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Marinette esperó hasta que ya no pudo mantener los ojos abiertos. Buscó en su cama, decepcionada de que Chat aún no hubiera vuelto con ella. El mensaje debe haber sido de gran importancia. Ella solo esperaba que no fueran malas noticias y que todo estuviera bien con el pueblo. A ella, como a muchos otros, le preocupa que tal vez le devuelvan su tierra a Andre Bourgeois y que la vida se volviera díficil nuevamente.

Añadió dos troncos más al fuego ya en llamas, no queriendo que se terminara en medio de la noche, especialmente con la nieve aun cayendo. El viento se había vuelto más violento, al igual que la nevada. Había echado un vistazo con la esperanza de ver a Chat dirigiéndose hacia la cabaña, pero lo único que había visto era la nieve arremolinada, y el guardia envuelto en una capa forrada de piel y acurrucado junto a la
puerta principal.

La cama la recibió con su calor, aunque ella deseaba que fueran los brazos de Chat y su cuerpo desnudo lo que la sostenía plácidamente. Él vendría, ella no tenía ninguna duda. Después de todo se lo había prometido, y ella sabía que Chat no rompería la promesa. Él era un hombre de palabra.

Tratar de permanecer despierta fue difícil, y ella sucumbió a dormirse antes de lo planeado, con la esperanza de que Chat la despertara pronto.

Chat despidió a todos los guardias por el resto de la noche. La nieve caía pesadamente y sería imposible para alguien encontrar su camino en la oscuridad. Los guardias retomarían sus deberes a primera luz.
Entró en la cabaña en silencio, y aseguró el pestillo que normalmente se dejaba sin cerrar. No se sorprendió al encontrar a Marinette acostada, y se desvistió a toda prisa, aunque cuando se acercó a la cama se quedó allí mirándola.

Le había tomado más tiempo de lo que él había esperado regresar a ella y, si no le hubiese prometido volver, no sabía si lo habría hecho esta noche. No era que él no quisiera regresar. Estaba hambriento de ella, y tenía la sensación de que la había dejado. Se preguntaba sobre su estado perpetuo de excitación cuando estaba cerca de ella, y también se preguntaba si ella sentía lo mismo ya que ella siempre estaba ansiosa por unirse a él.

Había sido el mensaje que había detenido su regreso. Pensó en decirle las noticias esta noche, pero le preocupaba que una vez que lo supiera, no estuviera tan ansiosa por hacer el amor con él. Había decidido esperar y contarle las noticias mañana.

Se acomodó en la cama y se envolvió alrededor de ella, su mano ahuecando su pecho para apretarlo suavemente. Pasó el pulgar por el pezón y se lamió los labios ansiosos por llevarse el brote endurecido a la boca.
Ella se volvió como él sabía que lo haría. Ella siempre respondía a su toque, no importaba donde, en la cama, ante el hogar, sobre la mesa. Él sonrió ante lo aventurera que era, y planeó disfrutar de muchos más encuentros aventureros con ella.
Tomó su duro pezón en su boca y lo saboreó con la punta de su lengua, mientras su mano vagaba a lo largo de su cuerpo, disfrutando la sensación de su suave piel de terciopelo. Le encantaba tocarla, cada centímetro de ella. La exquisita sensación de ella
no solo lo despertó sino que lo encendió.
Era un extraño consuelo. No estaba seguro de qué era, o tal vez no quería admitirlo, pero era como si estuviera en casa cuando estaba con ella... un refugio seguro.

Sus dedos se abrieron paso entre sus piernas con ganas de sumergirse dentro de ella y darle vida a su cuerpo. Suspiró cuando sintió su humedad. Era como si ella estuviera siempre lista para él, solo él. Mientras sus dedos jugaban dentro de ella, su pulgar
buscó la pequeña protuberancia que él despertaría. Puede que no sea capaz de hacer un sonido, pero la forma en que su cuerpo respondió a él habló más fuerte que las palabras. Su cuerpo poseía un ritmo mágico que sedujo,
cautivó, y que solo respondió a su toque. Entonces sucedió lo de siempre. Su cuerpo respondió a ella explorando con las manos y la lengua, como le sucedía con ninguna otra, y él no quería a nadie más que a ella.

ProhibidoWhere stories live. Discover now