6. Spa

236 26 5
                                    

–Ni se inmutó, Niko.

Joaquín invitó a su mejor amigo, a pasar la tarde con él. Necesitaba desahogarse o moriría asfixiado con todo lo que sentía.

–Me compré la loción como me aconsejaste, me la puse, lo abracé, lo acaricié y ¡nada! Yo creo que hasta se hizo el dormido. –Hizo un puchero.

–¿Cómo se te ocurre, Joaco? –Niko estaba recostado en la cama del castaño viendo a su amigo doblar la ropa limpia.

–¡Te lo juro, Niko!, llevamos... –Hizo una pausa. –... como dos meses sin hacer el amor. –Murmuró apenado. –Ya no sé qué hacer. Creo que ya no me quiere. –Su voz sonó triste.

–No hay absolutamente nada que una pareja no pueda solucionar con buena voluntad. Y eso sí, con buen sexo. El sexo es uno de los condimentos esenciales para conservar el amor.

Joaquín bajó la mirada.

Su conocimiento sobre sexo y cómo seducir a su esposo, era casi nulo. Venir de una familia conservadora y estudiar en colegios religiosos no ayudó mucho a su educación sexual. Lo poco que conocía ahora, lo había aprendido con Emilio después del matrimonio. Emilio nunca se ha quejado sobre su vida sexual, desde la primera vez fue apasionado, tierno y dulce con él, siempre buscando el placer para ambos.

Pero el hecho que no se queje, no significa que se sienta bien. ¿No?

–Joaquín. –Escuchó a su amigo llamarlo. – ¿Tú duermes con esto? –Preguntó un horrorizado Niko.

–Sí, ¿Por qué? –Preguntó inocente.

–¡Con razón! –Joaquín frunció el ceño. – ¡Que poco sexi! ¿Cómo pretendes que ese hombre se caliente, si andas con este esperpento por toda la casa?

Joaquín abría y cerraba la boca intentando decir algo porque... ¿Tan mal estaba su pijama? Es cómoda.

–¿Nunca has escuchado eso que dice: "Los hombres se enamoran por la vista"? Sí, es una triste y desagradable realidad, pero la mayoría de los hombres son un poco demasiado superficiales. –Niko hizo una mueca. –A los hombres hay que darles un empujoncito. Provocarlos con ropa sexy, como por ejemplo: un hilo con encaje o un traje así transparente pegado al cuerpo y que no deje nada a la imaginación.

Joaquín se imaginó usando la lencería mencionada, pero la idea no le gustaba mucho. Se veía ridículo según su imaginación.

–¡Ya sé! –Dijo Niko de repente. –Tú y yo nos vamos a ir de compras y no acepto un no por respuesta. –Joaquín abrió los ojos como plato.

–¿Qué?

–Te vamos a conseguir algo que hará que a Emilio tenga un orgasmo con solo verte.

–¡Niko! –Regañó un Joaquín sonrojado.

–¿Qué? Tienes dos años de casado, y no es posible que todavía te avergüence hablar de sexo. El sexo es algo normal, natural. De hecho eso es algo que debes cambiar. Tienes que ser un poco más relajado, de mente abierta, atrevido.

–Es que... Yo no sé cómo... Supongamos que me compro algo de lo que mencionaste, no sabré como manejarme con eso. Sabes bien que yo, pues no... No había estado con nadie antes de Emilio. Él fue mi primera vez, mi primer novio. Nunca tuve tiempo de aprender a... hacer bien el amor. –Bajó su triste mirada. –Yo solo soy alguien que se ha dedicado a cuidar de esta casa y de Emilio. ¿Y para qué? Para que me felicite cada vez que le plancho bien una camisa.

–Joaco, no exageres.

–¡Yo dejé de trabajar para estar con él! Y él ahora ni siquiera se aparece por aquí. Ya no pasa tiempo conmigo. No sé en qué momento todo cambió. –Bajó la mirada.

Como el otro | EmiliacoWhere stories live. Discover now