Cuarta Noche: Segunda parte

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Leer con discreción, contenido que podría herir sensibilidades, puede saltarlo 🧐 (Fantasia de violación*)
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Frente a las provocaciones constantes de Wei Wuxian, el segundo maestro Lan ya le había arrastrado deseoso hasta la habitación, en donde casi enfurecido le quitó la túnica a su amante sin el menor cuidado quizás incluso rasgandola un poco, dejando así en evidencia la excitación en ambos. Contempló ahogado en lujuria el desnudo cuerpo de su indefenso hombre, en especial esa fina cintura de donde nacían aquellas caderas generosas que lo volvían loco.

El patriarca le miró de vuelta fingiendo pavor con un dejo de diversión, casi con un pudor hipócrita intentó cubrir su desnudez que ya era muy bien conocida, mientras que daba un par de pasos hacia atrás con una (falsa) expresión de desconcierto y la voz en exceso temblorosa.

Solo una mirada bastó para que el mayor comprendiera a qué estaban jugando ahora y estaba bien, le gustaba sentir que tenía el control absoluto y que podría arrebatar placer de las situaciones más insólitas.

Hanguang-Jun le siguió, mirando fijamente los labios de su contrario, desesperado por volver a devorarlo, tras algunos pasos el menor tropezó con la cama cayendo de espaldas y separando un poco las piernas, jadeó un poco actuando lo mejor que podía mientras el segundo maestro Lan comenzaba a atar sus tobillos, separando por completo sus piernas, atadas una a cada lado de la cama.

-Hanguang-Jun ¿Usted va a...? ¡No! no puede-
-...-
-¡No puede! Señor usted no puede ser el primero en tomarme ¡definitivamente no!

Las lagrimas más falsas posibles caian por las mejillas de Wei Wuxian, quien se quejaba mientras fingía querer liberarse sin lograr evitar esa sonrisa de quien pronto recibirá lo que desea, le encataba aquel juego de rol en donde volvia a ser un casto muchacho asustado en las manos de un hombre enloquecido por su inocencia.

-¡No! suelteme, seré bueno ¿Sí? seré bueno, juro que seré bueno-
-No eres bueno-
-Me va a doler ¡por favor! Déjeme, yo nunca...Señor, por favor-

Los labios de Hanguang-Jun se deslizaron por el interior del muslo expuesto dejando una estela muy tenue del vaho de su respiración agitada, con los ojos cerrados, apreciando el momento y la comodidad de sus pieles desnudas. No recordaba si alguna vez asumió lo mucho que le encantaba rememorar aquella primera ocasión poniendo una y otra vez un poco más de atrevimiento, si deseaba tomarlo cada vez con el anhelo de la primera

-¡Hanguang-Jun no lo haga! es muy grande, usted me va a romper-

Había algo que quería que ocurriera en cuanto volvieran, fantaseaba secretamente con volver a sus 15 años y castigar a un rebelde adolescente obligándolo a escribir las reglas sin ninguna prenda que lo cubriera, quería arrodillarle a su frente y penetrar su boca hasta la garganta, ahí entre los estantes repletos de libros a la vista de cualquiera que pudiera pasar, tal cual como en sus sueños desde muy joven.

-No, por favor, no lo haga, seré bueno, juro que seré bueno, señor por favor ¡seré bueno, lo juro! -

Las manos del maestro Wei bajaron, deslizando sus dedos por su vientre, ocultando lo más que pudo de su intimidad, intentando firgir inocencia sin dejar de ser un provocador. Intentando no mirar el cuerpo desnudo de Hanguang-Jun como lo haría un muchacho inocente y avergonzado.

-Eres malvado, Wei Wuxian-
-Seré bueno, juro que seré bueno-

Introdujo sus dedos generosamente lubricados verificando la dilatación, aumentando su hambre propia, necesitaba entrar, quería hacer un desastre en ese delgado cuerpo casi inmaculado.

-Eres tan, tan, tan malvado, Wei Wuxian-

Acto seguido, devoró ansioso esa boca que parecía jamás agotar las palabras, acarició el pecho desnudo de su amante con una mano, tirando suavemente de los pequeños capullos rosados que parecian buscar ser devorados, todo esto junto a la voz jadeante y desesperada del joven de Yunmeng.
Se adentró en él sin más ceremonia, Lan Wangji se sentía completamente desesperado, ansioso, extasiado por aquella voz. Se adentró con pasión y anhelo, con añoranza y descontrol, con fuerza desmedida y a la vez ternura, gruñó frustrado cerca del oído del maestro Wei, molesto por perder la compostura a tal grado.

El camino a GusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora