Capitulo Dieciséis.

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Desperté con un fuerte dolor de cabeza, no recuerdo nada de lo que paso después de que Rusia me haya dado una especie de "droga" o "sedante", es como si hubiera estado en coma un largo tiempo, ojalá hubiera sido así, me levante de la acolchonada cama al principio pensé que estaría en el cuarto de Rusia, pero esta vez era diferente, seguramente me cambio de habitación, pero ¿por qué?

La puerta de la habitación se abrió, no era Rusia era un hombre, alto, fuerte, de cabello cenizo, de piel bastante blanca es como si nunca hubiera tenido contacto con el sol, no le veía mucho la cara por los goggles de esquí, tenia un suéter de cuello de tortuga negro, y unos jeans con botas de militar, aunque no parecía ruso.

— Oh, la florecita despertó —su acento tampoco era como el de un ruso hablando español era más bien como...

En ese momento mis pensamientos fueron dispersados al ver aquel hombre acercarse a mí, por mero instinto me hice hacía atrás, aún que sentía mi cuerpo muy pesado.

— Relájate, revisaré que el sedante no te haya lastimado, por qué te despertaste cuando aún estaba haciendo efecto —no recuerdo a ver despertado, no se si me estaba engañando y eso me hacia desconfiar un poco de ese hombre y él lo noto, por qué tomo mis tobillos y me jaló hacia él— te lo pedí por las buenas, pero elegiste la mala —

Me tomo del mentón y comenzó a ver mis ojos detenidamente incluso mi boca, sentía mucho miedo no entendía nada, puso su mano en mi frente, después en mi cuello.

— Parece que todo está bien —seguía con su mano en mi cuello, pero esta vez se estaba paseando por este, me daba escalofríos— eres lindo —susurro más si logré escucharlo.

— Claro que lo es —la voz de Rusia se escuchó detrás de ese hombre— si ya lo revisaste, fuera de aquí —su voz era fría, pero sonaba preocupada ya que estaba temblorosa.

— Si señor, disculpé —se alejó de mí y se fue de la habitación, una vez solos Rusia azotó la puerta del cuarto con mucha fuerza, me senté en la cama con la cabeza agachada.

— ¿Como te sientes? ¿te duele algo? —lo escuche acercarse a mi— responde —me acaricio la cabeza.

— No creo que te importe —no sé de dónde saque la valentía para contestarle— después de todo me drogaste —lo mire a los ojos, parecía enojado, pero no me importaba

— Hice lo que tenía que hacer —me agarro del mentón— tu eres mío, todo de ti me pertenece, tu cuerpo, tus pensamientos, tus sentimientos y no permitiré que me vuelvas a hablar así —eso me molestó bastante, le di un golpe en la mano para que me soltara.

— ¡Yo no te pertenezco, y si crees que manteniéndome aquí encerrado o llevándome lejos me hará cambiar de opinión estas muy equivocado! —no se a que me estoy arriesgando, pero me da igual, si muero será peleando.

— Eso ya lo veremos —tomo mis manos con una sola mano y me recostó en la cama— tomare medidas drásticas y ya tengo un plan para que comiences a obedecer —no mentía podía ver la seguridad en sus ojos, pero había nervios en su voz.

Tal vez tenga un plan, pero por ese tono de voz él sabe que puede ser arriesgado, tal vez por eso me cabio de habitación, no lo sé, el estar dormido un buen tiempo fue una completa ventaja para él, eso es malo porque si me lleva a otro lugar incluso a otro país se acabara mi oportunidad de escapar pues no sabre a donde correr.

— Más por ahora, no quiero ruido de tu parte así que —de lo distraído que estaba no me di cuenta de que amarro mis manos juntas, me removí incomodo, pero no parecía importarle.

— ¡Suéltame! —intente empujarlo con los pies, pero no funcionaba y comenzó a amarrar mis tobillos con una mirada fría.

— Vamos, quédate quieto, no te haré nada... —paso sus manos por mis caderas— por ahora —esa estúpida sonrisa, me gustaría quitársela de un golpe.

Me puso cinta en la boca, no sé qué planea, pero estoy seguro que no es nada bueno, me sentó en la cama haciendo qué lo mirara, me sonrió con tranquilidad y me dio un pequeño beso en la frente.

— Recuerda esto es por el bien de nuestra relación —puso sus manos en mis mejillas apretándolas un poco— y después de que todo pase nos iremos de este país, para siempre —

No puede ser, tengo que escapar si o si, mierda, pero ¿cómo?, y si tal vez lo convenzo de no hacerlo, no, imposible, no me escuchará, solo escucha lo que le conviene y en estos momentos no puedo hablar por la cinta en mi boca, tal vez con acciones.

Pegue mi cabeza en su pecho, seguro no se lo esperaba, restregué mi cabeza un poco como si fuera un gato y comenzó a acariciar mi cabeza, eso hasta que me alejo.

— Se lo que tratas de hacer, pero no voy a caer en tus pequeños encantos —dio una pequeña palmadita en mi cabeza— ya tengo a alguien que me ayudé y ya le pagué así que no hay vuelta atrás —

Iba a tratar de hacerlo entrar en razón, pero el timbre de la casa sonó repentinamente, el mismo hombre que entró en un principio, abrió la puerta con un semblante completamente serio.

— Señor, ha llegado —¿Quien?

— ¿Son todos? —se levantó con la mirada completamente sombría.

— No, solo es su hermana, aún que recibí un aviso de una camioneta blanca a pocos centímetros de la casa —¿¡Bielorrusia!?— seguramente ahí están los demás —

— No hay que confiarnos, vigilen el área, si notan algo extraño no duden en avisarme —se dio vuelta para verme— tú estás a cargando de cuidarlo, lo mantendrás en silencio y quieto si es necesario puedes dormirlo de nuevo —

— Si señor —me miro por unos segundos, pero había algo en su mirada, parecía alguien dulce y amable o tal vez sea cosa mía— por cierto, señor, su infiltrado nos mandó un poco de información del plan, tiene toda la información en su portátil —

— Perfecto, entonces comencemos con esto —salió del cuarto sin mirarme y el hombre de pelo cenizo cerró la puerta.

— Ahora —camino hasta mi con una sonrisa, pero no retrocedí, me sentía tranquilo con él— solo esperemos, se un buen niño y quédate quieto y muy calladito —giño un ojo mientras se agachaba para estar a mi altura.

Y cuando lo tuve cerca de mi pude escuchar mejor su acento era como....



























Alemán...

Alemán

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Sin Señal (Countryhumans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora