capítulo 2

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Antes de que empecéis, quedaros hasta el final, por favor. Y ahora sí, no os molesto más.

Apenas eran las diez de la mañana y Mimi ya estaba despierta, aunque tampoco le extrañó, estaba más que acostumbrada a madrugar y dormir más bien poco.

Con cuidado, se levantó, dejando a la gallega sola en la cama, cogió algo de ropa y se dirigió al baño. Aprovechó para darse una ducha rápida y pensar, sabía que tendría que dar demasiadas explicaciones, pero ya se preocuparía por eso llegado el momento.

Una vez duchada y cambiada, decidió preparar el desayuno, por lo menos para ella. Siempre se levantaba hambrienta y nunca le podía faltar un buen café de par de mañana.

Se preparó unas tostadas rápidamente y se sentó a comérselas mientras hojeaba su teléfono. Sabía que en alrededor de una hora sonaría el timbre y, en cierta parte, se alegraba de estar ya despierta.

Justo cuando estaba recogiendo las copas que habían dejado anoche sobre la pequeña mesita del salón, Miriam apareció por allí, con cara de recién levantada y usando una de sus camisetas anchas.

-Buenos días. - dijo, haciendo que la granadina se volteara verla.

-Hola. - saludó - ¿Qué tal has dormido?

-Bien, gracias. - contestó, era la verdad, hacía demasiado tiempo que no dormía tan bien - Te he cogido ropa prestada, espero que no te importe. - informó algo preocupada, ya que ella sí era bastante maníaca y odiaba que rebuscaran en su armario.

-No te preocupes. - la tranquilizó Mimi - Puedes desayunar si quieres, y aquí tienes Ibuprofeno. - informó acercándole una pequeña caja con los comprimidos.

-Gracias, me vienen bien. - rió la gallega - Ayer me pasé.

-Ni que lo jures. - continuó con la broma, aunque lo cierto es que estaba un tanto incómoda, no sabía que podría pasar con Miriam a partir de ahí, y eso la asustaba - ¿Te hago unas tostadas?

La gallega asintió, así que no le quedó más remedio que preparar unas idénticas a las que ella se había comido minutos antes, mientras la otra la observaba desde la barra de la cocina.

En el momento en el que Miriam estaba empezando a saborear su desayuno sonó el timbre, aunque no le dió mayor importancia. La granadina se tensó, ella sí sabía quién era y tendría que dar muchas explicaciones a la chica.

Se acercó a la puerta y antes de abrir suspiró. No le dió apenas tiempo a reaccionar, ya que en cuanto abrió la puerta ya la tenía colgada a su cuello y abrazándola fuertemente.

-¡Mamá! - gritó la pequeña rubia.

-¿Cómo lo has pasado con papi, mi amor? ¿Te has portado bien? ¿Me has echado de menos? - Mimi bombardeó a la niña con preguntas, que ni siquiera le dió tiempo a responder.

-Mimi, lo siento, pero me tengo que ir. - dijo el padre de la niña - Sabes que si fuera por mí te la traía esta tarde. - se disculpó de nuevo.

-No te preocupes. - le restó importancia la granadina, con la niña todavía en sus brazos.

-Yo me voy, pórtate bien con mamá. - le pidió a la pequeña, para después dejar un beso en su mejilla.

La rubia se despidió brevemente de su padre, y después volvió a reclamar los brazos de Mimi.

-Lu, cariño. - llamó la atención de su hija - Hay una amiga de mamá en la cocina, puedes pasar a saludarle y después si quieres vas a jugar a tu habitación, ¿si?

-¡Que diver! - exclamó la niña, normalmente no había demasiadas visitas en casa y eso le emocionaba mucho.

Mimi sonrió ante las ocurrencias de su hija y la cogió de la mano, para llevarla hasta la cocina, donde Miriam se encontraba desayunando. La gallega abrió los ojos sorprendida al ver allí a la niña, pero trató de mantener la calma.

KILLA // Miriam² حيث تعيش القصص. اكتشف الآن