𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈

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Durante el frío invierno

Cuando mis lágrimas se hielan al caer

Es cuando mi corazón

late con más fuerza.

Nunca pierdas de vista mi valentía.

Osaka, Japon. 2007

En la oscura media tarde, donde del cielo caían las lágrimas del sol por aun no ver a su brillante luna, Deidara suspiro por quinta vez. El rubio se animó nuevamente con palabras de apoyo viendo el pequeño obsequio sobre su regazo, el podía hacerlo. Había viajado hora y media para su tan esperado encuentro, no era el benéfico momento de echarse atrás, además, las sabias palabras de Sakura fueron la indicante luz que lo guio a seguir sus sentimientos.

" - Relájate un poco... Estas demasiado auto presionado, si tu realmente crees que esa persona te ama y siente el mismo devoto amor por ti, entonces, puedes tranquilizarte y caminar despacio. El amor es maravilloso, cuando alguien te ama no hay prejuicios internos, solo un florecimiento de emociones y un largo sendero lleno de obstáculos a su alrededor. Pero de ello no hay que temer si estas con alguien correcto...-"

El rubio negó, admirando el collar sobre la pequeña caja blanca. Cuando des un obsequio siempre interpreta numéricamente tu intención le recitaba su abuela de pequeño, cada número tiene un significado y al mismo lo atraerá a tu vida. Un collar de plata con tres brillantes obres, para que su divino amor siempre le proteja de los enemigos que a menudo lo atormentan, ser sus ojos en la oscura noche.

La caída de la dispersa lluvia sobre el capote del automovil le recordaba que llevaba media hora retrasado de la hora pactada. Apresurado bajo tras el manto del diluvio, su pequeño paraguas le cubría ¿Que haría realmente cuando lo viera? Estaban bastante lejos de Kobe, pasarían desapercibidos ¿Entonces, el podría saltar y abrazarlo con emoción?

Sus pisadas en los charcos salpicaban su pantalón ocre, doblando por la avenida siete y luego de que un conductor lo insultara por atravesarse de repente, Deidara llego próximo a la pequeña vitrina del amplio restaurant. Desde lejos entrevió las largas pestañas que tanto extrañaba, su corazón latía ansioso y su estómago daba vuelcos como olas de marea.

De sus manos la sensación fría y sudorosa, le producía nervios incontrolables. Mierda murmuro por lo bajo. Apretando el obsequio en sus manos, tomo un último aliento antes de entrar lentamente por las puertas del sitio, mediante sus pasos le aproximaban, se revelaba aún más el ambiente.

Al lado de su compañero se encontraba una hermosa mujer de cabello largo, sonriendo y hablando cómodamente. Sus azulados ojos le analizaban con detalle, el, se detuvo. La fémina rio sutilmente y coloco su mano sobre las suyas. El, nuevamente miro, Itachi le respondió despreocupadamente y con naturalidad, entonces su corazón se sintió oprimido. Deidara suspiro desesperado, sus piernas insistían con ferocidad brutal como las llamas del fuego, en correr y detener esa bochornosa situación.

Sin embargo, el inmerso quebrar en su pecho se había arraigado como las profundas y viejas raíces de un sauce a la tierra. El joven apretó la cajita de regalo con fuerza, y las palabras del recepcionista finalmente lo llamaron al presente. - ¿Me diría su apellido, por favor? Así localizo su reservación...

Deidara le observo por segundos antes de sonreír. - Perdona, creo que deje el auto sin seguro...

Él se encamino desanimado fuera, sosteniendo su orgullosa mirada arriba. Aun cuando la lluvia cayo en su rostro y empapo su ropa el volteo con decepción para ver la misma sonrisa que un día, el capo le había obsequiado. ¿Que realmente esperaba? ¿Lealtad? ¿Fidelidad? ¿Algo más que un simple amante? ¿Lo mismo y más de lo que él estaba dispuesto a dar?

𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀 Where stories live. Discover now