Trips

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[Santiago]
Cuarto día en Argentina, el primero había sido un desperdicio, no sabía lo terribles que eran los viajes en avión para gente en silla de ruedas, a la mitad del vuelo mi culo estaba por explotar al igual que mi presión, por eso es que pasé todo el día en la cama. Nadie de mi familia, ni siquiera Violeta había contemplado lo diferente que era.
Temía por saber la reacción de mis abuelos al mirar mi nuevo estilo de vida, después de todo solo me habían visto en el hospital, se regresaron a Argentina unos días antes de que saliera de ahí. Pero al final su trato era igual que antes tal vez sólo con un poco más de cuidados, pero a esta altura ya no me molestaba, sabía que lo hacían porque me querían.
Hoy por la mañana fuimos a un viñedo, la silla de ruedas manual se atoró un par de veces y en una casi me caigo, aún no tenía mucha fuerza en los brazos como para empujarla en la tierra, de casualidad Mariano se dio cuenta antes de que terminara en el suelo.
Nos dieron a probar al menos 10 tipos diferentes de vinos. Y eso fue suficiente para que Mariano se pusiera happy. Y yo junto con él.
Lo cuál, nos dio una formidable, justa y excelente idea, ir a tomar al único bar que existía en este pequeño pueblo. No sé cómo no se nos había ocurrido antes, ademas era Domingo y la gente de aquí también estaba de vacaciones, así que buen ambiente seguro encontraríamos.
Por lo mientras estábamos en el campo almorzando sándwiches que previamente mi abuela había preparado por si nos daba hambre. Típico y totalmente efectivo en las abuelas.
El sol estaba pegando como nunca, pero a pesar de esto un frío viento soplaba con intensidad, tanto que mi madre insistió en ponerme una manta sobre las piernas. No tardé mucho en aprender que los cambios de temperatura no eran muy buenos para mi, así que preferí dejarla hacerlo.
Rod estaba jugando al frisbee con mi papá, era gracioso ver como nunca lo atrapaban ya que el viento lo dirigía a otro lugar una y otra vez, pero sus esperanzas porque en una de esas lo atraparan me daban más risa.
- ¿Te digo algo?- Habla Mariano, quien estaba sentado en el pasto partiendo hojas secas sin propósito alguno.
- ¿Qué?- Le contesto.
- A mi ya se me había ocurrido ir a tomar desde el viernes, pero no sabía si tú ibas a querer.
- ¿Por? Ya sabes que siempre estoy dispuesto al desconecte.
- Tienes razón, es que hace mucho que no vamos a algo así. ¿Te acuerdas cuando todos nos decían que no podrían ir a la fiesta y terminábamos yendo solos tu y yo?
- Obvio. Siempre acabábamos en casa de alguien que no conocíamos.
- Qué tiempos.
- Qué tiempos.
- Deberían invitar a los vecinos, tienen más o menos su edad, así no van tan solos. -Habla mi abuela mientras me avergüenzo por la posibilidad de que haya escuchado lo último de nuestra conversación.
- No lo sé, la última vez que los vi fue hace tres años.- Ella hablaba de los nietos de su vecina, a veces íbamos a comer a su casa y nosotros jugábamos Xbox mientras los adultos platicaban.
- Solo lo digo porque no conocen el pueblo y ellos sí ¿verdad Olivia?
- Claro, es mejor que vayan con alguien más.- Le contesta mi mamá a mi abuela quienes estaban sentadas en una banca.- Aparte Martina seguro le caerá bien a Mariano ¿verdad Santi?- Dice ella con doble sentido.
- ¿Quién es Martina y por qué me va a caer bien?- Mariano se dirige a mi con voz queda.
- ¿Qué no estás escuchando? La vecina.
- ¿Cuántos años tiene? ¿Está bonita?
- No lo sé, creo que 19 o 20 y tampoco sé si está bonita, hace mucho no la veo.
- Agh, nunca me sirves para nada.
- Según yo, creo que sí.- Digo entre risas.
- Está perfecto, que vayan con nosotros.- Le dice Mariano automáticamente a mi mamá.
Yo no tenía la suficiente confianza en mí mismo como para que ellos vieran que ahora me encontraba en una silla de ruedas, y es que las personas que son menos cercanas a ti son las que más suelen criticar o sentir lástima.
Aún no estaba seguro de ir con ellos, pero parte de avanzar mentalmente es afrontando los miedos, y sí, este era un miedo que afectaba directamente mí autoestima. Y qué difícil es hacer como si no doliera.
Estuvimos unas horas más en el campo de los viñedos hasta que llegó el abuelo por todos, Violeta lo acompañó para que lo ayudara a cargar, él por la mañana había ido al mercado a comprar todo para la comida especial de la tarde, dice que entre más temprano comprabas la comida, más fresca la encontrabas.
- Uno, dos, tres.- Dice Vi al ayudarme a transferir a la camioneta, era muy alta y no era tan fácil para mí subir en ella por mi cuenta.- Ya estamos todos.
- Vámonos a cocinar un delicioso asado.- Dice mi abuelo con mucho entusiasmo mientras enciende la camioneta.
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[Laila]
Eran las 3:00 de la madrugada y yo ya estaba parada frente a la puerta de Karim, esperando a que me abriera. Como era de esperarse tardó al menos unos 10 minutos en bajar.
- ¿Estás lista para la diversión?- Me dice una vez que llega a abrirme. Ahora se veía muy activo, como si fueran las 12 del día y el sol estuviera en su máximo esplendor.
- Wuu, diversión a las 3 de la mañana.- Digo sin ánimos a punto de caer desmayada del sueño.
- Te puedes ir durmiendo en el camino, es más, no puedes, debes ir durmiendo, tienes que verte muy fresca para las fotos.
- Te prometo que comúnmente la gente no se ve muy "fresca" a las 3 de la mañana eh.
- Bueno, haz el intento.
Scrappy bajó en seguida de Karim con todo el equipo de fotografía en sus brazos, igual se veía con demasiada energía, tal vez ya era muy común para ellos estar despiertos toda la noche y dormir durante todo el día.
- Hola Laila la de las fotos.- Me saluda él muy alegre.
Ambos comenzaron a acomodar todo lo que debían llevarse en el auto rojo de Karim. Subían y bajaban una y otra vez al departamento porque siempre se acordaban de algo que habían olvidado. Poco a poco el Volkswagen se fue llenando hasta que solo había un lugar muy pequeño para que yo me sentara en la parte de atrás.
- Estamos listos para irnos.- Habla Karim mientras todos nos subimos al auto.
El único lugar donde cupo mi mochila era en las piernas, ni siquiera podía acomodar mi cabeza en algún lugar para ir durmiendo.
- ¿Seguro que no se parará el auto a mitad de la carretera?- Le pregunto a Karim un poco preocupada, no quería esperar dos horas a que llegara una grúa otra vez.
- Tranquila, lo llevé al mecánico hace 2 días y me dijo que ya no tenía ningún problema.
- Aunque no lo creas éste coche nos ha llevado hasta la playa.- Dice Scrappy.
- Confiaré en ustedes.
No pasó mucho tiempo en que dejé de escuchar lo que hablaban Karim y Scrappy, tenía el talento de poder dormir donde sea, a la hora que sea y con las condiciones que fueran. No era muy prudente de mi parte haberme dormido durante casi todo el camino, al final conocía a Karim muy poco y a Scrappy casi nada.
Pero después de un rato desperté, miré el celular y ya eran 5:30 de la mañana, el cielo aún era obscuro pero la luz estaba a un tiempo de entrar, lo que me indicó que ya casi llegaríamos. Observé la carretera y bajé el vidrio, me llegó ese aroma a aire frío con vegetación muy peculiar de este tipo de lugares, había pequeñas casas junto a grandes sembradíos de diferentes tipos de frutas y vegetales.
- Que bueno que despertaste, llegamos como en 15 minutos.- Me dice Karim viéndome por el retrovisor. Yo solo asiento, no entendía como no había despertado antes, llevaban la música a todo volumen.- Por ahí hay una mochila negra, hay lechitas de chocolate por si quieres una.- Le hice caso y a ellos también les pasé una.
Pronto entramos a la terracería, mi cuerpo se agitaba con todo lo que se encontraba a mi alrededor, no tardé mucho en que las ganas de vomitar aparecieran en mi estómago. La lechita había subido a mi garganta.
- Llegamos.- Afortunadamente dice Karim al parar el auto antes de que de verdad volviera el estómago. Al salir del auto se me quedó mirando por unos segundos.- ¿Por qué estás pálida?
- Porque me mareé mucho.
- Manejar en este tipo de lugares no es mi fuerte.
- Ya me di cuenta.
Karim había aparcado el auto en la entrada de un sembradío, siempre los había visto en un auto pero nunca había estado tan cerca de ellos, las plantas de maíz medían más que yo. Lo más bonito de todo era el fondo del panorama, dos grandes montañas completaban el paisaje.
- Tenemos tiempo antes de que empiece la puesta de sol.- Habla Karim.
- ¿Entonces aquí tomaremos las fotos?- Pregunto yo.
- No, hay que caminar hasta llegar al lugar preciso.
- Karina, tu vas a llevar todo, no pienso caminar cargando tantas cosas.- Dice Scrappy, me da risa como era que llamaba a Karim.
- ¿Por qué no entramos en auto hasta allá?- Hablo yo.
- Créeme, no quieres arriesgarte a que esa carcacha se descomponga si seguimos manejando en terracería.- Contesta Scrappy.
- Carcacha.- Repite Karim como si fuera una palabra muy graciosa.
Nos adentramos al sembradío de tal forma en la que las hojas golpeaban bruscamente mis piernas y brazos, tanto, que el sueño se había ido completamente. Era temporada de lluvias, así que mis zapatos y los de los demás quedaron llenos de lodo.
Llegamos al otro lado del sembradío, donde terminaban las plantas y comenzaba un campo plano con un riachuelo de agua tan transparente que era impresionante verla en estos tiempos de calentamiento global.
- Este es un buen lugar.- Dice Scrappy.
- No es un buen lugar, es el lugar.- Karim hace énfasis en el "el".- Muy bien, te traje algunos cambios de ropa, es un vestido.
- ¿Por qué no me dijste antes? ¿Ahora dónde me cambiaré?- Le respondo.
- Estamos en un campo, lo único que te puede ver es un pájaro, y nosotros no somos ningunos pervertidos.- Dice Karim.
- Muy bien, me cambiaré detrás de esos arbustos.
Karim me da el vestido, era blanco y la tela era tan suave como la seda, aunque en realidad era de algodón, me quedaba en medio de la rodilla y era holgado. Ahora que lo tenía puesto se sentía como llevar una nube, un sensación de libertad hacía que me dieran ganas incluso de bailar con ese vestido.
Regresé con los chicos después de arreglar mi cabello y retocarme un poco el maquillaje. Parecía que ya estaban listos para iniciar la sesión, la cámara ya estaba colocada en el tripode y los demás aparatos estaban acomodados.
- Te queda bien el vestido.- Dice Karim una vez que me ve.
- Gracias.
- Pero te ves muy linda, en el sentido de que... necesito que te veas más salvaje. ¿Entiendes?
- Sí, o sea... más espontánea menos preparada.
- Exacto. Humedece tu cabello y luego alborótalo.
Metí la mitad de mi cabello al río y después con mis manos estrujé las puntas para que se marcaran las ondas de hasta abajo.
- ¿Qué tal ahora?- El sólo me hace un "me gusta" con sus manos. Esperaba un mejor cumplido.
- El sol ya está por salir. Iniciaremos la sesión en medio de las plantas de maíz.
Me coloqué en medio de la vegetación y comencé a posar, Karim me daba instrucciones de lo que debía hacer, mirar hacia el horizonte, no encorvarme, meter el abdomen, mover el cabello, etcétera.
La forma en la que realizaba su trabajo era muy diferente a como se comportaba normalmente, es decir, su forma de ser se había vuelto de indiferente a seria completamente.
Scrappy optó por sentarse en el pasto a comer un paquete de galletas junto con otra lechita, pero esta vez de fresa, a mirar como era que hacíamos la sesión.
- Mira hacia la izquierda y levanta tu cara unos 30 grados.
El amanecer estaba más brillante que nunca, el viento mañanero soplaba vivazmente y hacía que todo mi cabello se alzara hacia la misma dirección.
De pronto, dos pequeñas aves venían a volando a toda velocidad hacia a mi, de tal manera que pasaron a unos centímetros de mí rozando mi cabello.
- Espero le hayas tomado foto a eso.- Me acerco a Karim interrumpiendo la sesión para ver si es que había captado a las aves.
- Creo que sí.- Comienza a buscar la imagen en la cámara.- Aquí está.- La foto era casi perfecta, excepto porque las aves no salían del todo bien, se veían algo borrosas.
- Agh, casi quedaba.
- Espera...- Karim, comienza a editar la foto con los botones de la cámara, la verdad no entendía nada de lo que estaba haciendo, pero ojalá diera resultado.
- Ahora sí es perfecta.- Las aves ahora se veían tan nítidas que incluso se podía ver su negro plumaje con claridad.- Si no ganamos con esa me mato.
- Gran condición para determinar el destino de tu vida.- Karim hace que ría.
Continuamos con más fotos en diferentes posiciones, parada, sentada, acostada, mirando hacia arriba, con los ojos cerrados y más. Para terminar la sesión a Karim se le ocurrió la magnífica idea de tomar fotos en el riachuelo.
Nos pareció mejor caminar hasta su inicio, tal vez ahí el paisaje estuviera mejor, y así fue, llegamos a una pequeña cascada con grandes piedras al rededor.
- Tienes que subir allá.- Dice Karim indicando una piedra gigante un tanto difícil de escalar.
- Okay pero ayúdame, no creo poder subir sola.
Él escaló primero, al llegar a arriba yo subí por donde él pasó y con sus manos me sujetó hasta llegar a él. Nos quedamos mirando la vista desde ahí un rato, pero mi pie resbaló en el musgo haciendo que cayera lastimando mi trasero, no logré mantener el equilibrio así que tomé fuertemente la pierna de Karim como la única manera de salvarme, pero solo hizo que ambos cayéramos al helada agua.
- Perdón perdón, no quería que tú también te cayeras.- Le digo a Karim en el agua, aún alcanzaba tocar el piso con los pies, así que no debía estar flotando. Él se me quedó mirando y pronto comenzó a reír a carcajadas, yo me quedé consternada, pero después reí junto con él, la escena había sido muy graciosa.
- ¡Yo también quiero!- Grita Scrappy mientras corre y salta de la misma piedra de donde nosotros caímos.
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[Santiago]
Desde que estoy en silla de ruedas nadie me deja hacer nada, ahora que todos están ayudando a preparar la comida, yo estoy sentado en el jardín viendo como todos se mueven de un lado a otro, ni siquiera Mariano estaba conmigo, había ido a comprar vinos al centro con el abuelo.
- Hijo, invité a los vecinos a comer para que después se vayan a donde quieren ir.- Se acerca la abuela con alegría.
- No sé abuela, ¿por qué no me preguntaste antes de invitarlos?
- Ustedes dijeron que sí.
- Mariano dijo que sí.
- Hmm.- Se queda pensativa.- ¿Les digo que ya no?
- No no, no quiero que quedes mal con ellos.
- Perdón cariño, no creí que de verdad no quisieras.- Dice cabizbaja haciéndome sentir mal.
- Ya está bien ¿A qué hora llegarán?
- En un rato, ya casi.- Me hace un cariño en el cabello.- ¿Por qué no quieres que vengan?
- No, por nada. Todo bien.- No quería preocupar a la abuela, aunque yo sabía que ella en el fondo sabía la verdadera razón.
- Yo te quiero mucho Santi, me puedes confiar lo que sea.- Toma mi mano y me da suaves caricias.- Recuerdo cuando estabas en el hospital, una chica muy linda fue a verte ¿qué pasó con ella?
- Laila.
- Sí, ella.
- Ahora es mi novia.
- ¿Tu novia? Que lindos, ¿Por qué no la trajiste para que la conociéramos mejor?
- Hubiera querido, pero mi mamá nos dijo de la nada que vendríamos.
- Pues me da gusto, yo la vi muy preocupada durante esos días del accidente, pero luego dejó de ir.
- Ah, pasaron muchas cosas. El caso es que después de tanto somos novios.
- El amor el amor. Valórala, se ve que esa chica vale la pena.
- De verdad que lo hago.- Ella me hace una sonrisa.
- Me voy a apurar, no quiero que se queme la salsa.- Dice mientras corre a la cocina.
Mi abuela me hizo ver lo mucho que Laila había sufrido mientras estuve en el hospital, en su momento no lo consideré ni siquiera un poco.
Extraño tanto a Laila ahora que he estado en Argentina, cada cosa que hago aquí me imagino lo grandioso que sería que ella estuviera en ese momento.
El internet aquí es pésimo, la única forma de tener es yendo al centro, ahí hay Wifi gratis para todos, por eso es que no había hablado casi nada con Lai. Me pregunto qué estará haciendo ahora, lo último que me pudo contar es que iría a hacer una sesión de fotos, pero cuando  hablábamos estábamos por regresar a la casa, así que no me terminó de decir con quién iría. 
Por lo mientras tenía que vivir en el presente y dejar de estar pensando en lo lindo que hubiera sido si Laila estuviera aquí. Si no, nunca disfrutaría el viaje.
Salir de paseo aún me agotaba mucho, no tanto como antes, pero es que ya no estoy acostumbrado a tanta actividad durante el día.
Me quería arreglar un poco antes de que los vecinos llegaran, después no tendría tiempo de hacerlo. Los abuelos acoplaron un pequeño cuarto en el piso de abajo para que fuera fácil andar por la casa. Moví mi silla eléctrica hasta allá para verme en el espejo. Arreglarme con estas manos disfuncionales aún era una tarea difícil, pero preferiría hacerlo yo mismo, si no nunca aprenderé a ser independiente.
Quité de mis piernas la manta que mi madre había puesto en la mañana y la aventé a la cama. Con ambas manos humedecí una toalla para limpiar mi cara, me lavé los dientes y luego abrí el armario para cambiarme de ropa. Violeta acomodó toda mi ropa en la parte de abajo porque así sería más fácil que yo la pudiera alcanzar. Con esfuerzos me quité la sudadera que llevaba y me puse una chaqueta de mezclilla. También debía checar la bolsa del catéter, estaba llena por todo el vino que tomamos Mariano y yo en el viñedo, y no quería que pasara un accidente, menos en frente de los vecinos. Le hablé a Violeta para que me ayudara a vaciarla, aún necesitaba de su ayuda para eso.
- Lo siento, estaba ayudando a tu mamá a cocinar.- Dice Violeta cuando llega al cuarto.
- Espero me sorprendas con tu comida.
- Es mi talento oculto.- Hace que ría.- Si no fuera enfermera sería chef.
Nos dirigimos al baño y ella vacía la bolsa llena de miados, cerró la pequeña manija del tubo y se lavó las manos.
- ¿Quieres que te ayude en otra cosa?
- No, creo que es todo.
- Entonces regresaré.- Salió del baño y yo también.
Volví a la habitación esta vez para peinar un poco mi cabello, le eché un poco de agua y lo acomodé hacia atrás. Escuché la puerta cerrar, era Mariano con el abuelo, lo primero que hizo Mariano fue ir a ver qué estaba haciendo.
- Yo también debería arreglarme, ya van a llegar las vecinas.- Me hace una mirada quisquillosa. Ahora sonó el timbre, seguro eran ellos.
- Tendrás que salir siendo feo.
- Eso no.- Mariano se acomodó el cabello, se echó loción y también a mí. Ya se escuchaba como habían abierto la puerta y las voces de la gente saludándose.
- Ya llegaron.- Entra la abuela al cuarto para avisar.
- Vamos.- Ella sale en seguida.
Estaba muy nervioso, ojalá pudiera quedarme en el cuarto y nunca salir, pero tenía que enfrentar el miedo de ser juzgado. Mariano y yo nos dirigimos a la sala. De espaldas se veían los abuelos de Martina, su primo Adrián, y Julieta, su hermana.

Amarte sin condicionesWhere stories live. Discover now