capítulo 5

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Mimi abrió los ojos, viendo un gran hueco en el otro lado de la cama. Suspiró al pensar que Miriam se había ido y que, de nuevo, iban a dejar una conversación pendiente. Por suerte, escuchó algo de ruido proveniente de su cocina.

Se levantó con cuidado, más bien por en sueño que cargaba a sus espaldas que por no hacer ruido, y en menos de lo que esperaba apareció en su cocina. La estampa que se encontró fue, cuanto menos, divertida; Miriam sentada sobre la encimera, mientras comía directamente de una caja de cereales a dos carrillos.

—¡No me jodas Miriam! — gritó Mimi, asustando a la gallega — Te estás comiendo los cereales de la niña. Pues que sepas que vas a tener que darle explicaciones.

—Joder, Mimi. ¿Hacía falta darme ese susto? — se quejó — Lo tiré todo por tú culpa.

—Pues ya puedes limpiar este desastre y de paso te vas preparando un buen discurso para Lucía. — y es que sí, la pequeña era muy exigente con aquello y nadie podía tocar sus cereales bajo ningún concepto, pero Miriam sabía de sobras que la tenía en el bote y no podría enfadarse, no con ella.

La gallega obedeció a las órdenes de Mimi, y una vez hubo recogido y limpiado algún que otro cereal que había terminado en el suelo, se sentó frente a la granadina, mientras esta disfrutaba de su desayuno.

—Te ofrecería algo, pero ya te has servido tu solita. — dijo con gracia.

—Que pesada, neno. — volvió a quejarse — Mañana mismo le traigo dos cajas si hace falta. — aquella era su estrategia, y sabía que no podía fallar.

—Miriam. — se puso seria Mimi, había sido tan de repente que la gallega incluso se asustó — Puedes darte una ducha si quieres y me coges ropa, yo lo voy a hacer. Después tenemos que sentarnos a hablar, lo sabes ¿no?

Miriam simplemente asintió y se levantó de allí, para dirigirse a la habitación de la granadina. Abrió el armario y, como si fuera el suyo propio, eligió qué ponerse. Algo cómodo para aquél día.

Mientras dejaba que el agua recorriera su cuerpo y destensaba sus músculos, pensó en cómo le contaría a Mimi todo aquél lío con Pablo. Pero no solo en eso. Sabía que el tema de en qué punto estaban saldría tarde o temprano, y no podía decir que no estaba interesada en ella. En aquella última semana se había dado cuenta de que quería seguir con aquello, conociéndola al menos, pero quizás habían ido demasiado rápido desde el principio.

Casi sin darse cuenta y entre pensamientos, ya estaba fuera de la ducha y vestida con la ropa de Mimi. Olía a ella, y eso le encantaba. Sí, estaba pasando justo lo que no quería. En tan solo una semana se había pillado hasta el fondo, y eso le aterraba.

Salió del baño, topándose con Mimi al otro lado de la puerta, quien sin mediar palabra, se encerró en este. Tampoco tuvo que esperar mucho, en unos veinte minutos ya tenía a la granadina sentada a una distancia prudente en el sofá.

—Mira Miriam, yo no te voy a obligar a que me cuentes que te pasa. — empezó Mimi — Pero quiero que entiendas que a pesar de que nos conocemos desde hace una semana, te he cogido mucho cariño y me preocupa. Estás diferente, lo sé y se nota. Queda en tus manos el contarme si tienes algún problema. — volvió a repetir.

—Mimi, tú y yo sabemos que no es lo único que tenemos que hablar.

—Bueno, eso es un tema a parte, pero si prefieres empezar por ahí... — comentó, pues le daba igual, era un tema que tarde o temprano tendrían que tocar.

—Mi ex me ha echado del piso. — soltó Miriam sin previo aviso.

—¿Qué? — preguntó estupefacta la granadina. Lo que menos esperaba era que su problema fuera aquél, de echo pensaba que era un problema entre ellas.

KILLA // Miriam² Where stories live. Discover now