𝐶ℎ𝑜𝑐𝑜𝑙𝑎𝑡𝑒 ╏ 𝑆𝑎𝑇𝑧𝑢

🍫 열 일 곱: 17

Nervios. Eso fue lo que sintió cuando llegaron a la casa de la omega, también podía escuchar el volumen bajo de la música, sus manos sudaban por lo que trato de limpiarlas contra su pantalón. Su vista se paseó por todo los alrededores de la vivienda, al parecer muchas cosas cambiaron desde la última vez que se paró por ahí.

En el lugar donde antes estaba un columpio, ahora estaba ocupado por una pequeña y elegante fuente que cambiaba de color conforme el agua caía, un lindo camino de piedras con luces a los costados, un bonito jardín con diferentes flores de colores y no podían faltar los arbustos en forma de animales o cosas.

— ¿Te gusta?

La pregunta la hizo salir de sus pensamientos y volteando a ver a la rubia que seguía mirándose a través de su espejo, retocando un poco de su maquillaje.

— ¿Me gusta qué? ¿El jardín? —Cuestiona Tzuyu, olvidándose por completo de los nervios que se apoderaban de su cuerpo— Es fascinante, aunque extraño ese columpio todo mugroso y esos arbustos marchitos con los que nos poníamos a jugar, ya sabes, pisando sus hojas para escuchar como crujían —Se apresuró a continuar la alfa al no escuchar una respuesta por parte de la omega.

Una risita escapó de los labios de la omega cuando guardaba sus cosas en su bolsa, termino de alisar parte de su vestido floreado y poner en su lugar algunos mechones rubios rebeldes.

— Me refería a que si te gusta como me veo —Dice Sana modelando y haciéndole ojitos a la alfa.

Tzuyu se apartó un poco del cuerpo de la rubia para poder analizarla mejor de pies a cabeza, posó sus llamativos orbes cafés en los zapatos de tacón color beige, pasando por sus piernas delgadas y lechosas, sintiendo como las palmas de sus manos picaban por querer ponerlas allí y acariciarlas. Subió un poco más su mirada para fijarse lo bien que le sentaba ese vestido a su omega, y si debía ser sincera, para ella todo lo que se pusiera esa chica le quedaría hermoso incluso si algún día a la omega se le ocurre ir a algún lado en pijama y con su cabello alborotado por haber dormido tanto, también le gustaban esos brazos delgados y chiquitos junto a sus manitas.

Poco después su vista fue a parar al pequeño escote que traía el vestido, aunque en realidad no mostraba mucho pero la alfa ya se estaba dando alguna idea de lo que podría haber ahí, involuntariamente paso su lengua por su labio inferior, termino por subir su mirada completamente al rostro de la rubia que la miraba con una ceja alzada esperando por una respuesta, pronto el rostro de la morena ardió fuertemente porque la omega la había descubierto mirándola con cierto descaro.

— Te ves hermosa —Tartamudea.

La alfa desvío su mirada un poco tratando de controlar su respiración y su fuerte sonrojo, devuelve su vista posándola en los orbes de Sana que la ven con cierto brillo que incluso puede verse a través de ellos, sacude un poco su cuerpo quitando los nervios y se atreve a tomar las finas manos de la omega entre las suyas, carraspea antes de hablar.

— Sanashine... —Pronuncia la alfa con tono dulce, entrelazando sus dedos— No debes preguntarme si me gusta como te ves porque para mis ojos, tú siempre estarás preciosa, incluso si no te maquillas o si estás en pijama todavía o si tu cabello está hecho un desastre, podrías ponerte una botarga de un muñeco de nieve y aún así estarías perfecta —Ambas rieron por lo último dicho por la alfa, Tzuyu beso suavemente las manos de la rubia— No me enamoré solo por tu físico, lo que siento por ti va mucho más allá de eso.

— ¿Entonces qué es? —Pregunta Sana poniendo sus manos en la nuca de la alfa, sintiendo como la contraria ponía las suyas alrededor de su cintura.

— Me enamoré de ti por lo que eres —Confiesa Tzuyu sin dejar de mirarla— Eres valiente y no te da vergüenza mostrarte tal cual eres, aunque a veces seas algo torpe. Te amo porque a pesar de los problemas te mantienes con una gran sonrisa que hace latir mucho, mucho pero mucho mi corazón, eres un ángel con las personas incluso si estas te hacen daño, que no te importa que la gente hable a tus espaldas porque tú te conoces bastante bien y sabes que es falso. Te amo porque estuviste conmigo en los peores días cuando nadie más lo hizo.