Dix | 𝘕𝘰𝘵𝘢𝘴。

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     Estaba escribiendo algunas notas.

     Últimamente Pucca se ha levantado de mal humor, con pequeños dolores de cabeza y algunos mareos.

     El estrés de seguir teniendo que ver a su esposo por el tema de las mudanzas han provocado que se la pase todo el día en casa. Iba a la escuela cuando la necesitaban o cuando era urgente, pero se quedaba en casa cuando no había mucha necesidad de ir.

     Tampoco salía mucho con sus amigas. Cuando llegaba del trabajo, siempre me encontraba con ella y Ching tomando un té en el balcón. La respuesta era la misma siempre, "no teníamos muchas ganas de salir a pasear hoy".

     Le comenté que ésto alteraría sus horas de trabajo, y aunque se enojó conmigo por decirle que hacer, finalmente reunió toda la felicidad y tranquilidad necesaria para ir a la escuela todos los días, sin faltar ni uno. Los niños estaban felices, y poco a poco ella también estaba feliz.

     Una de las cosas que me he prometido a mi mismo, es ir a la hora de su salida a la escuela, pasarla a buscar e ir a tomar un café a nuestra tienda favorita. A veces, simplemente la llevaba a un parque o a la florería, y se quedaba un rato observando las flores, árboles y plantas de ambos lugares por igual.

    Terminé de hacer mis cosas en la oficina y salí junto a Yani hacia la cocina. Le dí un poco de leche y me preparé un poco de chocolate caliente.

     Busqué en casi todos los lugares de la casa en los que podía encontrarme a Pucca, pero no la encontré. Verán, cuando está entretenida, leyendo o dibujando, preparando manualidades para sus alumnos o haciendo cuentas de las facturas del apartamento; en la casa hay un silencio total.

     Mi única y última opción, el living.

     Dormía tranquilamente en el sofá grande, en la pequeña 
mesita había una taza de té por la mitad (ya frío) y una botella de agua vacía. Todos los útiles escolares que usaba; hojas, cuadernos y la pequeña libreta que siempre esconde, esparcidos sobre la mesa.

     Guardé todo en su bolso, llevé la botella para llenarla de agua y meterla en la nevera, lavé la taza y volví al living. Acomodé su preciosa carita en la almohada y cubrí su cuerpo con una manta. Iba a inclinarme para darle un beso en la frente, cuando su bolso volvió a llamar mi atención.

     La duda me carcomía por dentro, y mientras llevaba sus cosas a la habitación, pude ver salir de la pequeña libreta algo escrito con mi letra. Confundido, me detuve en seco.

     Era un sobrecito. Uno lo suficientemente pequeño cómo para meter dinero. Recuerdo que había puesto un pequeño collar dentro, con una nota sobre lo mucho que éso me hizo pensar en ella la primera vez que lo ví, el sobre tenía su nombre en grande. Dentro, un millón de notas.

     Bueno, tal vez estoy exagerando, pero eran muchas.

“07/08. Querida Pucca.
El tiempo se congela cuando
pasas por mi lado”

“07/16. Querida Pucca.
Te ves preciosa en ése vestido azul...
por cierto, me gusta cuando bailas
sin saber que alguien te mira”

“08/28. Querida Pucca.
¿Cómo puede ser que pongas cinco
distintas alarmas, con cinco canciones
diferentes, pero termines despertándote
con mis abrazos?”

“08/30. Querida Pucca.
Terminé el café que dejaste hoy en
la mañana... tenía mucha azúcar”

“09/01. Querida Pucca.
Siempre olvido los recados que
me dejas. No te enojes, no lo hago
a propósito, lo siento”

     Cerré el sobre, lo metí en la libreta y de nuevo al bolso. Llevé éste a la cama, dejándolo en el borde y salí disparado a los pequeños ruidos en la cocina. Ella estaba preparándose otro té.

     Me acerqué y le abracé. No le diré que ví las notas, ni haré alusión a cómo las guarda con tanto amor. Todas mis notas. Las notes que le dediqué por meses.
    Jamás me había sentido tan amado.

삶    𝖣𝖾𝖻𝗂𝗈́ 𝗌𝖾𝗋 𝖾𝗅 𝖵𝗂𝖾𝗇𝗍𝗈  ❚  tobecca. [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora