Jin, un sastre muy reconocido, sufre una dolorosa ruptura con quién tenía planes de boda. Cae en una profunda depresión, ya que nunca se imaginó que el amor de su vida terminara engañándolo con su hermano. En medio del caos, a su vida llega un divin...
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La señora Park ingresó al taller, en busca de su joven amo para llevarlo a cenar. En cuanto bajó las gradas, se encontró con SeokJin desplomado en el suelo.
Un grito despavorido se escuchó por todo el taller, la señora Park estaba en shock, porque podía jurar que vio al maniquí del joven amo, girar la cabeza y verla con una expresión de susto.
La señora no pudo más y salió corriendo, temblando de miedo.
—Maldición, no quería asustarla— se lamentó Tae —, pero es su culpa, ¿Por qué tenía que gritar tan fuerte?... Además, no sabía que ya puedo mover la cabeza… ¡Ya puedo mover la cabeza!— Taehyung no creía que esa posibilidad se esté dando.
Era algo muy difícil de creer, porque se supone que ese día su consciencia sería así absorbida por la dimensión del maniquí.
En medio de su intento por comprender lo que le sucedía, escuchó nuevamente ruidos en las gradas.
La señora Park pidió ayuda a todos en la cocina, dónde la vieron como una loca cuando les dijo que el maniquí la volteó a ver.
Pero acudieron de inmediato, al saber que el joven amo estaba inconsciente en el suelo.
—Joven amo, joven amo— llamó Jimin moviéndolo suavemente, pero este no respondía y el miedo comenzó a crecer en todos los presentes.
—Tranquilos, no debemos alarmarnos. Su pulso está estable— informó NamJoon después de medirle el pulso en una de sus muñecas.
También le dio una revisión rápida, en busca de algún golpe de gravedad, o alguna herida. Al no encontrar nada, decidió llevarlo a la cama que había en ese taller.
Jimin se quedó mirando al maniquí, tratando de entender qué era eso que le molestaba cada vez que lo veía.
—¿Qué le pasa a este mocoso? Me pone de los nervios que esté tan cerca— protestó Taehyung por la pronta cercanía del más bajo —, además, quiero ver a mi hombre y esa cabellera me estorba. Condenado enano— protestó tratando de luchar contra el impulso de mover los ojos, para poder ver qué era lo que le había pasado a SeokJin.
Lastimosamente, ahora debía ser más cuidadoso, porque si hace unos momentos su cabeza se movió. Cabía la posibilidad de que podía mover más partes de su cuerpo, además no quería asustar a más personas.
Lo intentaría cuando esté solo.
—Deja de ver tanto a ese maniquí— reprochó el señor Lee, a Jimin quién lo miró entre ofendido y enojado
—¿En serio no le creen a mi madre?— puso sus manos en su cintura — Este maniquí es raro, tiene unas extrañas vibras… además el joven amo no se le despega ni un segundo… ¿No lo estará controlando? Y … ¡¿Si quiere apoderarse de su cuerpo?!— estalló Jimin, totalmente paranoico.
—¡¿Qué?!... ¿Cómo que raro?— Taehyung estaba sumamente ofendido.
—Jimin-ah, no seas tan paranoico, sabemos que hay cosas extrañas que persiguen al joven amo. Pero también sabemos que si son malas, no pueden pasar la barrera de Glicinias—, explicó el señor Lee, con una paciencia increíble.
—El viejo tiene razón. No pienses así del maniquí. Todos vemos con asombro y alegría, que la aparición de ese maniquí, nos trajo de regreso al sonriente y amoroso SeokJin— la señora Woo, apoyó al señor Lee.
—¿Qué yo qué?... ¿Lo ven más feliz porque estoy aquí?— Taehyung volvió a sentir que su corazón galopaba sin su consentimiento.
Por primera vez en mucho tiempo, se sintió importante. Se sintió útil y un poco más vivo.
Las ganas de llorar volvieron, eran muchos sentimientos en un solo día. Controlar las lágrimas estaba siendo un trabajo muy difícil.
—Bueno, eso… en eso tienen razón. Pero de todos modos, si vamos a cuidar al joven amo acá, prefiero tapar al maniquí. Me da escalofríos de sólo pensar en que puede moverse— Jimin se estremeció, yendo por una de las telas que había en el taller.
Los demás no objetaron, porque sabían que el menor era miedoso y más ahora que su madre se fue a encerrar a su habitación, se veía muy afectada aún.
—Óyeme, no — Taehyung vio el gran trozo de tela que tenía ese pequeño humano irritante —, no te atrevas, quiero ver a mi… digo al joven que me cuida— protestó al ver que Jimin lo estaba tapando con esa tela.
—Este enano, se está ganando mi desprecio— musitó fastidiado al ver cómo le ponían la tela encima, obstruyendo por completo su campo de visión.
