Capítulo 29

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-Ma ma ma ma ma -oí a Alessandro llamarme.

-¿April que le haces a mi hijo? -bromeé y me miró mal.

-Estábamos nadando tranquilos, pero te vio, es todo -extendió sus bracitos hacia mi haciendo puchero y yo sonreí.

-Espérame, cielo.

Llevé las cervezas que tenía en las manos al par de hermanos que asaban carne y me quité el vestido que tenía encima para entrar al agua. Me acerqué hacia ellos y reí al ver cómo el niño movía sus manitas y piecitos en el agua, eufórico al ver que ya iba por él, lo tomé en brazos e inmediatamente entró su manita entre mis pechos y se acomodó en mi hombro como hacía siempre.

-Las niñas están locas por mi, Baby Girl -Gustav, Giancarlo y Dylan voltearon a mirarlo mal, a diferencia de April y yo, que lo veíamos como si Liam fuera agua y estuviéramos en el desierto.

-Recuérdame por que no lo he follado aún -susurró mi amiga para que solo yo pueda escucharla.

-Porque estas esperando un hijo de su hermano  -la miré con desaprobación.

-No tienes moral para decirme eso, zorra -la maté con la mirada.

-Pues porque es el ex de tu mejor amiga -rodó los ojos y seguimos mirándolo. Se acercó a nosotras trayendo a las niñas.

-Abi, cuando nos fuguemos las niñas no serán un problema -río y nos derretimos. ¿Qué demonios tenía ese chico?

-Dame a mis bebes -gruñó Gustav desde afuera de la piscina.

-Eso no incluye a Abigail, ¿cierto? -contraatacó Liam sonriendo mientras le pasaba a las niñas y él lo miró mal.

Sin disimulo, le fue con el chisme a su hermano, quien me sacó de la piscina con una excusa barata poco después.

Ya habían pasado tres meses desde la muerte de Marie y aunque de a poco nos acostumbrábamos a su ausencia, siempre le hablaba a Alessandro de ella.

Increíblemente, April estaba embarazada, pues olvidó sus pastillas cuando fuimos a Santorini y ahí estaba el resultado. A raíz de eso, Dylan aceptó trabajar con Gustav en el hotel y ahora vivía aquí de manera indefinida, yo no podía estar más feliz.

-¿En qué piensas, Bambola? -se sentó a mi lado.

-Deja de decirme Bambola -rei.

-¿Por qué ya no te gusta? -tomó un trago de su cerveza.

-Me hace recordar cuando lo gemías siempre que te la chupaba -el líquido que tomaba salió por su boca y nariz.

-¿Pa pá? -dijo Alessandra mirándolo confundida.

-Estoy bien, cariño -yo reí a carcajadas.

-¡Joder, Abigail! -se quejó limpiándose.

-También solías decir eso -lancé juguetona.

-¡Para ya! Maldita sea -empezó a reír conmigo.

-¿Te acuerdas cuando estrenamos tu oficina?

-Claro que sí, mi mesa aún huele a ti -bromeó y lo miré sorprendida, no me lo esperaba.

-¿Ustedes dos que se traen? -April se paró frente a nosotros y me quitó a la niña-. De lejos parece que se follan con la mirada, respeten a su hija -nos regañó y se fue.

-Bueno, pues yo estoy duro, pero aun no me corrí -le di un ligero golpe en el brazo y reímos a carcajadas.

Para la noche todos se habían ido y después que logramos dormir a los niños  Giancarlo y yo nos duchamos juntos y fuimos a dormir. Una llamada a las tres de la mañana nos despertó, era el teléfono de Giancarlo.

Señora PalumboWhere stories live. Discover now