CAP XXXVI

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Pov Narrador

-- Al despertar del coma, sentí que las imágenes que la mujer de pelo negro me mostró, las había visto, y aunque todo este tiempo le he hechado cabeza, no recuerdo nada. -- Suspiro mirando muestras manos que seguían unidas -- Estela lloro en mis sueños cuando me vio, se le veía feliz y petrificada en momentos cuando le decía que no quería volver. -- Iba a continuar hablando pero un teléfono sonó interrumpiendo la conversación que a leguas se notaba que iba a continuar.

-- Es Catalina -- Anuncio el mayor antes de contestar el teléfono y poniéndolo en voz alta a petición de su pareja.

-- Hola hermano -- Apesar de las palabras de la mujer, se escuchaba el llanto de Mateo -- Creo que alcanzas a escuchar ¿no?.

-- ¿Porque llora? ¿Tiene algo? -- Pregunto de inmediato Liam acercándose más.

-- No se preocupen, solo es un berrinche. Los llamaba para visarles que ya nos instalamos en el hotel. -- Avisó. El menor pidió el aparato y cuando se le fue entregado, le bajó volumen y sin pedir permiso salió del auto para seguir hablando con su cuñada.

Mientras tanto, dentro del auto el rubio y el hombre con pecas siguieron platicando.

-- ¿Quien lloraba?.

-- Gabriel, nuestro hijo -- Aviso William cruzado de brazos y pierna, con su mirada en el cristal y puesta  donde su pareja seguía con el teléfono en el cuello.

-- ¿Tu estabas enterado de todo lo que dijo?

-- En parte, solo lo del sueño. Liam es tan impredecible y se cree siempre autosuficiente. -- Aquello sonó como un reproche para el mismo hombre, porque tenía el mismo carácter que el menor, aquel que decía ser su hijo. Cuando Liam terminó, se acercó y abrió la puerta para mirar al mayor primeramente, y después a su pareja.

-- Debemos irnos, Ya quiero estar con mi hijo. -- Espeto sin subir. El rubio sin pensarlo bajo del auto a la vez que el pecoso mayor. Volvieron a unir sus manos y fue el mayor que se dirigió al hombre.

-- Los espero mañana. Quiero asegurarme de que las cosas que me dices sean ciertas. -- Anunció el de pecas. William asintió y se despidió a comparación del Pelinegro que camino hasta el otro auto y subió siendo acompañado por el otro momentos después.

Rondolf los vio marcharse y cuando se perdieron de vista entro a su solitaria pero lujosa mansión. Entro a su oficina maquinando lo que le anteriormente le dijeron, se sentó y sacando la llave de su bolsillo, abrió uno de los cajones para sacar la única foto de que quedaba de su amada e hijo. En su habitación tenía un cuadro gigante con la misma imagen pero esa pequeña siempre permanecian en el mismo lugar, en el mismo cajón de los recuerdos.

Su vista se perdió en los ojos negros ojos de la mujer, y luego en los cafés ojos del niño -igual a los suyos-, esos ojos iguales a los suyos, iguales a los de Liam. Ese jovencito al que apenas vio sus ojos, pecas y color de pelo le hizo revolver en ideas que descarto por absurdas. Tenía parecido con su Estela, también tenía rasgos parecidos a los suyos, pero había crecido y forjó además de los rasgos genéticos, unos propios que le hacen dudar de si creer o no sus palabras.

Es tan detallada la información que ese chiquillo le dio. Dudar, resulta prácticamente imposible y empieza a creer. Se masajeó la frente y respiro pesado dejándose caer en el respaldar de s cómoda silla. Dejo a su mente vagar por varios minutos, hasta que se levantó, tomo su teléfono mientras salía del cuarto y marcó.

-- Frank, quiero que me investigues sobre alguien. -- Dijo apenas contestaron. -- Su nombre es Liam Jordan... Ahora mismo... Claro... Listo, no demores. -- Colgó y siguió su paso hasta a la habitacion para darse una ducha y aclarar su mente o haría estragos si actuaba con la cabeza tan caliente como la sentían en ese momento. Al terminar su baño y cambiarse, le llegó el mensaje con la información que Frank su arma humana en el área de la sistematización e informática. Podía usar cualquier dispositivo sin miedo a ser chizada la interferencia.

Fue grande su sorpresa cuando dentro de la información que pidió sobre Liam Jordan, apareciera que esté había muerto a la edad de diesisiete años en un accidente, aparecía información de los medios de comunicación anunciando lo mismo, e incluso declaración de su enemigo lamentando "devastada" la perdida. Además de eso, la información de la vida del muchacho durante los diesisiete años que vivió con el juez, no era mucha; solo decía a qué escuela asistió, la carrera que estaba estudiando; imágenes de este siendo escoltado, en todas lo estaba.

Su historial médico estaba vacío, no había casi nada de información del joven, y no sabía que decir o pensar, sus años de experiencia le han servido para aceptar que las cosas que cree pueden no ser las correctas o viceversa.

Peligroso amorWhere stories live. Discover now