viaje juntos.

Llegan al crucero a la hora de comer y se separan para darse una ducha rápida y volverse a ver para comer con Sandra. Marcos no se cruza con nadie a la hora de ir a su habitación, es algo que agradece, ya que no le apetece tener otra disputa familiar. Tiene en mente arreglar las cosas cuando lleguen a casa. Él también es consciente de que no puede seguir así el ambiente.

Se da una ducha rápida y se pone ropa limpia. Coge su cartera y su teléfono y sale hacia la habitación de Valeria. Da tres toques en ella y le abre Marta.

—Oh, Marcos, hola —le saluda con una pequeña sonrisa y algo incómoda al recordar lo que pasó esta mañana. El chico le devuelve la sonrisa, igual de incómodo, y el saludo—. Valeria está secándose el pelo. Pasa adentro, no te quedes a esperar fuera.

El joven entra y se sienta en la cama de su amiga. Mientras la espera chequea las redes sociales. Escucha la puerta del baño y levanta la cabeza. Se topa con su amiga, quien está en toalla y el cabello suelto. La chica se queda paralizada, no esperaba que estuviera él ahí.

Al joven se le escapa una sonrisa ladeada, le hace gracia la situación.

—¿Esto es un déjà vu? —pregunta conteniendo una carcajada—. ¿No he pasado por esto antes?

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