17. Mía

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Cerrando la llave del agua caliente, Jackson Vanderholl alargó la mano hacia la barra dorada de la pared y tomó la toalla llevándosela al mojado rostro antes de envolver con ella su cintura.

Por un momento sintió tensarse los músculos de su torso como si hubiese pasado las últimas cinco horas de su vida haciendo ejercicio y con las gotas resbalando de su corto cabello e impactando sobre su piel se dirigió a la habitación.

Ciara Landrove estaba tumbada sobre la espaciosa y elegante cama cuando él entró. Aún llevaba puesto un delicado conjunto de lencería azul celeste lleno de encaje que parecía cubrirla como una segunda piel y sus ojos permanecían cerrados.

Se había quedado dormida nada más llegar del club y aún olía a sexo y a él.

Jackson cerro los ojos queriendo absorber aquellos retazos de excitación y placer mientras se dirigía a la cómoda para coger algo de ropa limpia pero antes de hacerlo se volvió hacia ella en la cama como atraído por el hipnotizante canto de una sirena.

A pesar de haber pasado con él las últimas horas, Ciara se había mostrado esquiva, distante e incluso molesta.

Él en cambio se sentía eufórico por lo ocurrido la noche anterior aunque sabía que ella odiaba que se alimentase de esa forma de ella a Jackson le encantaba sentirse el centro de todo, observar y ser observado, contemplar y ser contemplado, hacer y que le hiciesen.

Y últimamente Ciara hacía poco a su parecer.

Admitía que la excitante presencia de Sondra envolviéndolo todo hacía que él estuviese excitado todo el tiempo pero estaba algo descontento con la situación.

Y el imbécil de su hermano con su furia, con su ira no hacía más que avivar el instinto predador en él.

Asher Vanderholl se sentía atraído por Ciara pero Jackson sabía que no en el terreno sexual, no porque ella no fuese una autentica preciosidad, una delicada, dócil y apasionada criatura llena de autentica y atrayente belleza, no.

Jackson sabía que Ciara despertaba en él cierto instinto de protección, de sincero aprecio y admiración.

Quizás Asher proyectada en ella buena parte de su figura en el pasado, y eso hacía que se mostrase fiero y territorial cuando Jackson estaba realmente cerca de ella.

Peligrosamente cerca.

Y eso tan solo lograba que el menor de los dos íncubos quisiese buscar nuevas maneras de provocarlo.

Verdaderamente le excitaba hacerlo y no solo sexualmente.

Ese sentimiento de inquina que sentía, esa... esa rabia contenida y tácita, esa tregua no hablada que existía entre ellos y que prácticamente se había hecho añicos en cuanto Sondra apareció en escena, provocaba que sus instintos más primarios vibrasen por tomar el control de la situación.

Aunque lo negase, aunque su furia contra las suyas nublase su juicio, Jackson sabía que Sondra atraía irremediablemente a su hermano y que trabajar con ella era uno de los retos más excitantes y complicados a los que había tenido que enfrentarse los últimos años.

Y la súcubo igual.

En ocasiones, Jackson creía poder manejar las cosas con ella, poder ejercer en ella algún tipo de persuasión, de seducción como Sondra solía hacer con él con solo respirar pero Jackson sabía que para Sondra, él era solamente una marioneta, un mero instrumento que utilizar para tener sexo ocasional y poder alimentarse con el permiso de Vex.

Sondra tenía curiosas maneras de marcar territorio y de jugar con su mente.

La imagen de ella tendida provocativamente sobre la cama mientras él dejaba caer el peligroso aceite de lavanda sobre ella, y como le pedía que la masajease con él aún sabiendo que las manos de Jackson arderían y que la lavanda provocaría esa clase de quemazón intoxicante en su piel, era su manera de castigarse por lo que sabía que había estado haciendo mal con su vida.

La Nigromante (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora