Por fin, Santiago.

821 42 10
                                    

Pasó una eterna semana, dos semanas, tres semanas y no recibía respuesta de Santiago, los primeros días tenía una pequeña esperanza de qué tal vez no le había llegado la notificación de mi mensaje, revisaba mi teléfono cada dos segundos esperando un día a encontrar un mensaje de él, pero después entendí, que él simplemente no quería hablar conmigo.
No le había dicho nada a Mariano sobre el mensaje, tenía miedo de que se enojara o reaccionara de una mala manera al enterarse, así que rogaba porque Santiago no le dijera nada.
En tanto mis padres, el proceso del divorcio aún no se concretaba, mi padre iba a verme a casa cuatro veces por semana, a veces comíamos juntos o veíamos películas, parecía que ahora tenía más tiempo para mí que cuando estaban juntos. Aún me dolía, aún no lo podía aceptar totalmente, pero poco a poco lo voy asimilando.
Hoy era el torneo de voleibol de Mariano, obviamente estaría ahí para apoyarlo y echarle porras, como es el chico perfecto que todo le sale bien, es el capitán del equipo. Muchas chicas irían al partido solo a verlo a él jugar, pero claro que aunque no fuéramos nada, yo iría a ver qué clase de chicas querían con Mariano. Desde que empezamos a ser amigos, esas chicas me odian demasiado, cada que pasamos juntos al lado de ellas se me quedan mirando de la manera más irritante posible, pero no me importaba porque sabía que Mariano solo era para mi. Sí, puede que suene muy egoísta, pero entre más pasa el tiempo, más pienso que no es tan mala idea salir oficialmente con él, literalmente solo tenía que decir que sí para que Mariano y yo fuéramos novios.
Como la "mejor amiga" que soy, fui a comprar comida para que Mariano tuviera energías antes de su partido. Mel y yo fuimos a una cafetería cerca del colegio para comer, ya que estaríamos casi hasta la noche ahí porque prácticamente a esa hora terminaría el partido.
-Y una ensalada de pollo para llevar también por favor.-Le hablo a la mesera que nos atendía.
- ¿Por qué pides comida para llevar?
-Le llevaré a Mariano para su partido.
-Ah ya.-Se notaba la incomodidad en su respuesta, como siempre, cada que decía algo de él. Por fin me atrevo a preguntarle qué pasa.
-¿Por qué cada que te digo algo de él, te pones rara?
-De qué hablas, claro que no.
-¿Segura?
-Segura, por qué me tendría que poner rara.
-No lo sé, siempre te pones así. Pero bueno.-Me atrevía a pensar qué tal vez a Melisa tal vez le guste Mariano, pero prefería ignorar esos pensamientos y actuar como si no pasara nada. Seguimos comiendo, pronto pedimos la cuenta y regresamos a la escuela, caminamos hacia el gimnasio, le marqué a Mariano para saber dónde estaba exactamente para llevarle su comida.
-¡Laila!-Grita Mariano desde la puerta del vestidor de hombres, se estaba poniendo el uniforme y para mi suerte, aún no se ponía la camisa.
-Mariano.- Me recibe con un abrazo, Mel venía detrás de mi.-Toma, te traje una ensalada para que no estés sin comer durante tu partido.
-Hola Mariano.-Dice Mel tímidamente.
-Hola Mel.-La saluda con un beso en la mejilla.
-Me iré adelantando a buscar lugar en las gradas.- Mel entra al gimnasio un poco incómoda.
-Esta bien.-Decimos al unísono.
-Te preocupaste por mi.-Dice Mariano sarcásticamente.-Es broma, gracias.
-Claro que me preocupo por ti, tienes que comer bien, qué tal que te desmayas en medio del juego por no comer.
-Tienes razón. Mil gracias eh.-Me da otro pequeño abrazo.
-Bueno, ya entraré con Mel.
-Okay, pero antes dame un besito de la suerte ¿Si?-Ruedo los ojos.
-Mmm, no lo sé.
-Ándale, es solo un besito pequeño, si no, no tendré suerte.-Dice suplicando.
-Está bien.- Me aseguro que nadie nos estuviera viendo y le doy un breve beso en los labios. Me arrepiento, lo único que voy a conseguir es que Mariano se ilusione más.- Ahora si ya me voy. Suerte.
Subo a las gradas, Mel ya se encontraba sentada junto a Ingrid y su novio. Las chicas que iban a ver a Mariano ya estaban en primera fila a que entrara el equipo.
Era épico, el primer set lo perdieron, el segundo lo ganaron, por lo que tuvieron que irse a tercer set. Todos estábamos en la tribuna gritando y apoyando al equipo de nuestra escuela, Mariano hacia puntos cada que podía, de verdad era increíble. Faltaban 5 puntos más para que ganaran, estuvieron muy intensos esos minutos, cuando pensábamos que ya tenían el juego prácticamente ganado, los del otro equipo comenzaron a meter demasiados puntos. Pero eso no importó porque al final ganaron y todos gritamos de la emoción, de verdad era increíble.
Bajamos todos rápidamente de las gradas para poder felicitar a todos los jugadores, pero especialmente a Mariano. Las chicas no duraron ni un segundo en bajar antes que yo para poder felicitarlo. Estaban aconglomeradas alrededor de él abrazándolo, esta era la mayor prueba de que Mariano no era para mi, no sentía nada de celos, pero mi parte malvada hacía que quisiera que todas se alejaran de él, pronto tomé mi lugar y lo siguiente que pasó fue que Mariano solo se concentró en mi y dejó a un lado a las demás.
-¡Felicidades!-Le doy un enorme abrazo.-Sabia que ibas a ganar, estoy orgullosa de ti. Iugh, estás muy sudado.-Bromeo.
-Pues supiste bien Lai.-Ríe-Acabó de salir de un partido, qué esperabas.-Ahora ambos reímos.- Gracias por tus felicitaciones. Si no hubiera sido por tu ensalada, ahora estuviera muerto de hambre, aunque lo estoy, pero no tanto.
-Pues si quieres vamos por hamburguesas, si quieres avísale a tus amigos y vamos todos juntos.
-¿De verdad?
-Claro.
-Entonces ahora vuelvo, me iré a cambiar.
Mariano se queda otro rato festejando pero después se va a los vestidores y yo regreso con Mel, Ingrid y su novio.
-¿Quieren ir por hamburguesas?
-Si.-Dicen todos al unísono.
-Vamos a ir con los amigos de Mariano, ¿No importa?
-No, tenemos mucha hambre también.- Dice Mateo, el novio de Ingrid.
-Pues entonces vamos.
Aunque nunca me han caído bien los amigos de Mariano, al menos trataba de llevar la cena tranquila. Yo me senté junto a Ingrid y su novio, pero Mel se sentó junto a Mariano, eso me pareció muy extraño, mis sospechas cada vez se hacían más ciertas. Todos comíamos, reíamos y platicábamos.
Mariano y Melisa se encontraban platicando y riendo solos, aún no sabía qué pensar así que simplemente lo dejé pasar.
Llevaba mi teléfono en el bolsillo de mis jeans, vibró dos veces, creí que era mi madre llamando para saber dónde estaba, así que solo lo ignoré. Pasamos otro rato hasta que llegó el momento de despedirnos. Mariano lo primero que hace al levantarse de la mesa es venir hacia mi, Mel observaba cada movimiento que hacía Mariano.
-¿Quieres que te lleve a tu casa?-Me pregunta Mariano.
-Si si. Por fa.
-Entonces ya vámonos.- Nos despedimos de todos y subimos al auto.
-¿Hay alguien en tu casa?-Dice Mariano.
-No lo sé, creo que mi madre porque recibí unos mensajes hace rato pero no he visto si era ella.- Aprovecho para sacar mi celular para revisarlo un poco, lo siguiente que veo son dos mensajes de Santiago. Me quedo atónita. Creí que nunca me respondería. Abro los mensajes rápidamente tratando de que Mariano no se diera cuenta de lo que estaba pasando.
Hola Laila, perdón por no haberte contestado. Para ser sincero estuve pensando las cosas, tal vez si sea buena idea que nos veamos para hablar. -8:36 p.m
¿Qué te parece mañana en la tarde?-8:36 p.m
Estaba sorprendida y a la vez feliz de que me hubiera contestado, pero ¿mañana? Aún no estaba lista ¿Qué le iba a decir?
Ahora no sabía qué hacer, cierro la aplicación rápidamente y dejo el mensaje sin contestar.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué tan callada?
-Nada, estoy bien. ¿Por?-Rio un poco para disimular.
-Pues porque siempre vienes platicando y diciendo tonterías.- Mariano bromea.
-Bueno, a veces me canso de decir tonterías.- Ambos reímos.
-¿Entonces si hay alguien en tu casa o no?
-No, eso creo.
-Ya sabes... para hacer eso que nos gusta tanto.
-Eso si me interesa eh.
Llegamos a casa, el auto de mamá no estaba así qué significaba que solo estaría Nana, pero como de costumbre a esta hora ya estaba dormida.
Subimos a mi habitación y nos comenzamos a besar hasta más no poder, tenía que disfrutarlo porque tal vez, sería la última.
-Lai, eres la mejor en esto.- Me dice cuando acabábamos de terminar. Estábamos acostados en mi cama aún desnudos.
-Lo sé.-Bromeo.- Tu igual eres muy bueno.-Le acaricio el pecho suavemente mientras tanto. Nos damos un beso más.
-Ya me tengo que ir Lai, tengo que hacer una tarea llegando a casa.
-Ya vas de estudioso.-Ruedo los ojos para molestarlo.
-No puedo no hacerla, será parte de mi calificación de Literatura.
-Esta bien, solo me pongo mi pijama y te acompaño a la puerta.- Nos levantamos de la cama aún desnudos para vestirnos.
-Tú pijama de conejitos me da risa.
-Déjame, está tierna.
-Tú eres tierna.-Me sonrojo un poco.
-Bueno ya vamos.-Omito su alago.
Bajamos hasta la cochera, nos despedimos y Mariano entra a su auto. Le hago una señal de despedida con la mano.
Voy a la cocina a calentar un poco de agua para te, mientras espero vuelvo a abrir el mensaje de Santiago, era momento de contestar. Escribo y borro el mensaje hasta que por fin me decido qué contestar.
Hola, si si, mañana me parece bien.-9:49 p.m
¿En dónde nos veríamos?- 9:49 p.m
Le envío la foto de pantalla de la conversación a Ingrid, ella tenía que estar enterada de todo lo que pasaba.
La puerta automática de la cochera comienza a sonar, era mi madre.
-Ya llegué hijita.-Dice mi madre mientras entraba a la cocina. Por fin un momento para platicar con ella, necesitaba de su ayuda más que ahora.- ¿Cómo estás?
-Pues bien, eso creo.
-¿Eso crees? Ese chico Mariano seguramente te hizo algo.
-No no, nada que ver. Pero... ¿recuerdas a Santiago?
-Como no me voy a acordar, si es el que hizo que te deprimieras por un mes.
-Si ese, pues le hablé y tal vez mañana nos veamos.
-¿Para qué se van a ver?
-Pues para arreglar todo, siento que debo estar ahí para él con todo esto que le esta pasando.
-Que bueno que pienses así. Ese chico debe estar pasándola muy mal, seguramente lo que más necesita es apoyo.
-Eso mismo pienso, pero... no sé ni qué decirle.
-Solo dile lo que sientes, no te voy a decir que todo va a salir bien porque esto es un asunto muy serio, pero lo que sí te puedo decir es que debe notar que lo apoyas incondicionalmente aparte si él ya accedió a verte es un gran avance. Te digo, se sincera con él y dile todo lo que piensas y sientes.
-Supongo que eso haré.-Ojalá mi mamá siguiera sus propios consejos. Nos damos un pequeño abrazo y ambas subimos a nuestras habitaciones.
Mi teléfono vuelve a vibrar, con lo torpe que soy, abro el mensaje en el momento que lo manda, seguía en línea y ya había visto que leí el mensaje tan rápido. No me quedó más remedio que contestar.
¿Podría ser en mi casa?-10:04 p.m
Claro, ¿a qué hora?-10:04 p.m
A las 5 de la tarde ¿está bien?10:04 p.m
Me parece bien, pásame tu dirección y ahí estaré.-10:04 p.m
Lo siguiente que hizo fue mandarme la ubicación, ya no sabía qué contestar así que decidí dejarlo en leído. Mañana tenía ensayo a esa hora, pero no importaba, por fin hablaría con Santiago, que aunque tenía un poco de preocupación al no saber lo que pasaría, estaba feliz por eso.
————————————————————————
Tan pronto salí de la escuela, regresé a mi casa para ir a comer con mi padre y arreglarme un poco, estaba muy nerviosa, al terminar el se fue de regreso al trabajo. El tiempo se me fue tan lento como pudo, eran las 3:30 de la tarde y yo ya estaba arreglándome para verlo.
Me lavé la cara para quitarme el maquillaje desgastado de la escuela y maquillarme otra vez.
Me sujeté el cabello con una liga para poder maquillarme mejor. Quería verme natural, no quería que se notara tanto cuánto me había arreglado para Santiago. Base, corrector, rubor, rímel y un brillo muy tenue en los labios. Me cepillé el cabello y por último me cambié de blusa. Esta vez llevaba unos jeans entubados azul marino, una blusa de tirantes blanca con un pequeño escote, unos Adidas Stan Smith y una chamarra de mezclilla. Todo estaba perfecto y en su lugar.
En lo que esperaba a que diera la hora hice un poco de tarea, pero para ser sincera nada hacía que me concentrara. El chofer no me iba a poder llevar ya que se había ido con mi padre, pero por suerte había un Mini Cooper en la cochera que según solo lo usábamos para emergencias, y esta, era una emergencia. De todos modos regresaría antes que mi mamá.
Mi padre es fan de los autos, por lo que tenemos 5. Pero desde que no vive aquí, solo quedan tres y dos los tiene él.
Ya eran las 4:30, tomé mi identificación y mi licencia de conducir y me dirigí hacia la dirección que Santiago me había enviado. Resulta que vivía en un city tower, eran como varias penthouses dentro de un mismo edificio donde había un gimnasio, un restaurante, una alberca, un spa y más instalaciones de uso común. A decir verdad era un lugar muy lujoso. Estacioné el auto en el área de visitas  y subí al ascensor, el piso en el que él vivía era el número 15, el edifico llegaba hasta el 28, yo no sé cómo no les da miedo que el edificio se caiga en un temblor.
Cada vez estaba más cerca de estar con Santiago, el ascensor se abrió, salí y toqué la puerta. Mi corazón palpitaba a mil por hora.
Una enfermera de alrededor de unos 25 años me abre, era muy joven.
-Hola, soy Laila, vengo a ver a Santiago
-Hola mucho gusto, pasa.-Me dice amablemente.-Si quieres siéntate en el sillón en lo que le aviso a Santiago que ya llegaste. La enfermera desaparece en una habitación que se encontraba en el mismo piso.
-Esta bien, gracias.-En lo que espero, inspecciono el lugar, era muy grande como para estar en un edificio, incluso tenía dos pisos dentro de él, parece que todo ya estaba modificado para que Santiago pudiera vivir bien ya que habían rampas en cada escalón que se encontraba dentro de la casa.
El sonido del motor de la silla de ruedas se escuchaba poco a poco, mis manos comenzaron a sudar de los nervios.
Santiago se acomodó en un hueco que había entre los sillones de la sala y yo me paré para saludarlo. Igual llevaba unos jeans, una camiseta blanca, una chamarra de mezclilla y unos tenis, pero estos eran marca Lacoste.
-Los dejaré solos, avísame si necesitas algo Santiago.-Dice la enfermera y sale.
-Hola Santiago.- Lo saludo con un beso en la mejilla.
-Hola Lai.- Su aspecto era un poco diferente a la última vez, se veía un poco mejor, su masa corporal había subido, ya no se veía tan decaído. Sus manos aún  parecían estar cerradas, pero no era como si estuvieran totalmente cerradas, los nudillos que se encuentran en seguida de las uñas, no estaban doblados, todos los demás si. Supongo que era porque ya no podía mover sus dedos, los brazos si los podía mover y su muñeca se movía respecto al movimiento de su antebrazo.
Es un poco difícil de explicar todo esto.
-Parece que nos pusimos de acuerdo para vestirnos iguales.-Santiago ríe un poco.
-Eso parece.-Igual río un poco.
- Que descortés soy ¿Quieres algo de tomar?
-Oh, claro.-Santiago volteó su silla y la dirigió hacia la cocina. Fui detrás de él.
-Hay té, jugo, refresco, agua ¿Qué quieres?
-Mmm, tal vez jugo.
-Okay.-Santiago abre el refrigerador con ayuda de sus dos manos para crear más fuerza y lograr abrirlo. El jugo se encontraba casi hasta arriba.-Oh ohu. No lo alcanzaré, le llamaré a Violeta para que lo baje.
-No es necesario, si quieres yo lo tomo.- Hablo un poco incómoda y tomo el jugo.
-Oh, gracias.-Cierra el refri. Dirige su silla hasta los vasos, por suerte esos si los alcanzaba. Igualmente lo toma con sus dos manos.
-Si quieres yo lo sirvo.-Hablo para evitar problemas.
-No te preocupes, yo lo haré.- Coloca el vaso en la mesa y toma el jugo con ambas manos pero lo que esperaba sucede, el jugo cae y hace que todo regara en la mesa, el piso y el pantalón.-Como lo siento, de verdad. Creí que lo iba a poder hacer.
-No te preocupes, a todos nos pasa. Te ayudaré a limpiar.- Tomo dos paños que estaban cerca de la estufa y le paso uno a Santiago para que limpiara su pantalón, mientras tanto yo limpio el piso y la mesa. Por suerte había entrado jugo suficiente al vaso.
-De verdad perdóname, no era mi intención.
-No hay nada que perdonar.-Rio un poco para disipar la incomodidad.-Todo está bien.- Tomo el vaso y regresamos a la sala. Me siento en el lugar en el que estaba. Nos quedamos unos minutos en silencio.
-Bueno... entonces... ¿Qué era lo que querías hablar?-Habla Santiago. Recuerdo todas las palabras de mi mamá. Dile todo lo que piensas me repito a mi misma.
-Pues... primero quiero que sepas que yo lo que quiero es quedar sin rencores y hablar de todo lo que pasó y... primero quisiera saber... cómo has estado desde que no hablamos.-Santiago suspira al escucharme.
-Qué te puedo decir, a pesar de que ya pasó casi medio año, aún me duele, claro que me duele, pero creo que poco a poco voy mejorando.
-Es bueno escuchar eso, ¿Cómo va la rehabilitación?
-La verdad es que va muy bien, creo que estoy mejorando mucho.
-¿De verdad?
-Si, ya puedo hacer más cosas, aunque aún me falta aprender a hacer muchas más.- Mientras hablaba, yo me quedaba distraída mirando su rostro, seguía siendo tan guapo, sus ojos azabache me hipnotizaban más que nunca, esa sonrisa que por más pequeña que fuera, era perfecta, y su larga cabellera, ahora la traía suelta pero eso le daba un plus a todo. De verdad era maravilloso.
-Me alegra mucho que le estés echando ganas... pues yo quería igual decirte que quería ayudarte y apoyarte en todo, de verdad cuentas conmigo para lo que sea.
-Gracias Lai. De verdad gracias.-Santiago me sonríe y con esfuerzos extiende su mano.-Sé que no parece que te estoy tendiendo la mano, pero lo estoy haciendo.-Ambos reímos.
-Oh, claro claro.- Yo también le extiendo mi mano y tomo la de él suavemente. Era un "apretón de manos" que significaba que todo estaría bien y que por fin dábamos un paso más a la pequeña relación que teníamos. Nos soltamos después de un momento.-Entonces... ¿amigos?
-Amigos.-Me responde con una breve sonrisa. En eso la enfermera de Santiago entra a la sala.
-¿Todo bien? ¿Necesitas algo Santiago?- Habla Violeta.
-Todo bien Vi, no te preocupes.- ¿Vi? Al parecer Santiago ya tenía la suficiente confianza con su enfermera como para decirle de ese modo. Violeta mira el pantalón de Santiago.
-¿Pero qué te pasó? Todo es mi culpa por descuidarte. ¿Quieres que te cambie de pantalón? -Habla Violeta frenéticamente.
-No no, no es necesario. Fue un pequeño accidente con un jugo.-Santiago se sonroja un poco.
-Bueno... está bien. ¿Entonces no necesitas nada?
-Mmm, tal vez si, ¿me ayudas a transferirme al sillón?
Yo solo observaba todo lo que pasaba, me muevo un poco de donde estaba sentada para que Santiago pudiera sentarse ahí, por suerte el sillón era muy amplio. Violeta sujeta a Santiago por debajo de sus brazos haciendo que quedara abrazado hacia ella y de esa forma poderlo cargar hasta el sillón.
-Listo.-Dice Violeta.- Iré al súper a comprar unas cosas, no me tardo nada.
-Gracias.- Violeta toma las llaves y sale.
-Aún estoy aprendiendo a como transferirme yo solo.- Habla Santiago.
-Debe ser un poco difícil, pero seguro lo lograrás.
-Eso espero.- Ambos sonreímos. Aún no sabía por qué Santiago quiso sentarse en el sillón junto a mi.-¿Ya te tienes que ir?
-No no, tengo hasta las 7 de la tarde.- Miro el reloj y apenas eran la 5:40.
-¿Quieres ver algo en Netflix?-Su pregunta me desconcierta, no creí que quisiera que me quedara más tiempo.
-Si quieres, sí.
-El control de la televisión está ahí.-Me señala un cajón.- ¿Lo puedes tomar tu? Iría yo, pero me da flojera levantarme.- Bromea, le respondo con una risa, no sabia qué contestar. Saco el control del cajón y me vuelvo a sentar. Noto que la lluvia estaba apunto de caer y parecía que sería una de las grandes.
-¿Qué quieres que ponga?-Digo mientras voy seleccionando diferentes películas y series.
-¿Te gusta friends?
-Claro, es de mis favoritas.-Hablo con emoción.
-Pues a mi no me gusta. Prefiero How I met your mother.
-Claro que no, esa es la copia barata de Friends.
-De qué hablas, es mejor, friends es súper aburrida.
-Seguramente ni la has visto. Dale una oportunidad.
-Noo, hay que ver otra cosa.
-Ándale, dale una oportunidad.
-Esta bien, si no me gusta le cambiamos.
Le puse el episodio uno y en menos de lo que pensaba, Santiago se aguantaba la risa.
-Sí te está gustando.
-Claro que no.-Miente.
-Si te está gustandooo.-Lo molesto un poco.
-Está bien, la subestimé. Me está gustando.-Ambos reímos.-Pero a la próxima te toca ver How I met your mother.
-¿Habrá próxima?-Me atrevo a preguntar.
-Si tú quieres, sí.-Si quería.-La verdad es que no tengo mucho que hacer, en las mañanas voy a rehabilitación, regreso a casa, una maestra viene a que tome clases y ahí acaba mi día.
-Pues... si quieres nos ponemos de acuerdo cuando.-Mi teléfono suena, era mi madre.-Ya me tengo que ir, mi mamá está en camino hacia la casa, me vine en un auto que no me prestó y no quiero que se de cuenta.
-Está bien... pero tenemos un pequeño problema, Violeta no ha regresado. Y se llevó las llaves
-Oh no. ¿No están tus papás?-Me comienzo a imaginar el regaño que pasaría si me descubrían.
-No, están trabajando y mi hermano está en su clase de karate.
-Yo te podría abrir la puerta, mis papás instalaron un detector de caras para que se abriera automáticamente la puerta para que yo pudiera entrar y salir cuando quisiera, pero para eso... debo estar en la silla.
-Te ayudaré, dime qué tengo que hacer.
-¿Segura?
-Si.
-Coloca tus brazos sobre mi espalda y abrázame fuerte.
-Entiendo.-Hago lo que me pide y una vez que lo tengo bien agarrado, lo cargo hasta su silla.- Listo.-Me volteo y me dirijo hacia la puerta.
-Lai, faltó algo.-Regreso mi mirada hacia él.-¿Me puedes acomodar los pies?
-Ah sí sí, claro, los pies.-Coloco sus pies en el lugar que tenía la silla para ellos.
-Gracias. Ahora si vamos.- Llegamos hasta la puerta, Santiago la abre y era momento de despedirnos.-Lai, perdón por esto último. De verdad.
-No tienes que pedir perdón. Todo está bien.
-No no, en serio. Perdón.
-Ya, no pasa nada. Bueno, ahora si ya me voy. ¿No pasará algo si te quedas solo verdad?
-No, ya me he quedado solo varias veces, ademas no creo que tarde Violeta.
-En ese caso ya me voy, bye.- Me despido de él con un beso en la mejilla y me dirijo hacia el ascensor.
Al bajar hasta el estacionamiento lo primero que veo es un coche muy parecido al de Mariano, pero simplemente lo ignoro. De pronto, una mano toca mi espalda.
-Laila, ¿Qué haces aquí?

Amarte sin condicionesWhere stories live. Discover now