Jin, un sastre muy reconocido, sufre una dolorosa ruptura con quién tenía planes de boda. Cae en una profunda depresión, ya que nunca se imaginó que el amor de su vida terminara engañándolo con su hermano. En medio del caos, a su vida llega un divin...
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Después de dos semanas buscando un nuevo lugar dónde vivir, Namjoon al fin había encontrado una residencia que satisfacía todas las necesidades. Ubicación alejada del centro de la ciudad, de acceso limitado y lo más importante, que sea relajante y más acogedora.
La casa contaba con los espacios necesarios, no era muy pequeña, pero tampoco tan inmensa como la mansión anterior. Lo que a la otra casa le sobraba en cantidad ridícula de habitaciones, ésta nueva adquisición le sobraba áreas verdes. Pues estaba situada en medio de un extenso bosque de, nada más y nada menos que Glicinias, los árboles favoritos de su amo.
La casa era algo antigua, pero con unos buenos retoques, quedaría más que perfecta. Además que para la época en la que fue construida se veía bastante vanguardista. Lo que terminó de convencer a Namjoon para adquirir el terreno, fue que constaba de un extenso sótano. Se veía perfecto para convertirlo en el taller de su joven amo, porque sí, él aún no había perdido las esperanzas de que el joven Seokjin recuperara el ánimo y las ganas de volver a diseñar y confeccionar.
El anciano que le vendió la propiedad, sólo le pidió a cambio que no removiera ni uno solo de los árboles ni flores del jardín y el bosque que pertenecía a la propiedad. Pues él no quería dinero, no lo necesitaba. Aún así, Namjoon insistió en pagar porque no lo sentía correcto. Además de prometer que no dañaría ningún área verde, al contrario, los cuidaría y atendería de la mejor manera.
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—Al fin podemos dejar este lugar— Jimin suspiró de alivio en cuanto Namjoon les informó a todos de la nueva propiedad.
—¿Cómo lo conseguiste? Escuché que esa zona era de difícil acceso, no sólo porque está algo alejado, sino porque el que solía ser el dueño se negaba a vender sus terrenos— el señor Lee estaba curioso, pues como jardinero. Siempre le llamó la atención aquel gran bosque de Glicinias que se podía ver a la lejanía, nunca creyó que todo eso era propiedad privada hasta que lo escuchó como rumor en la ciudad.
—Fue un poco difícil, si— respondió Namjoon, sin poder evitar recordar todo lo sucedido.
