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Me sentía un poco egoísta al pensar en mi bienestar y no el de Sophia, al pensar en mi satisfacción, en mis sentimientos y no en los de una pobre niña la cual me llamaba tía. Pero la vida solo era una y tiempo era lo que más tendríamos desde ahora si es que las cosas no mejoraban lo cual era lo más probable.

- ¿Te habrías fijado en mí de no ser porque el mundo se fuera al carajo? - le pregunto a Daryl mientras subimos a revisar el segundo piso de la casa, todo despejado.

- La verdadera pregunta es si tú lo hubieses hecho - me dice él sin levantar la vista - ¿cuántos años tienes, Alexa?

- ¿Acaso importa? - trato de evadir aquella pregunta, esa que todos me hacen y que no se la he respondido a nadie, ni siquiera a Amy.

- Sí, me importa - dice él y me toma de la muñeca, con gentileza - debo saber si he hecho las cosas bien o si la he cagado todo este tiempo, quizás no tenga el mismo nivel de tu capacidad intelectual, quizás dejé la escuela y me dediqué a otras cosas en mi vida, pero se que la edad de una mujer es algo importante.

- Creo que alguien debe ordenar sus prioridades - me burlo.

- Es lo que trato de hacer en este momento, Alexa - esta vez lo suelta, sin rodeos - es importante para mí saber...

- Estoy cerca de los treinta - le digo, no deseo revelarme mi edad ya que sé que la diferencia que hay entre nosotros reducirá lo poco que tenemos a nada - ¿cuántos tienes tú?

- Alexa - suelta un suspiro de rendición, sabe que tiene menos posibilidades de saber si no responde mi pregunta - cuarenta años, tengo cuarenta años.

- Tengo veinticinco - suelto finalmente - si te das cuenta, la diferencia no es tanta.

- No lo aparentas - dice confundido.

Pasamos la tarde rondando el perímetro y llamando a Sophia a ver si aparece, pero no hay rastros de ella, tan sólo alguno que otro animal salvaje e inocente que logramos cazar. Finalmente puedo usar mi arco a un ochenta por ciento, no está mal y ya casi no duele tensar la cuerda.

Daryl y yo no hablamos durante el resto de la tarde, tan sólo en algunas ocasiones para comunicarnos por la caza o Sophia, sé que debo darle tiempo para procesar todo, yo también debería hacerlo sabiendo que la diferencia que hay entre nosotros.

Cuando estamos de vuelta en la casa, Daryl se detiene ante un pequeño arbusto con flores blancas, lo observo mirar las flores blancas entre las ramas secas, se ve preocupado, puedo notar la tensión en su espalda y su respiración agitada.

- Daryl - le llamo.

- Es una rosa Cherokee - explica cortando una - dicen que cuando los soldados americanos sacaron a los nativos de las tierras por el Sendero de Lágrimas, las madres Cherokee lloraban tanto por perder a sus hijos en el camino por estar a la intemperie o por las enfermedades o incluso el hambre. Muchos de ellos desaparecieron y entonces los ancianos de la tribu oraron, pidieron una señal para animar a las madres, para darles esperanza y fuerza. Al día siguiente comenzó a crecer esta flor justo en donde caían las lágrimas.

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El Ángel del Apocalipsis ||Daryl Dixon||Where stories live. Discover now