𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈

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Em dedicação à minha grande amiga Stephany. Que o reflexo do seu brilho prevaleça e vislumbre quem precisa, a fortuna e o prazer da sua bela amizade e companhia.」

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La ligera luz que entraba por la ventana le hizo abrir sus ojos con molestia, su cuerpo pesado le pedía encarecidamente quedarse un rato más acobijado, pero, el olor a nicotina mezclado con ginebra y un poco de almizcle le causaba pequeños estragos.

Lentamente el pelinegro se sumió con pereza sobre sus brazos, su dormitorio era un puto asco, tampoco recordaba por completo ningún acontecimiento. Con lentitud una de sus manos viajó hacia su rostro, pero, se vio detenida al sentir el rose de algo sedoso durante su paso.

Sus oscuros orbes viajaron al costado de su cama donde las brillantes hebras de un cabello rubio estaban esparcidas sobre la almohada. Itachi miró detenidamente el cuerpo a su lado, sus omoplatos marcados, al igual que su espalda descubierta por la sabana. Contemplo minuciosamente cada rincón de sus curvas, la habitación apestaba a sexo y sudor. ¿Acaso se había revelado a sí mismo bajo los efectos del alcohol, o simplemente había callado sus instintos mas profanos?.

Con molestia, el capo se levantó de sus aposentos, vistiéndose en el proceso. Antes de retirarse por completo del cuarto, miró nuevamente a la figura masculina que dormitaba con pasividad sobre la extensa cama.

— Al menos ya recuerdo algo — murmuró con pesar, sus pasos comenzaron a avanzar por el desolado pasillo de su departamento.

Con extrañes el pelinegro se refregó el ojo, aquella propiedad casi nunca la utilizaba, quedaba en el sureste de la ciudad y no era tan espaciosa como su reconfortante casa en el norte o sus dos pent-houses en Tokio. De igual manera, no recordaba nada en absoluto. ¿Cuánto alcohol había bebido?.

Su cabeza le daba vueltas y su hígado pedía agua con urgencia. Luego de un litro de agua y dos tazas de café, Itachi tomó asiento en el sofá de su apartamento. Con pesar, el pelinegro encendio la televisión enfrente suyo.

*Televisión encendida*

—... Y ello no fue todo Edgar — musitó la conductora del reportaje matutino de Tokio New's.

— Por supuesto que no Alexa... Ahora mismo estamos transmitiendo sobre el lugar de los hechos, y tenemos cerca de nosotros al oficial Tirumi.

— Buenos días.. ¡Disculpé! ¡Disculpé, oficial! ... ¡¿Podría describirnos con mayor claridad del incidente?!.

𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 Where stories live. Discover now