—¿Eres así de callada siempre? —preguntó Abby manejando el auto.
—Eh, sí. Bueno no tanto. Pero es... Estoy en el auto de mi escritora favorita, ¿sabes? —ella rio mirándome y negó.
—Bueno, dejemos un poco las formalidades, ¿sí? Soy Abby —paró rl auto y estiró la mano. Automáticamente la tomé.
—Soy Ginger —le seguí la corriente.
—Así que... ¿Te gusta mi cuñado, eh? —alzó las cejas rápidamente y me sonroje mirando a la ventana— ¡No te averguences niña! —me pegó en el brazo y la miré.Abby, Sky.
Abby era Sky.—Tal vez un poco —susurré rascándome la ceja derecha.
—Ya hablaremos de eso, no te me vas a escapar, rojita.
—Bien —reí bajito y miré los botas— ¿A dónde vamos?
—Primero a tomar un café, conozco un lugar que te va a gustar —anunció bastante feliz.Jugué un poco con las mangas del jersey, me quedaba un poco larga. No hacía tanto frío dentro del auto por el aire acondicionado.
Pero afuera sí que hacía frío.
Te amo, invierno.—No puede ser —sonreí mirando la cafetería.
Había pasado muchas veces pero nunca había entrado.
«Riot Coffee» citaba el gran cartel.—Buenas tardes, señora Collins —saludó un chico mientras caminábamos en busca de una mesa.
—Hola Jason —saludó Abby sonriendo, yo sonreí asintiendo por educación y la seguí— Ya te dije que soy Abby.
—Hola Abby —saludó el de nuevo.
—¿Sabes quién es él? —preguntó sentándose, el chico estaba tomando una carta para llevarla a nuestra mesa.
—No. ¿Quién?
—Es el hijo de la señora Bridget.
—¿La dueña de la otra cafetería en la que trabajaste? —ella asintió riendo.
—Sabes mucho, eh.
—Retengo mucha información cuando no se trata de la escuela —comenté encogiendo los hombros, Jason se acercó y nos entregó la carta.Pedimos café y unas galletas.
Unas... Muchas galletas.
Abby me contó mucho sobre anécdotas que no había detallado en el libro. Era una persona que, aunque aún siendo joven... Tenía mucho que contar.
No dudaba que sus nietos oirían muchas historias.¿Cómo es que Jason terminó trabajando ahí?
Según ella, el señor Jones y Riot Coffee habían quebrado, y la señora Bridget compró el lugar, dejando el nombre a pedido de Abby.Al terminar, subimos a su auto de camino a quién sabe donde.
Ya lo averiguaría al llegar. De momento las cosas iban geniales.—Bien, llegamos —sonrió aparcando el auto.
Esta mujer estaba llena de sonrisas.
—¿El parque congelado? —leí en las iniciales y luego la miré.
—Sí, vamos a patinar —chilló y haló de mi brazo hacia el interior del lugar.
—Pero yo no sé patinar —balbuceé siguiéndola.Tampoco me quedaba de otra, su mano seguía halando de mi brazo de camino al centro.
—¡Yo tampoco sabía antes de aprender! —rio parándose frente a un señor.
—¡Bienvenidos al fantástico mundo del parque congelado! Soy summer —saludó el mastodonte frente a nosotras.
—Así que... Tu nombre es summer, ¿y trabajas aquí? —pregunté mirando alrededor— Con todo este hielo... Frío... Helado.
—¡Pues sí! —rio asintiendo.
—Dos patines por favor —pidió Abby con una gran sonrisa.Luego de un par de bromas por mis "pequeños pies", y de Summer hablando hasta por los codos, entramos a la pista de patinaje.
Yo no sabía patinar.
Para nada.
—¿Cómo que no sabes? ¡Vamos rojita, no es tan difícil! —tomó mi brazo, pero yo estaba muy ocupada sosteniendo la barra de las orillas en la pista.

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Ginger
Teen FictionSecuela de True Colors. «¿Los colores de la vida?» «¿Quién ha escrito tal pachotada?» «¿Cómo puede uno ser la mejor versión de si mismo?» «¿Por qué uno debería ser la mejor versión de si mismo?» «¿Quién le ha dado el derecho a esas personas a ser fe...