capítulo 4

962 70 20
                                    

Por fin era viernes de nuevo. Su hija ya estaba en el colegio, y no la vería hasta el lunes por la tarde, lo cual significaba que tendría todo el fin de semana para ella, excepto por qué tenía que trabajar.

Después de dejar a Lucía en el colegio, aprovechó para desayunar sola en una cafetería, algo que intentaba hacer todos los viernes. De pronto, mientras disfrutaba de un buen café con leche acompañado de un cruasán, divisó una melena rubia en la barra. Efectivamente, era Miriam. Llevaban desde aquél lunes sin hablar, pero, sin dudarlo, mucho le hizo señas para que se acercara a su mesa.

—Buenos días. — saludó la gallega, apoyando sus cosas en la mesa.

—No esperaba verte aquí. ¿Quieres sentarte? — ofreció.

—Gracias. — agradeció Miriam tomando asiento — Pues ya ves, planes improvisados.

—Yo vengo todos los viernes.

—Pues nunca te vi por aquí. — apuntó.

—Seguro que sí. Lo que pasa es que pasó desapercibida sin la peque. — rió la granadina. Y es que era así, cuando iba a cualquier sitio con Lucía llamaba más la atención.

—Puede ser. — susurró Miriam, más para sí misma y con una pequeña mueca — ¿Cómo está? — preguntó. No pudo evitar hacerlo, sin quererlo le había cogido cariño, pero tampoco había tenido una semana fácil como para preocuparse por la niña.

Apenas había dormido en los últimos días, pero gracias al maquillaje sus ojeras no eran visibles. Después de muchas peleas con el que ya era su ex novio, Pablo, y varias noches en vela y entre lágrimas, decidió rendirse y salir de ese piso. Quizás le vendría bien empezar de cero en un piso que no guardara recuerdos de tantos años. Incluso se estaba planteando adoptar un animal.

Por eso esa misma mañana se había levantado medianamente temprano, y tras una ducha renovadora, decidió desayunar fuera de casa. Su intención era reflexionar y buscar algún que otro piso, pero al encontrarse con la rubia sus planes se vieron afectados.

—Mejor que tú y yo juntas. — contestó Mimi, sacando a la gallega de sus pensamientos — Está muy contenta porque pasa el fin de semana con su padre. Ah, y ha estado to' la semana preguntando por tí.

—La verdad es que he estado liada. — confesó antes de dar un sorbo a su café y bajar la mirada.

—¿Estás bien? — preguntó la granadina, que desde el minuto uno había notado que algo le pasaba. La miró a los ojos y acarició su mano por encima de la mesa.

—Sinceramente no. — soltó por fin — Han pasado muchas cosas estos días, pero no quiero hablar de esto ahora, he venido a despejarme.

—Miriam, aunque nos conozcamos desde hace prácticamente una semana, quiero que sepas que si necesitas algo voy a estar aquí.

—Gracias. — susurró con una pequeña sonrisa, o un intento de esta.

—Mira, te lo dije el lunes, pero puedo conseguirte un par de pases para mañana. — insistió la granadina creyendo que sería una buena forma de hacerla desconectar — Si no quieres ir sola yo aviso a Ricky. ¿Te parece?

Puede que por la insistencia de Mimi, o porque realmente tenía ganas de ir, acabó aceptando. Al fin y al cabo tampoco tenía nada que perder.

Después de compartir un desayuno tranquilo con una agradable conversación, cada una se fue por su lado. Acordaron que se verían al día siguiente, un rato antes del show de Mimi.

Quizás pasar la mañana frente al ordenador buscando pisos no era el plan que más le apetecía a la gallega, pero Pablo le había dado solo unas semanas para abandonar el piso y eso la ponía bajo presión. Aún no se creía que había accedido a hacerlo cuando el que había hecho las cosas mal era él, pero estaba cansada de sus constantes llamadas y mensajes.

KILLA // Miriam² Where stories live. Discover now